El panorama económico de Latinoamérica para este año es complicado. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que la economía mundial crecerá un 2.3 % al cierre del 2023, gracias a la resiliencia del gasto de los hogares en Estados Unidos, una mejor situación en la Unión Europea por el consumo, la disminución del precio del gas y un mayor crecimiento de China tras levantarse las restricciones impuestas durante la pandemia de la Covid-19.
No obstante, la ONU también estima que el crecimiento económico de Latinoamérica será solo de 1.4 %, debido a problemas como la creciente inflación, los problemas estructurales, la inestabilidad política y el impacto de problemas internacionales. Entre ellos, la guerra entre Rusia y Ucrania y el colapso del Silicon Valley Bank (SVB). ¿Qué reflexiones podemos rescatar de esta reducción en la perspectiva de crecimiento?
Es importante precisar que todos los países latinoamericanos somos vulnerables por igual, debido a la fragilidad de nuestros movimientos de capitales. En ese sentido, la problemática internacional ha disminuido el ingreso de estos capitales. Al mismo tiempo, se observa una ola política de izquierda que ha generado dificultades para llevar adelante proyectos de inversión pública.
La derecha dominó la región durante mucho tiempo. Sin embargo, durante la pandemia, se produjo un rechazo al establishment que condujo al escenario político actual. En Chile, se votó por una coalición de partidos de izquierda que no llegaban al poder en los últimos 50 años, mientras que en Colombia resultó ganador un exintegrante de una organización guerrillera. Sin embargo, las propuestas de estos líderes tampoco logran los resultados proyectados, lo que genera nuevas situaciones conflictivas.
La economía peruana se rige por cuatro motores: el consumo interno, la inversión pública, la inversión privada y las exportaciones. Sin embargo, solo el consumo interno impulsa el crecimiento del país e, incluso, este motor podría detenerse de un momento a otro, pues no se han tomado medidas para asegurar su continuidad. Las inversiones pública y privada atraviesan una situación complicada y la recuperación de las exportaciones dependerá de que no se produzcan más bloqueos.
Si queremos mejorar el escenario, necesitamos promocionar más las exportaciones. En el caso de la inversión pública, es necesario corregir el desarrollo del Megapuerto de Chancay, obra que tiene problemas por el hundimiento del suelo que provocó en las zonas vecinales. Asimismo, hay que darles a los inversionistas las condiciones adecuadas para ingresar y disminuir la tramitología.
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El consumo interno es el único de los cuatro motores de la economía peruana que sigue en marcha, pero no se han tomado medidas para asegurar su continuidad.
Ph. D. en Economía, West Virginia University. Maestría en Economía por la Universidad de Alicante. Licenciado en Economía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor Visitante en Jean Moulin, Lyon- Francia. Ex miembro del comité de la Presidencia de Consejo de Ministros para selección de Jefe del INEI.
Las reservas internacionales netas (RIN) del Perú hasta abril de este año ya alcanzaron un nivel muy superior al 2022. Este monto asegura que el país podrá responder ante retiros inesperados de capitales del sistema financiero.
La economía peruana cierra el año con un crecimiento muy débil y se prevé que podría no crecer durante el 2023. Sectores como servicios y comercio aportaron mucho durante el 2022, pero es necesario reactivar otros igual de importantes como construcción.