Hace poco leía sobre ciertas especies vegetales y su capacidad para vivir en determinadas circunstancias. Me llamó la atención saber que, en zonas desérticas y de muy alta temperatura, existen plantas que, en lugar de poseer hojas verdes, las tienen de color azul, gris y verde para reducir la absorción de calor y sobrevivir con éxito.
Una lección al respecto: los tiempos de crisis nos hacen buscar y reflexionar en lo fundamental y, a la vez, desarrollar capacidades. Como las plantas en zonas desérticas, yo quiero apuntar a dos competencias que me parecen vitales para afrontar la crisis en que vivimos: la adaptabilidad y la gestión de la incertidumbre y la ambigüedad.
Biológicamente, se dice que la capacidad de adaptación de un organismo implica desarrollar mecanismos para sobrevivir en el medioambiente. Así, en el ejemplo que puse al inicio, las hojas de las plantas desérticas cambian de color porque el verde tradicional no les resulta funcional y hasta puede ser letal.
En ese sentido, la naturaleza nos ha provisto de la capacidad de ajustarnos a nuestro entorno de manera creativa. No solo se trata de aceptar, sino de crear. Una frase que leí lo sintetiza: "Adaptarse no es conformarse ni imitar al resto, sino buscar nuevas herramientas para nuevos escenarios". No basta con realizar ajustes o desarrollar nuevas habilidades, sino también renunciar a prácticas o usos habituales, y cambiar la forma de comportarnos y relacionarnos.
Por ejemplo, en los actuales tiempos, las organizaciones y los trabajadores se han visto casi forzados a tener que trabajar desde casa. Ello no solo implica aprender nuevas herramientas (como acceso a plataformas virtuales) y desarrollar nuevos patrones (empezar a trabajar sin salir de casa), sino, incluso, realizar reacomodos en domicilios (disponer de un lugar para trabajar de la manera más adecuada), lo que resulta muy difícil para muchos por lo abrupto del cambio.
Por un lado, literalmente, de un día a otro, las oficinas se trasladaron a nuestros hogares. A veces no contamos con los suficientes espacios para laborar con comodidad (espacios limitados en los departamentos) o con privacidad (por ejemplo, para teleconferencias), o descubrimos que nuestra red no es demasiado rápida para soportar todas las actividades que se realizan en el hogar (trabajo, estudios o diversión).
Los patrones de interacción también han cambiado. Antes nos encontrábamos de manera física con nuestros compañeros de trabajo. Ahora, la distancia física es la nueva pauta de comportamiento con los demás, incluso entre familiares. Por otro lado, nuestros hábitos son modificados con profundidad: higiene permanente (de las manos, casas y espacios de trabajo), uso de implementos imprescindibles para estar seguros, como mascarilla, guantes y, en algunos casos, lentes y otros tipos de protectores.
La competencia de gestión de la incertidumbre y la ambigüedad implica poder convivir con lo incierto, sin perder el control de nosotros mismos. Ello requiere de una alta capacidad de inteligencia emocional para mantener la serenidad y el manejo de los propios sentimientos, sin perder la empatía con los demás.
Al mismo tiempo, esta gestión requiere criterio y sentido crítico para ver oportunidades, ventajas y fortalezas de los momentos oscuros, a fin de identificar los mejores cursos de acción. Esto optimiza las decisiones a tomar. Por ejemplo, ante la pandemia, por lo pronto, no hay forma de proyectar con exactitud lo que se viene, la información es escasa y la situación, sin precedentes. Sin embargo, ello no debe impedir que, ante la falta de claridad y seguridad sobre el futuro, no se puedan ir tomando acciones.
Las empresas deben tomar medidas para afrontar la crisis económica y la gestión de su personal. Es necesario preparar cursos de acción y prever futuros escenarios como las medidas de seguridad que se darán a los trabajadores, el rediseño de puestos, actividades y espacios de trabajo, y la posibilidad de seguir usando el coworking. Lo peor que puede pasar es que se caiga en la trampa de la inacción por no poder manejar lo incierto. ¿Qué otras acciones deben tomarse con urgencia? Déjanos tu opinión.
Ph. D. en Administración por la IESE. Máster en Administración de la Información por ITESM. Ha sido directora de la Maestría de Organización y Dirección de Personas, y actualmente es vicerrectora académica en ESAN.