El Gobierno publicó recientemente cinco normas que modifican las tasas del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), incrementando su valor para licores, gaseosas, cigarros, gasolinas y otros productos que perjudican la salud de la población y el medioambiente, como lo sostuvo David Tuesta, ministro de Economía y Finanzas.
Elevar el ISC para algunos productos tan requeridos puede parecer injusto por ser de consumo frecuente; sin embargo, el cambio no luce tan negativo porque se trata de bienes que generan un daño y adicción en los consumidores. Finalmente, gravar este tipo de productos se convierte en una regla de finanzas públicas óptima ya que es un bien inelástico.
Los bienes inelásticos ante incrementos en el precio, no reducen su cantidad en la misma proporción en la que aumenta el impuesto o precio. Para este tipo de bien, los niveles de ventas reaccionan poco ante cambios en sus precios por su gran necesidad o consumo frecuente, por lo que se espera un cambio progresivo en el estilo de vida de los ciudadanos.
No obstante, una contradicción notoria dentro de estos cambios es el impuesto hacia la adquisición de vehículos nuevos, mientras que los antiguos siguen exentos de ella. Por el lado ambiental, ambos vehículos generan contaminación, así que el ISC podría regir para ambos. Tomemos como ejemplo a Estados Unidos, donde algunos Estados, como Oregon, se perfilan como verdes y ecológicos, realizando revisiones exhaustivas a los vehículos e imponiendo duras penalizaciones para que su parque automotor sea menos contaminante. En esa línea, nuestra norma presenta contradicciones que deberían estudiarse mejor.
Adicional a ello, la medida servirá también para reducir el déficit fiscal acumulado desde hace un año y medio. Comenzó en la última etapa del Gobierno de Ollanta Humala y se agudizó durante la gestión de Pedro Pablo Kuczynski, acumulando un 3 %. La cifra indica que nuestros ingresos son menores a nuestros gastos. Hoy el Gobierno está recortando sus gastos más superfluos, como algunas consultorías que no impactan de manera positiva, con el propósito de reducir alguna brecha o generar un crecimiento.
Junto con el IGV y el Impuesto a la Renta, el ISC es una de las mayores fuentes de recaudación en nuestro país. Todas estas medidas dictadas son simples y podrían ayudarnos a llegar a un déficit del 1 % del producto bruto interno (PBI), lo que podría generar sostenibilidad fiscal a largo plazo. Además, la medida no es inflacionaria, ya que la canasta básica de consumo está más sesgada hacia los alimentos, por lo que no pasaremos del 3 % de inflación anual, nuestra meta actual de inflación objetivo del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
Elevar el ISC para algunos productos tan requeridos puede parecer injusto por ser de consumo frecuente; sin embargo, el cambio no luce tan negativo porque se trata de bienes que generan un daño y adicción en los consumidores.
Ph. D. en Economía, West Virginia University. Maestría en Economía por la Universidad de Alicante. Licenciado en Economía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor Visitante en Jean Moulin, Lyon- Francia. Ex miembro del comité de la Presidencia de Consejo de Ministros para selección de Jefe del INEI.
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