Los cambios en el entorno empresarial son cada vez más constantes. A diario vemos cómo surgen nuevas tecnologías, metodologías y herramientas de gestión que transforman el mercado global. En ese contexto, es importante que las organizaciones fomenten una cultura de aprendizaje constante que les permita adaptarse a todo cambio, reaccionar con rapidez y mantenerse competitivas.
En algunas organizaciones se visualiza el aprendizaje solo como una oportunidad de ser promocionado a cargos superiores, en vez de plantearlo como una oportunidad de crecer. Este problema se refleja en aquellos colaboradores que cursan programas solo para cumplir requisitos de ascenso. Contrario a la cultura de aprendizaje, esta actitud limita la generación de conocimiento e impide mejorar.
Es cierto que la oportunidad de ocupar un mejor cargo siempre es un motivo muy valioso para las personas que les gusta aprender, pero jamás debemos darle un carácter meramente de éxito económico. Por el contrario, debe abordarse como una condición meritocrática que reconozca las nuevas habilidades del colaborador y su esfuerzo por adquirirlas.
La oportunidad de ocupar un mejor cargo siempre es un motivo muy valioso para las personas que les gusta aprender, pero jamás debemos darle un carácter meramente de éxito económico.
Recordemos el valor intrínseco del aprendizaje. Cuando una persona adquiere nuevas habilidades o refuerza las que ya tiene, amplía su capacidad de contribuir al crecimiento de la organización y requiere un reconocimiento justo por sus competencias. Al mismo tiempo, el colaborador expande sus posibilidades de trabajar en nuevos ámbitos, se enriquece como ser humano, logra satisfacción personal y se desarrolla.
Los gerentes y jefes de área tienen un rol clave como catalizadores de la cultura de aprendizaje, ya que traerá buenos resultados a largo plazo. Es importante brindar espacios para aprender dentro y fuera de la organización, además de contar con la infraestructura adecuada: pizarras, conexión a internet y salas de reuniones o eventos. Asimismo, deben fomentar que los trabajadores utilicen estas áreas.
Otra recomendación para los líderes es incorporar componentes que faciliten el aprendizaje en sus estrategias de capacitación. Uno de ellos es la gamificación o ludificación, que consiste en emplear técnicas, elementos y dinámicas propias de los juegos y el ocio en actividades que potencien la motivación, la buena conducta y la productividad del equipo. El gerente o jefe no debe restarles seriedad a estas prácticas.
De los errores se aprende, dice un viejo refrán. En las empresas, todo éxito es precedido de fracasos. Lo importante es brindar a los colaboradores la posibilidad de probar, fallar, corregir y triunfar. Son muchos los casos de empresas que encontraron una idea de éxito detrás de un error. La idea no es reducir la calidad o trabajar de manera imprudente, sino generar innovaciones bajo un entorno sanamente controlado.
Si los colaboradores han adquirido un aprendizaje valioso y saben aplicarlo para mejorar la eficiencia en sus labores, el gerente o jefe de área debe valorarlos, reconocerlos y difundir sus logros en la organización. Esta acción no solo motiva a los trabajadores que aprendieron algo nuevo, sino a toda la organización por esforzarse más para salir adelante.
El reconocimiento puede realizarse mediante el envío de tarjetas, publicaciones en boletines institucionales, ceremonias, comidas con el equipo o entrega de bonos económicos para seguir estudios. Lo importante es que la valoración sea lo más pública posible, por su efecto motivacional, y genuina. Al mismo tiempo debe formar parte de una estrategia de desarrollo de la cultura organizacional de aprendizaje en la compañía. ¿Cómo se fomenta la cultura del aprendizaje en tu empresa? ¿Cuéntanos tu experiencia?
La oportunidad de ocupar un mejor cargo siempre es un motivo muy valioso para las personas que les gusta aprender, pero jamás debemos darle un carácter meramente de éxito económico.
Ph. D. en Administración por la IESE. Máster en Administración de la Información por ITESM. Ha sido directora de la Maestría de Organización y Dirección de Personas, y actualmente es vicerrectora académica en ESAN.