Se suele afirmar que la crisis norteamericana se desató con la crisis sub-prime, pero esta no fue la razón de fondo o estructural. Podemos afirmar que, independientemente de las políticas de corto plazo o factores coyunturales, el nivel de ingresos y de vida de la población de un país en el largo plazo es directamente proporcional a su productividad relativa con respecto a otros países. Es decir, los ingresos globales se asignarían entre países en función de sus productividades relativas1.
Luego de la segunda guerra mundial, EE.UU. gozaba de una posición privilegiada y su productividad relativa era muy alta. Esto dio lugar al extraordinario nivel de vida que han sabido tener sus ciudadanos, lo que se ha llamado el sueño americano. Sin embargo, con el paso del tiempo, el resto de países acortaron diferencia en productividad con respecto a este país, "reclamando" un mejor nivel relativo de vida.
A pesar de ello, los americanos no quisieron ajustarse a esta nueva realidad y recurrieron a altos niveles de endeudamiento a fin de financiar su "artificial" nivel de vida. Similar situación ha ocurrido en España, Portugal, Grecia, Italia, entre otros países. De allí la necesidad de los ajustes económicos por parte de dichos países y la consecuente reducción del nivel de vida de sus ciudadanos2.
Es obvio que nadie quiere los bonos de un país a punto de no pagarlos. Es lo que dicta la teoría económica y el sentido común. Nadie creería que los inversionistas correrían a comprar bonos a punto de no ser pagados, originando la elevación del precio y la reducción de la tasa de interés requerida.
Ejemplo de ello es lo que experimentan actualmente los países europeos con problemas de deuda. Sin embargo, en el caso EE.UU. sucedió lo contrario, pues aún cuando todavía no estaba aprobada la extensión del límite de endeudamiento (lo cual aumentaba la posibilidad de no pago), se generó una mayor demanda de sus bonos lo que resultó en una reducción de la tasa de interés3.
¿Cómo podríamos explicar esta situación? Solo podemos ensayar una respuesta. En el inconsciente colectivo global se cree que si EE.UU. "cae" todo se cae. Y si todo se cae, el primero en salir será EE.UU. Dicho país es la potencia bélica y económica, al menos hasta hoy. Se afirma que China es una (si no la mayor) locomotora económica del mundo, pero si EE.UU. se contrae, China pierde gran parte de su mercado de exportación.
Algunos aseguran que China superará en el plano económico a EE.UU. en los próximos años. Podría ser, pero nada es seguro. Recuerdo cuando se afirmaba por los años ochenta que Japón sería la potencia económica mundial; sin embargo, evaluemos el estado actual de Japón. A pesar de su gran desarrollo económico y competitividad ha experimentado casi cero de crecimiento por más de una década.
Queda claro entonces que a pesar de sus problemas y dificultades y la rebaja de la calificación de su deuda en el 2011, EE.UU. continúa siendo el refugio de preferencia de los inversionistas globales. Prueba de ellos es la reciente disminución de sus costos de endeudamiento a sus mínimos históricos. Como opinó Tom Porcelli, economista jefe de RBC Capital Markets, "si buscas la seguridad de un país, EE.UU. es el mejor entre los peores".
¿Cree usted que EE.UU. mantendrá el liderazgo económico en el futuro o será desplazado por China?
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1 Teóricamente sucede lo mismo dentro de las economías. Las personas con mayor productividad suelen tener mayores salarios o ingresos.
2 Los peruanos pasamos por el mismo problema y ajuste económico durante la primera mitad de la década de los noventas, y aparentemente aprendimos la lección.
3 Los economistas financieros y más precisamente los modelos financieros sostienen la existencia teórica de una tasa libre de riesgo. En general se considera el rendimiento de los bonos del tesoro norteamericano como la tasa libre de riesgo (o proxy de dicha tasa).
Doctorado en Administración y Dirección de Empresas en UCM. Más de 20 años de experiencia profesional en áreas financieras de empresas industriales y de servicios. Director de empresas familiares Profesor de la Universidad ESAN.
Economista. Experiencia profesional en áreas financieras de empresas industriales y de servicios y en asesorías en reestructuraciones empresariales, en evaluación de proyectos, en valorización de empresas, en asesoría en el proceso de compra–venta de empresas, en Implementación de sistemas de planeamiento y control de gestión y cuadros de mando (Balanced scorecard), entre otros. Actualmente asesor y consultor de empresas y director en empresas familiares.
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