Si en el siglo XX las grandes transformaciones tomaban décadas, en los tiempos que vivimos los cambios se presentan en períodos más cortos y parecen tan rutinarios que a veces ni nos percatamos de ellos. Lo más destacable de estos procesos de transformación es un factor inherente en ellos: el papel que cumple la tecnología informática en su desarrollo.
Lo que hoy en día se puede hacer y lograr tiene una relación directa con la informática. Nuestras actividades diarias están conectadas con ella y no es posible vivir sin su uso; de hecho, para la generación del siglo XXI, imaginarse el mundo sin tecnología es como vivir en la época de las cavernas.
Sin embargo, a pesar de lo imprescindible que puede resultar estar interconectado y automatizado, no debemos dejar de lado herramientas básicas para los seres humanos, por ejemplo, la comunicación.
Las personas y las organizaciones suelen confundir información con comunicación. Si bien estamos muy informados y excesivamente saturados de ella -podemos encontrarla de forma rápida a través de nuestro smartphone-, eso no significa que estemos realmente comunicados.
La comunicación implica mucho más: requiere interacción y un intercambio de mensajes, pensamientos y hasta emociones. De la información resultan opciones y alternativas; pero de la comunicación surgen decisiones y relaciones. La información es el primer paso para un camino que solo se podrá recorrer con el apoyo de la comunicación.
Las organizaciones trasladan su confusión entre información y comunicación al mundo virtual y a las redes sociales, y sus resultados continúan siendo negativos, pero esta vez digitalmente.
Por ejemplo, el error de un miembro de la organización con un cliente nunca más será un evento aislado: ahora será un suceso que afectará la reputación corporativa de la empresa y será divulgado al mundo entero a través de Facebook, Twitter, y YouTube, con fotos, audios y videos que lo convertirán en un hecho irrefutable.
Anteriormente la gestión comunicacional era necesaria a pesar de que los buenos resultados económicos cegaban a las organizaciones y los impulsaban a dejarla de lado. Hoy en día, sin embargo, la gestión profesional de la comunicación es imprescindible en las organizaciones, pues todos -incluyendo los no clientes- hablan bien o mal de nosotros y lo hacen con argumentos.
En otras palabras, activos intangibles como la reputación y la cultura corporativa -anteriormente poco conocidos o despreciados- son ahora la parte más visible de las organizaciones.
La comunicación es y será un acto estrictamente humano que no podrá ser reemplazado por la tecnología. El mejor diseño, la mejor página web, o la mejor aplicación móvil, nunca reemplazarán la emocionalidad que genera la comunicación interpersonal.
La comunicación corporativa es tan seria que no puede darse el lujo de tener ensayos. Una mala acción comunicacional puede tener altísimos costos en todo sentido. La gestión profesional implica planificar y diseñar estratégicamente qué decirle a mis públicos, cómo comunicarme con ellos, en qué momento, y cómo responderles cuando se acerquen.
Dicha gestión también incluye el ámbito interno de las organizaciones, donde se tiene el riesgo de que cualquier mal manejo interpersonal pueda exteriorizarse y viralizarse en las redes.
La comunicación es y será un acto estrictamente humano que no podrá ser reemplazado por la tecnología. El mejor diseño, la mejor página web, o la mejor aplicación móvil, nunca reemplazarán la emocionalidad que genera la comunicación interpersonal.
La toma de conciencia de esta realidad debe ser parte de la formación profesional en comunicación y no resultado de un aprendizaje tardío -y hasta doloroso- de una mala experiencia que podría afectar seriamente a la organización.
¿De qué modo tu empresa realiza correctas prácticas comunicacionales?
La comunicación es y será un acto estrictamente humano que no podrá ser reemplazado por la tecnología. El mejor diseño, la mejor página web, o la mejor aplicación móvil, nunca reemplazarán la emocionalidad que genera la comunicación interpersonal.
Coordinador académico de los Diplomas Internacionales en Comunicación de ESAN. Asesor, consultor y conferencista en temas comunicacionales. Socio principal de ANTEZANA Comunicación Corporativa. Creador y organizador del Congreso Suramericano de Comunicación Corporativa - COMUSUR y académico fundador de la Cátedra Itinerante de la Nueva Teoría Estratégica (CiNTE). Se ha desempeñado como Ejecutivo de Planificación Estratégica y de Comunicación Corporativa en CAF – Banco de Desarrollo de América Latina; y como Director de Comunicaciones y Protocolo en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú (MINCETUR). MBA por la Universidad Politécnica de Madrid, España. Coach ontológico certificado por The Newfield Network.
La inteligencia artificial transforma cada vez más el proceso de diseño de actividades operativas de comunicación en las organizaciones. Los comunicadores corporativos deben actualizar sus habilidades estratégicas y de gestión digital para mantener su competitividad.
La reputación corporativa se construye sobre la base de las apreciaciones de sus públicos externos y también de los colaboradores. Sin embargo, muchas empresas aún desconocen este concepto o lo confunden con otros cuyo proceso de formación es muy distinto.
Las crisis surgen sin previo aviso en las organizaciones, y dejan a las áreas de comunicación con escaso margen de tiempo de acción. Un manual de crisis puede orientar el accionar en estas situaciones, pero para su correcta función es preciso conocer cuáles son sus características y alcances.