"Pishtacos en Huaycán. Tengan cuidado porque ya encontraron a un niño sin ojos y un adolescente sin sus órganos". Esto decía un aviso aparecido en las redes sociales, que formó parte de un psicosocial que terminó con hechos de violencia en Huaycán a finales del año pasado.

Todo empezó con la repentina aparición en el muro de muchos usuarios de Facebook dando una alerta a las familias en la zona de Huaycán por la presencia de traficantes de órganos que estaban atacando niños. Estos avisos pronto se viralizaron y terminaron con un hecho de violencia, ocurrido frente a la comisaría de esta zona perteneciente al distrito de Ate en Lima.

En este lugar un grupo de pobladores confundió a dos encuestadores que se encontraban por la zona con los temidos traficantes de órganos. Los trabajadores fueron agredidos e, incluso, se produjo un intento de linchamiento en su contra. Si no hubiera sido por la acción de los policías que los rescataron, estas personas habrían muerto.

Inmediatamente después de producido este rescate, una turba de pobladores arremetió violentamente contra la comisaría y acusó a los policías de apoyar a los presuntos traficantes de órganos, también llamados "pishtacos". Estos hechos causaron la muerte de una persona y hubo aproximadamente treinta heridos. Más tarde, se comprobó que la reacción de los pobladores tuvo como origen rumores sin pruebas que empezaron a circular en las redes sociales.

Las autoridades peruanas e instituciones como la Defensoría del Pueblo se manifestaron sobre este psicosocial. La preocupación fue muy grande, ya que no es el primer caso de esta naturaleza: hace unos meses la policía fue alertada sobre la circulación de una convocatoria a los jóvenes para reunirse a saquear un centro comercial de la capital peruana. 

Como sociedad estamos en un proceso de aprendizaje en este contexto virtual y con el uso de las redes sociales debemos crear nuevas normas de comportamiento en un mundo aún desregulado pero no exento de peligros.

Alerta: se puede repetir

En el caso de Huaycán, los autores del psicosocial apelaron al temor generado en la población por la supuesta presencia de traficantes de órganos que atacaban a niños. Pero también se utilizó la palabra "pishtaco", que tiene su origen en el quechua y que hace alusión a un personaje legendario andino que asesinaba personas para robarles la grasa abdominal y venderla. Esta creencia está asociada a zonas de la sierra peruana y de Bolivia.

Precisamente, la zona de Huaycán está poblada por muchos inmigrantes andinos que escaparon del flagelo terrorista a partir de la década de 1980, razón por la cual se conserva en el imaginario popular la figura del "pishtaco". Sin embargo, lo más peligroso de la violencia desatada es que el detonante sea un psicosocial nacido en las redes sociales, lo cual se está convirtiendo en una práctica común en la sociedad.

El fenómeno de las redes sociales ha permitido que las personas formen parte de un mundo interconectado y, con estos cambios producto de la tecnología, también están apareciendo formas de abuso a través de las redes sociales como noticias falsas que se viralizan en minutos y que producen trastornos sociales que pueden terminar en hechos de violencia individual o colectiva. A los ya conocidos casos de suicidios de personas por bullying a través de las redes sociales, ahora se suman psicosociales que tienen como consecuencia hechos de violencia en diferentes partes del mundo.

La sociedad, a través de sus instituciones y ciudadanos en general, debe estar preparada para enfrentar estos abusos y distorsiones que pueden llegar a tener connotaciones criminales y a los cuales nos exponemos con el uso de las redes sociales. Como sociedad estamos en un proceso de aprendizaje en este contexto virtual y con el uso de las redes sociales debemos crear nuevas normas de comportamiento en un mundo aún desregulado pero no exento de peligros.

¿Qué acciones deben tomarse para evitar nuevas situaciones como la registrada en Huaycán?