En estos casos podemos decir que no existe realmente el rol de un Chief Information Officer (CIO) o ejecutivo que apoye al gerente general, a quien le reporta directamente, a mejorar la competitividad del negocio a través del uso de tecnologías de información.
Sin embargo, en la medida que la tecnología de información tome mayor importancia estratégica para las organizaciones, veremos en forma más frecuente que las jefaturas de TI evolucionarán primero a gerencias de línea y luego a gerencias staff, y así tendremos cada vez un mayor número de CIO reportando directamente a la gerencia general.
El CIO debe participar en los comités directivos porque es quien tiene la capacidad de proponer soluciones tecnológicas a los requerimientos del negocio. Si el CIO no participa en el proceso de planeamiento estratégico es muy difícil que pueda aportar a la transformación de la organización usando tecnología de información. Por ello, el CIO además de la experiencia en el área, también debe tener una formación financiera para estar en capacidad de demostrar los beneficios tangibles que implica invertir en tecnología de información.
Su objetivo debe ser hablar el mismo idioma que se emplea en las áreas de negocio para hacerse entender y hacer comprender cuál es la importancia de la tecnología de información, teniendo precisamente como objetivo mejorar el negocio en forma global. Y esto es válido tanto para el sector público como para el privado.
Lamentablemente en el sector público estamos todavía más retrasados en el uso estratégico de la tecnología de información, porque en el Estado las áreas de TI son aún vistas como centros de costos, que solamente generan gastos y no retornos. Muy pocas organizaciones del sector público tienen una visión estratégica de las tecnologías de información.
La principal debilidad reside muchas veces en la incapacidad de demostrar cuál es el retorno esperado de los proyectos de inversión en TI. Es decir, cómo contribuirán a mejorar la eficiencia de la institución o a elevar la calidad del servicio, entre otros aspectos. En la medida que no se logre eso las áreas de TI en el sector público seguirán siendo percibidas como meramente operativas, sin mayor importancia estratégica.
En la década pasada pasado hubo experiencias exitosas de transformación del Estado mediante tecnologías de información, tales como, SUNAT, Aduanas y Registros Públicos. Esas instituciones utilizaron la tecnología de información en forma estratégica y hoy son consideradas como instituciones que funcionan bien en general. En cambio, otras instituciones en las cuales el uso de tecnología de información fue mínimo o sin mayor relevancia, son aún percibidas como ineficientes, con un pésimo servicio e incluso corruptas en algunos casos.
Ojalá que el sector público en su integridad tome conciencia del tremendo potencial que tiene la tecnología de información para brindar un servicio eficiente y de calidad a los ciudadanos y a las empresas. De ser así podríamos dar pasos agigantados en mejorar aún más la competitividad general del país.
¿El área tecnológica de su empresa o institución está preparada para sustentar el costo/beneficio de invertir en ella?
Ph. D. en Administración de Florida International University. Vicerrector de Investigaciones de Universidad ESAN. Ha sido Miembro del Consejo de Alto Nivel de apoyo a las negociaciones para la suscripción del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU, Miembro de la Comisión de Procedimientos Concursales de Indecopi-ESAN, consultor del BID y asesor de numerosas empresas industriales y de servicios en Perú y América Latina.
Las mallas curriculares de los MBA deben ser cada vez más flexibles para ajustarse a las necesidades de cada profesional. Para ello, se requiere una actualización constante de los cursos, acorde a la evolución de las tecnologías de la información (TI).
La presencia de los millennials en los MBA exige a las escuelas de negocio cambiar sus metodologías por otras más interactivas y participativas. Solo así mantendrán el interés de los participantes e impulsarán su aprendizaje.