La necedad de algunas empresas familiares por mantener su nivel de vida en tiempos de inflación puede llevar a tomar decisiones que afecten su riqueza socioemocional y financiera, lo cual pone en riesgo la sostenibilidad de los negocios.
La inflación tiene efecto en las empresas familiares y no familiares. Por ejemplo, si no pueden trasladar la inflación de sus costos al precio final por razones competitivas o si lo hacen con cierto rezago, se reducirían los márgenes y la rentabilidad, y se incrementarían las inversiones en capital de trabajo en términos monetarios o nominales. Sin embargo, hay efectos muy particulares para las empresas familiares, cuya magnitud también depende del modelo de negocio, del sector y de la estructura competitiva.
Muchas empresas familiares han establecido diversos tipos de dividendos, como los que se pagan como adelanto, los préstamos para accionistas, los sueldos de gerentes y ejecutivos familiares y los dividendos en sí mismos. Se busca que los miembros de la familia suplan sus necesidades y/o sostengan sus niveles de vida, al permitirles generar y preservar la riqueza socioemocional. Ese concepto se refiere al bienestar generado por el logro de los objetivos no económicos, como el empleo y el desarrollo profesional de los miembros de la familia, la reputación e imagen, la seguridad económica y la transmisión de los valores familiares a través de las generaciones.
Aunque estas prácticas pueden distar de un manejo profesional de la empresa y generar problemas de agencia, tienen implicancias más particulares en contextos inflacionarios, porque los miembros de la familia requerirán mayores niveles de ingresos para sostener sus estándares de vida justo cuando podría necesitarse mayor reinversión. Esta situación implica reinvertir menos en momentos en que se necesita retener e invertir más en términos nominales para financiar un mayor capital de trabajo, ya que la generación de flujos en términos reales ha disminuido.
La falta de inversión también provocaría la reducción de las inversiones en activos fijos tangibles e intangibles, que socavaría la competitividad a mediano y largo plazo. Por estas razones, es importante contar con una política de reparto de dividendos establecida y consensuada por la familia que preserve el equilibrio entre las necesidades de la empresa y las necesidades de ciertos miembros, si fuera el caso.
Otra cuestión importante en contextos inflacionarios es determinar el precio de venta final, que puede generar mucha tensión en empresas familiares. En contextos inflacionarios en el que el poder adquisitivo de la población disminuye, un negocio que sube sus precios más allá de la inflación (cuando es posible por estructura de mercado) puede ser considerado abusivo o carente de empatía y de responsabilidad social, percepción que se traslada también hacia la familia propietaria. La empresa es la familia y la familia es la empresa. Si la empresa es abusiva, la familia lo es, lo cual afecta la riqueza socioemocional.
A pesar de que la riqueza socioemocional es el principal punto de referencia en empresas familiares, la riqueza financiera también es importante para asegurar su viabilidad económica. Si esta quebrara o entrara en insolvencia, se perderían ambos tipos de riqueza. Como casi todo en la vida, el secreto radica en el equilibrio y en una buena comunicación. ¿Tienes una empresa familiar que ha mantenido su riqueza socioemocional y financiera durante la pandemia? Cuéntanos tu experiencia.
*Carlos Aguirre es docente del Curso Gobierno y Dirección Financiera de Empresas Familiares
La riqueza socioemocional es el principal punto de referencia en empresas familiares, pero la riqueza financiera también es importante para asegurar su viabilidad económica.
Doctorado en Administración y Dirección de Empresas en UCM. Más de 20 años de experiencia profesional en áreas financieras de empresas industriales y de servicios. Director de empresas familiares Profesor de la Universidad ESAN.
Economista. Experiencia profesional en áreas financieras de empresas industriales y de servicios y en asesorías en reestructuraciones empresariales, en evaluación de proyectos, en valorización de empresas, en asesoría en el proceso de compra–venta de empresas, en Implementación de sistemas de planeamiento y control de gestión y cuadros de mando (Balanced scorecard), entre otros. Actualmente asesor y consultor de empresas y director en empresas familiares.
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