Al revisar los nombres de algunos jugadores de fútbol que vienen a jugar por la selección en estas clasificatorias latinoamericanas para el Mundial, me llama mucho la atención que la principal estrella del equipo boliviano, así como algunas figuras de otros países -incluyendo jugadores brasileños que siempre fueron considerados de la élite futbolística latinoamericana-, provengan de la "Superliga del fútbol Chino".
China, un país que hace algunos años era considerado exótico y lejano de nuestras preferencias futbolísticas, hoy en día se ha convertido en un paraíso para jugadores de fútbol de todas partes del mundo; debido a la gran cantidad de dinero que se está invirtiendo en la difusión de este deporte en Asia. Incluso, ya podemos hablar de giras del Barcelona (España) a China. Ahora uno de los mejores clubes de fútbol del planeta tiene en agenda este remoto destino por la gran cantidad de dinero que se mueve (y en donde existe una población de alrededor de 1,300 millones de personas).
Es que el fútbol, en estos últimos años, ha dado un vuelco muy grande por la influencia de la televisión y el poder económico que agita la industria relacionada a este deporte. Los pases de jugadores son millonarios y es común ver a una promesa latinoamericana abandonar a su equipo local a los dieciocho años, seducido por una suma millonaria y la ilusión de mostrarse en ligas de mayor jerarquía. El negocio de los representantes -de futbolistas- se ha sofisticado y ahora mueve una red de contactos y negocios exorbitantes.
El fútbol en nuestros países es una promesa de éxito, especialmente para los niños y jóvenes pobres que ponen en la pelota sus sueños. Como bien lo menciona el escritor uruguayo Eduardo Galeano, el fútbol es un elemento de ascenso social que no tiene barreras de ingreso para ninguna persona: se puede jugar en un potrero, una favela o en el descampado de un pueblo joven con la compañía de una pelota. El fútbol es un deporte que no hace distinciones sociales y económicas: es democrático y popular.
Hoy en día, no son pocos los futbolistas latinoamericanos que, después de una larga carrera en el extranjero, se han convertido en prósperos empresarios o destacados personajes públicos (incluso en la política) en su país de origen. Ahora son el modelo a seguir de muchos niños de bajos recursos, y el espejo en el que desearían verse reflejados teniendo la posibilidad del éxito a través de lo que más les apasiona: jugar fútbol.
Los héroes modernos son ese Neymar que representa al niño que pudo escapar de un futuro incierto que le deparaba una favela; o ese Maradona que compró una casa de ensueño para sus padres, a pesar de que empezó a jugar fútbol en un potrero de la villa Fiorito.
Los héroes modernos son ese Neymar que representa al niño que pudo escapar de un futuro incierto que le deparaba una favela; o ese Maradona que compró una casa de ensueño para sus padres, a pesar de que empezó a jugar fútbol en un potrero de la villa Fiorito.
El fútbol también ha sucumbido a la influencia de la globalización y los medios de comunicación. Ahora es muy común para un joven hincha de fútbol de ciudades como la Paz, Bogotá o Asunción, olvidarse de los equipos nacionales y tradicionales (como el Bolívar, el Millonarios o el legendario Cerro Porteño).
Hoy en día, si le preguntas a un niño cuál es su equipo favorito, te contestará que es hincha del Real Madrid o del Barcelona (España), de la Juventus (Italia) o del Chelsea (Inglaterra). Eso se conoce como "globalización en el fútbol", ya que algunos partidos internacionales se transmiten más por cable que el fútbol local.
Sin duda, nos encontramos frente a un fenómeno social que tiene un gran impacto económico en la sociedad latinoamericana, y que también se ha convertido en un elemento de aspiración y ascenso social entre las clases más pobres de nuestros países. El fútbol no es solo un deporte, sino una de las más grandes influencias de la sociedad.
Los héroes modernos son ese Neymar que representa al niño que pudo escapar de un futuro incierto que le deparaba una favela; o ese Maradona que compró una casa de ensueño para sus padres, a pesar de que empezó a jugar fútbol en un potrero de la villa Fiorito.
PhD en Estudios Internacionales de Graduate School of Asia Pacific Studies de la Universidad de Waseda, Japón. MBA de ESAN. Maestría en Economía y Regulación de los Servicios Públicos de la Universidad de Barcelona. Maestría en Derecho Empresarial y Abogado de la Universidad de Lima. Director de Educación a Distancia de ESAN. Realizó estudios de diagnóstico de cultura organizacional y clima en empresas de diferentes sectores, propulsor de la importancia de la cultura organizacional como factor determinante en la estrategia de las empresas. Actualmente trabaja en la incorporación de elementos culturales como herramienta de desarrollo en contextos globales.
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