Las estrategias de offshoring, aplicadas de forma generalizada en algunos sectores, ahora están en duda, porque las empresas deben encontrar una nueva localización para las distintas fases de su proceso productivo. Este es un nuevo reto que abre opciones a otros suministradores.
Entre las décadas de 1990 y 2000, muchas empresas de Europa y Estados Unidos desplazaron sus actividades hacia otros países y con menores costos. Este proceso es conocido como offshoring. Este fenómeno empezó con actividades manufactureras, pero pronto incluyó otros servicios, como los centros de atención al cliente, las gestiones administrativas e incluso actividades que requerían una mano de obra más cualificada, como la programación informática en India.
La tendencia supuso una reconfiguración de las cadenas de valor en el mundo, que pasaron de países avanzados -con altos costos laborales y normativas rígidas- a otros emergentes o en desarrollo, pero que tenían la mano de obra e infraestructura adecuadas. Aunque los primeros temían perder sus puestos de trabajo y de base industrial, los segundos mejoraban sus posibilidades de crecer con el aumento de las exportaciones. Las nuevas actividades estimulaban mejoras tecnológicas o gerenciales.
En los últimos diez años, las empresas han empezado a replantearse sus estrategias de offshoring y a deshacerlas, bajo un proceso llamado reshoring. Al menos un tercio de las compañías estadounidenses que habían desplazado sus actividades a China, en el 2012, ya repensaban esta acción, según un estudio del Boston Consulting Group. En algunos casos, las actividades no retornaron al país de origen (backshoring), sino a otros cercanos donde existiese alguna ventaja de precios (nearshoring).
En los últimos diez años, las empresas han empezado a replantearse sus estrategias de offshoring y a deshacerlas, bajo un proceso llamado reshoring.
Para las empresas europeas, el nearshoring se volcó a los países del este del continente o hacia el norte de África, mientras que Estados Unidos lo hizo en México. La emergente literatura sobre el tema revela algunas causales. En primer lugar, existen casos en que el offshoring no funcionó como se preveía. Los costes no fueron tan bajos y se registraron problemas de calidad del suministro inesperados. Asimismo, la supervisión y gestión de las actividades en el extranjero fue más costosa de lo esperado.
Otra razón fueron la evolución de los tipos de cambio, la reducción de costes laborales unitarios y el exceso de capacidad por la crisis financiera global del 2008, así como ciertas presiones nacionalistas en los países avanzados. Además, algunos sectores, como el fast fashion, experimentaron transformaciones en sus modelos de negocio y requirieron una cadena de suministro más ágil para cambiar con mayor frecuencia, lo que obliga a tener centros de producción próximos a los principales mercados.
Si el reshoring se profundiza, conduciría a los países más avanzados, u otros cercanos a ellos, a muchas actividades que integraron la estrategia offshoring hace un par de décadas. Ello supondría que estos países realizarán de nuevo ciertas actividades productivas que les permitirán generar empleo y revitalizar su estructura productiva; mientras que los países emergentes que las acogieron al inicio las perderán, junto con el estímulo respectivo.
Algunos países más próximos a los primeros -que gozan de ventajas en costes, trabajadores y con infraestructura cualificada- tendrán la posibilidad de ser los nuevos emplazamientos para una estrategia viable de nearshoring. En todo caso, los datos disponibles muestran que la existencia de casos de reshoring no excluye que sigan produciéndose procesos de offshoring, como un continuo replanteamiento de la localización óptima de cada fase del proceso productivo.
Ante esta situación, cabe plantearse el tipo de estrategias que deben seguir las empresas de países menos distantes geográfica y culturalmente, que los del sureste asiático, para beneficiarse de este nuevo cambio en las cadenas globales de valor. ¿Qué políticas deben adoptar los gobiernos de estos países para aumentar su atractivo en este nuevo contexto? Sin duda, son cuestiones que formarán parte de los retos empresariales en los próximos años. ¿Cómo debería manejarse esta tendencia? Cuéntanos tu opinión.
En los últimos diez años, las empresas han empezado a replantearse sus estrategias de offshoring y a deshacerlas, bajo un proceso llamado reshoring.
Es doctor en Economía por la Universidad de Alcalá en el año 2001. Actualmente es consultor del Banco Mundial, miembro de la Comisión Académcia de la Cátedra de Internacionalización de Empresas de la Universidad Nebrija y Profesor Titular de Universidad en la Universidad de Murcia donde imparte docencia en los Grados en Administración y Dirección de Empresas, Máster en Finanzas y Máster en Economía. Además, participa en la docencia del MBA de la Universidad Carlos III de Madrid.
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