Efectivamente, antes que los comportamientos logísticos y técnicos debemos tomar en cuenta el accionar humano.
Los comportamientos de las personas, en este caso asociados a un mal profundamente generalizado como la corrupción, dentro de los procesos de la cadena de abasto, tienen fuertes repercusiones. Veamos cómo.
Empecemos por reconocer que la transparencia y el desarrollo de un país son variables que van en el mismo sentido, es decir: "un país que es desarrollado es transparente". Y viceversa. Por lo tanto, si no existe la primera variable, es imposible que surja la segunda. Si esta es la premisa, entonces tenemos que entender que (salvo que deseemos permanecer sumidos en el subdesarrollo) hacer las cosas fácilmente visibles es lo que permitirá evitar sobrecostos sociales adicionados.
La corrupción es un tema que normalmente se ha asociado a la política, pero que también debemos considerar como un componente económico y social. Es social porque se vuelve un "impuesto" que la sociedad paga y nos quita posibilidades de desarrollo. Es un factor económico porque, aparte de ser un hecho inaceptable, afecta gravemente la situación económica del país.
Por lo tanto, la corrupción no solo es moralmente incorrecta, sino también socialmente perjudicial y económicamente desdeñable. Cualquier cálculo sobre cuánto dinero cuesta nos quedará siempre corto. En torno a ello hay una evidencia empírica, la cual nos muestra que la existencia de este mal produce una disminución en el crecimiento económico y la inversión privada, además de reducir la eficiencia de la misma. En adición a ello, aumenta la desigualdad, debilita el sistema legal y genera incertidumbre en los agentes privados.
Esto último se debe a que la corrupción genera contratos que no se respetan. Si bien éstos por definición son incompletos ya que son acuerdos para el futuro, la existencia de ciertos vicios en ellos, hará sin duda que tengamos muy cercanas las posibilidades de renegociación y, por lo tanto, de conflictos.
Frente a este escenario, debemos, aparte de generar una transparencia en todos nuestros actos que permita erradicar este mal, lograr un sistema de solución de controversias fuerte, integrado por las instituciones de arbitraje y un poder judicial autónomo. Ello nos permitirá más facilidad y libertad para contratar, y por lo tanto, efectuar transacciones libres de corrupción, y, en suma, social, moral y económicamente correctas.
Ello nos exige también renunciar a la tiranía del corto plazo, el cual quizás nos ofrezca ciertas satisfacciones hoy, pero que a la larga, nos traerá más de un problema. El desarrollo de nuestro país no está por ese camino.
¿Cree usted que los comportamientos de las personas dentro de los contratos y transacciones resultan fundamentales para lograr o no el tan ansiado desarrollo?
PhD y Master of Philosophy de Maastricht School Management, Holanda. MBA de la Universidad del Pacífico. Ingeniero Industrial de la Universidad Nacional de Ingeniería. Gerente de Logística de Minera Antamina. Ha desarrollado una exitosa carrera de más de 20 años en el área de compras y logística en el sector minero, en Minera Antamina y Southern Perú Copper Corporation.