Esto sucede porque la aplicación de toda propuesta, para tener éxito, debe tener el compromiso de los actores que intervendrán. De nada sirve tener un plan brillante de cambios en la línea de producción de una fábrica, si los operarios, supervisores, ingenieros no conocen el plan, lo aceptan, lo hacen suyo y saben cómo aplicarlo.
De la misma manera, poco sirve tener una propuesta brillante de política pública si no es conocida e interiorizada por aquellos que deben intervenir, es decir, los funcionarios públicos que deben aplicar esta política (sea de nivel nacional, regional o local), las instituciones involucradas e inclusive las personas que serán beneficiadas.
Muchas propuestas fracasan precisamente por no entender que los procesos lo hacen las personas. Para estos fines, el marketing social es muy poderoso.
El marketing social es la herramienta a través de la cual se logra la aceptación de una propuesta por parte de un público objetivo. Se basa en principios y conceptos del marketing de consumo, pero se diferencia de éste en el hecho que "vende" ideas y no productos físicos ni servicios, y aquello que es "comprado" por el público objetivo se almacena en su mente y no en sus inventarios.
El marketing social busca que este público "compre" la propuesta; es decir la conozca, valore, acepte y sepa cómo aplicarla. Para ello hay que diseñar una estrategia que genere la propuesta (producto), identifique dificultades que el público objetivo debe superar (precio), individualice y fortalezca a quienes implementarán la propuesta (canales), y por último, comunique aquello que sea necesario para la implementación (comunicación).
De esta forma, podemos lograr el binomio necesario para el éxito de todo proceso; es decir, una propuesta clara y más compromiso de los actores.
Y usted, ¿cómo viene desarrollando acciones de marketing social en su empresa?