Hay varias paradojas en lo que está pasando en el Cusco. Una es que mientras los revoltosos y rebeldes estaban tratando de invadir las instalaciones gasíferas -causando algunos destrozos- Xstrata, la minera gigante suiza-australiana, anunciaba que llevará a cabo una inversión de más de $4 mil millones en Las Bambas, inmenso proyecto del cual se viene hablando hace 50 años. Si bien Las Bambas está técnicamente en Apurímac, es parte de la zona de influencia del Cusco. La otra paradoja es que Echarate es el distrito del Perú que más recursos fiscales recibe por habitante, principalmente del gas de Camisea, contra el cual los pobladores están protestando.
Supuestamente las protestas son contra la exportación de gas. Pero ¿cuáles son los verdaderos hechos? Hay que empezar por aclarar que Camisea ha cambiado totalmente el panorama de hidrocarburos del Perú: antes éramos deficitarios, sujetos a los vaivenes de las importaciones de petróleo. Hoy estamos equilibrados: exportamos líquidos asociados al gas, que sirven para fabricar diversos tipos de gasolinas y químicos, e importamos algunos tipos de petróleo, sobre todo diesel. Esto cambia la balanza de pagos del Perú en $600 millones positivos, en vez de tener el déficit del pasado. Si no hubiera la extracción del gas, aunque una parte se exporta por el momento a un bajo precio de unos $4,75 por millón de pies cúbicos (mucho menos que los $10 que había cuando se diseñó el proyecto de exportación), no habría la producción y exportación de líquidos, que agrega $4 a 5 por millón de pies cúbicos. Esa es la carne de la producción. Hay que ver el conjunto -gas más líquidos- no sólo el gas. Quizás faltan explicaciones de las empresas involucradas o del gobierno, o falta buena voluntad de parte de los que creen entender el tema y lanzan editoriales llenos de veneno político.
¿Qué se debe hacer? Primero, necesitamos gobiernos locales y regionales que sean capaces de hacer obras honestas y productivas. El entrenamiento de estos gobiernos en la preparación y manejo de proyectos de infraestructura es una prioridad urgente para el actual gobierno de Alan García, como lo fue para el de Alejandro Toledo, y como lo será para el siguiente. Hasta ahora, a pesar de varios esfuerzos a lo largo del tiempo, el progreso ha sido magro. Segundo, la administración financiera del Estado debe estar mucho más presente en provincias. Salvo la SUNAT y el Banco Central, no hay casi nadie del MEF y de las finanzas del estado que ayude a las regiones y municipalidades provinciales a preparar y administrar proyectos "in situ", en las propias provincias. Eso fue una iniciativa nuestra en 2004 pero luego se dejó de lado. Tercero, hay que reformar la administración pública en sus altos niveles, la clase de "oficiales y generales": entrada por examen, entrenamiento de post-grado obligado, 5 años mínimo en provincias, y remuneraciones competitivas con las del sector privado. Si no, seguiremos dando tumbos, desorganizados, con corrupción aquí y allá. Es triste, porque hay muchos funcionarios públicos que laboran en silencio y sacrificio.
Pero lo que más se necesita es una presencia de la cúpula del gobierno en provincias. Nó desde un estrado con un discurso, sino en el llano con el mensaje "Estoy contigo, te escucho".
Bagua, bloqueos de carreteras a doquier, Echarate, Sicuani. ¿Quién tiene la culpa? Claro, hay agitación. Pero debemos pensar que la agitación, como las malaguas, prospera en las aguas profundas y siniestras. Tenemos que crear luz, comunicación, explicación. Sino todo el trabajo de los últimos años se va a desperdiciar, como ocurrió en décadas pasadas. Estamos a portas de llevar el Perú hacia la modernidad. No perdamos la oportunidad.