En el contexto de la actual pandemia, es importante reflexionar sobre lo importante y trascendente que son nuestras acciones, individuales y colectivas, para la sostenibilidad de quienes nos rodean. En el mundo empresarial, el desarrollo de esta sostenibilidad ha sido favorecido por la adopción masiva del teletrabajo, el rediseño de puestos de trabajo y una mayor valoración de la salud y la seguridad ocupacional.
La sostenibilidad empresarial promueve el uso de materias primas que no tengan impacto en el medioambiente y que los procesos de fabricación no vulneren ningún derecho humano. Asimismo, una gestión sostenible busca utilizar equipos y máquinas con tecnología limpia y disminuir los residuos. Todo eso conlleva a una mejor calidad del producto, más saludable y sin elementos contaminantes. Sin embargo, aún queda un largo camino para que este concepto se asiente en el ámbito empresarial peruano.
La sostenibilidad significa sobrevivencia, sobre todo en este entorno de pandemia. Por ejemplo, trabajar en la cadena de valor sostenible permite a las empresas entregar un mejor producto al consumidor, que será beneficioso para el negocio (clientes satisfechos y ventas aseguradas) y el consumidor (producto de mejor calidad).
Una cadena de valor sostenible permite a las empresas entregar un mejor producto al consumidor, que será beneficioso para el negocio y el consumidor.
Un informe realizado por Deloitte sobre empresas y sostenibilidad señala que, mediante una colaboración activa entre la empresa y su cadena de suministro, puede promoverse la reducción en los consumos de recursos, con el consecuente ahorro económico. También se reduce el impacto negativo sobre el medioambiente y la sociedad, se desarrollan nuevas oportunidades de innovación y se generan productos más eficientes.
Hace unos años, la consultora Price Waterhouse también realizó un estudio con diversas organizaciones de la región e identificó que las empresas percibían como principales beneficios de la gestión sustentable:
En ese sentido, una encuesta realizada por MIT Sloan y el BCG en 2015 reveló que la gran mayoría de entrevistados que declaraba haber cambiado sus modelos de negocio e incorporado aspectos relacionados con la sostenibilidad, en negocios de consumo masivo, habían aumentado su rentabilidad. Las empresas con buenas prácticas con sus grupos de interés, aseguran una mejor calidad de producto, formas de producción adecuadas, y una mejor reputación y posicionamiento de marca.
A pesar de que aún no disponemos registros que determinen cuántas empresas sostenibles existen con exactitud en el Perú, sí disponemos de algunos datos importantes:
Estas cantidades son ínfimas, en relación con el total de empresas peruanas. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), a setiembre del 2020, el número de empresas activas y registradas en el Directorio Central de Empresas y Establecimientos ascendió a 2 701 066. Es probable que muchas microempresas cumplan con un perfil sostenible, pero no se cuenta con un registro que lo corrobore.
La data consignada también nos hace suponer que el concepto de la sostenibilidad aún lejos está de ser un paradigma en el país, de manera general. Si bien cada día está más presente en las grandes empresas y, quizás en algunas de mediano tamaño, tal vez la mayoría de estos negocios la implementaron obligados por las regulaciones legales.
El principal obstáculo para expandir la sostenibilidad entre las empresas peruanas es que este concepto aún no está muy difundido ni se promueve. A su vez, la alta informalidad genera que la mirada se centre en el corto plazo. Bajo esa mirada, resulta imposible pensar en impactos o generaciones futuras. Una característica cultural del país que también representa otra dificultad es que no se practica el respeto hacia los demás, la confiabilidad ni la transparencia.
Se resalta que la transparencia está vinculada con el desarrollo de la confianza entre una organización y sus grupos de interés. Al no tener confianza, no pueden establecerse relaciones a largo plazo. Para superar esta situación, el Gobierno debe crear o reforzar los organismos de supervisión para que puedan cumplirse las leyes laborales y ambientales, e implementar ciertas medidas de castigo como las multas.
En el Perú, hace poco se aprobó la Ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo, o ley BIC. Esta normativa establece un marco jurídico y reconoce a las empresas privadas que, por su propia voluntad, se obligan a generar impactos positivos. Para ello, vinculan su actividad económica con el alcance de propósitos de beneficio social y ambiental.
Aunque esta ley representa un gran avance, es necesario trabajar más en brindar un marco legal que asegure el cuidado del triple bottom line, contar con adecuados sistemas de control de cumplimiento y seguimiento de las normas, y ofrecer estabilidad socioeconómica que permita inversión, competencia sana y generación de trabajo digno. Es clave brindar incentivos para facilitar una gestión sostenible, además de promover la formalización empresarial. ¿Qué otras acciones son necesarias? Déjanos tu opinión.
Una cadena de valor sostenible permite a las empresas entregar un mejor producto al consumidor, que será beneficioso para el negocio y el consumidor.
Ph. D. en Administración por la IESE. Máster en Administración de la Información por ITESM. Ha sido directora de la Maestría de Organización y Dirección de Personas, y actualmente es vicerrectora académica en ESAN.
La gestión adecuada de los desechos en hospitales y empresas será claves para minimizar el riesgo de contagios en las próximas semanas y evitar un impacto negativo en la flora y fauna locales.