"Cuando las cosas iban bien, los diarios me llamaban el goleador belga; cuando no, el descendiente de congoleños".
Romelu Lukaku (Delantero de la selección de fútbol de Bélgica)
En estas últimas semanas, los amantes del fútbol disfrutamos como cada cuatro años de la fiesta más importante del deporte rey. En tiempos de globalización, su impacto así como las emociones que despierta fueron capaces de seducir a la mayoría de personas.
Esta copa del mundo fue particularmente emotiva y llena de sorpresas, ingredientes que permitieron enganchar a la audiencia fácilmente. Varios de los principales equipos candidatos a la gloria fueron eliminados por equipos sin pergaminos, nuevamente la historia de David frente a Goliat resurgió, esta vez trasladada al deporte. Es precisamente esa pequeña posibilidad de que ocurra lo imprevisible lo que ha hecho tan atractivo este deporte.
En paralelo a los partidos, se conocieron las historias personales de los jugadores, y sus esfuerzos por convertirse en atletas de élite. Una de las historias que llamó más la atención fue la de Francia, que se coronó en el Estadio Luzhniki de Moscú como la nueva campeona del mundo. El equipo dirigido por Deschamps tiene trece jugadores con raíces africanas dónde al menos uno de sus progenitores proviene de uno de los países de este continente. Como ejemplo se encuentra la joven estrella francesa Kylian Mbappé, cuyo padre, de origen camerunés y madre argelina, encandiló al mundo con su juego.
Desde hace mucho tiempo Europa se convirtió en un crisol de culturas, y el Mundial permitió apreciar un aspecto positivo de este mestizaje al demostrar que la mixtura hace un producto más fuerte para el fútbol y seguramente para otras actividades deportivas.
En este proceso de inmigración, criticado por posiciones ultraderechistas en Europa, los inmigrantes de los países más pobres de África han sido desconocidos por las principales naciones europeas además de haber sido siempre objeto de discriminación. En este complejo proceso geopolítico, económico, pero también sociológico, el fútbol surge como un salvavidas para los niños más desfavorecidos al brindarles la posibilidad de trascender a través del deporte y recuperar un poco de esa identidad nacional que les fue negada en repetidas oportunidades por los países que acogieron a sus padres.
Desde hace mucho tiempo Europa se convirtió en un crisol de culturas, y el Mundial permitió apreciar un aspecto positivo de este mestizaje.
Como señaló la estrella del fútbol Belga de origen congolés, Romeu Lukaku, cuando las cosas van bien es reconocido como el goleador belga, pero cuando los resultados no llegan, le recuerdan su origen africano. Esto explica que el proceso de asimilamiento cultural es complejo y toma tiempo, pero estos hitos de éxitos deportivos que enorgullecen a toda una nación contribuyen a generar un reconocimiento de los protagonistas como sus hijos legítimos.
El historiador de la Universidad de Niza, Yvan Gastaut, pronosticó en un artículo periodístico que llegará un momento en que en los países europeos carecerá de importancia el origen racial de los jugadores. Finalmente, Europa se convertirá en una aldea global y este fenómeno se repetirá en el resto del mundo.
Los sueños nunca fueron fáciles de hacerse realidad. Muchos africanos decidieron dejar sus países de origen para perseguir sus objetivos sin saber que con esa decisión generarían las condiciones para que sus hijos alegraran a millones de hinchas de esa nueva tierra que los recibió con hostilidad. Estos hijos de la adversidad, con hambre de gloria, se han convertido en los Lukaku, Mbappé, Kompany, Dembele, Pogbba, Matuidi,y muchos más que hoy brillan en la órbita del fútbol mundial y representan el orgullo de ser franceses, belgas y alemanes.
La vida a veces es irónica y todos los días nos brinda lecciones. La inmigración africana en Europa a partir del fenómeno del fútbol ha empezado a verse con otros ojos y ha permitido que esos miles de inmigrantes levanten la cabeza con orgullo y se sientan parte de una nación.
Desde hace mucho tiempo Europa se convirtió en un crisol de culturas, y el Mundial permitió apreciar un aspecto positivo de este mestizaje.
PhD en Estudios Internacionales de Graduate School of Asia Pacific Studies de la Universidad de Waseda, Japón. MBA de ESAN. Maestría en Economía y Regulación de los Servicios Públicos de la Universidad de Barcelona. Maestría en Derecho Empresarial y Abogado de la Universidad de Lima. Director de Educación a Distancia de ESAN. Realizó estudios de diagnóstico de cultura organizacional y clima en empresas de diferentes sectores, propulsor de la importancia de la cultura organizacional como factor determinante en la estrategia de las empresas. Actualmente trabaja en la incorporación de elementos culturales como herramienta de desarrollo en contextos globales.
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