En esta doble tarea no basta con informar sobre el marco que usa la institución para controlar y sancionar las prácticas inadecuadas. También debe apoyar a las áreas técnicas a comprometer a los diversos actores con los instrumentos de promoción que la institución lleva a cabo, de tal manera que dichos actores se comprometan con estos, los hagan suyos y los apliquen, en pocas palabras los "compren".
Para lograr que los actores se comprometan con estos instrumentos es necesario en primer lugar que estos estén claramente definidos, lo cual significa (siguiendo la lógica del Marketing Social) tener un concepto de producto claro, que refleje no solo cómo se debe ejecutar sino también cuál es su utilidad. Asimismo, debe haber recogido las dudas del público objetivo para mejorar la propuesta.
Por otro lado, la institución que promueve el instrumento debe contar con las capacidades (profesionales, financieras, legales, logísticas, etc.) para desarrollar bien este trabajo. Lo mencionado no es parte del trabajo de comunicación, debe ser desarrollado por la parte técnica de la institución. La comunicación necesita que las propuestas estén claras para que su labor sea eficiente.
Ante estas carencias técnicas, la comunicación en las instituciones públicas en la actualidad se ha limitado a promocionar la labor del jefe o los eventos desarrollados, pero estas tareas no son suficientes para lograr los dos objetivos, que son controlar y promover.
En conclusión, la comunicación en instituciones públicas nunca va a ser el instrumento potente que puede ser para generar cambio mientras no tenga productos que promover y los comunicadores no entiendan que su papel no es solo difundir sino apoyar a que los actores relacionados se comprometan con los servicios de la institución.
¿Cómo evalúa usted la gestión de la comunicación en el sector público?