La reconversión productiva puede ayudar a muchos productores a diversificar sus cultivos e internacionalizar sus productos. Sin embargo, son necesarios algunos cambios normativos para asegurar la viabilidad de este proceso.
Hace poco cité esta frase de Michael Spence: "Uno de los más graves errores en una política de crecimiento económico es encontrar una fórmula que funciona y quedarse con ella por demasiado tiempo". Si la aplicamos al tema que vamos a desarrollar, podemos decir que, dentro del sector agrario y por distintas causales, existen cultivos y crianzas que, en su momento, generaron beneficios económicos al productor y productora, pero que hoy producen pérdidas. Ha llegado el momento de un cambio.
La reconversión productiva agropecuaria es una estrategia pensada como una opción para el cultivo de hoja de coca en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), el algodón en Ica y el arroz en las regiones del norte. En 2021, durante un conversatorio público sobre los avances en esta estrategia, se analizaron los resultados obtenidos. Así, se mostraron indicadores económicos palpables en Piura y en Ica, con la instalación del banano orgánico, la palta, los espárragos y la granada, mientras que, en el Vraem, el indicador no pasaba más allá del número de hectáreas reconvertidas y la inversión realizada.
En el 2017, con la modificación del marco normativo, se abrió la posibilidad de intervenir en todas las regiones. Por ello, en el 2020, la reconversión productiva despegó y se consideró a regiones como Arequipa, Moquegua, Pasco, Áncash, Huánuco y Madre de Dios, y se fortaleció lo que ya se venía haciendo en Piura e Ica. La reconversión es una alternativa viable para los pequeños productores de la agricultura familiar, ya que les permite diversificar su oferta con cultivos como frutales (permanentes) y demandados en el mercado internacional.
Hasta ahora, la intervención del Estado se ha enfocado en el cambio de cultivo. Sin embargo, la estrategia actual es ampliar la cobertura hacia las actividades pecuarias, promoviendo el cambio de tecnologías para la crianza o cambio de crianza per se. Ante la contundente estadística que refleja que el 100 % de los proyectos de reconversión corresponden al subsector agrícola, la norma especificó que también se puede, y debe, intervenir en el sector pecuario, por el difícil momento que atraviesan los ganaderos.
Los factores sobre los que se sustenta esta intervención son el desarrollo del concepto de asociatividad, acompañado de gestión empresarial, y una correcta identificación de mercado. Por ello, es fundamental un modelo de cadena de valor que involucre desde el inicio del proyecto a una empresa tractora que jale a todos los eslabones de la cadena. Asimismo, es importante un nivel de financiamiento del sector público y de la empresa privada, ya que garantiza la cantidad y calidad de la futura producción, aportando la contrapartida económica de las organizaciones agrarias, por ejemplo, y sabiendo, además, que la instalación de un cultivo, hasta su cosecha, implica inversión en capital de trabajo.
La reconversión productiva busca mejorar la rentabilidad y afrontar temas sensibles. Por ejemplo, tenemos la erradicación de la hoja de coca en el Vraem, o la experiencia de Madre de Dios, que permitió la inversión cercana a los S/10 millones para enfrentar la minería ilegal mediante la instalación de cultivos de cacao y copoazú. O también Ica, donde se volvió una alternativa para el algodón, además de la guanábana, pitahaya, limón tahití, granadilla y arándanos, en otras regiones, en áreas desde 0.5 hasta 5 hectáreas por productor.
No obstante, todas estas iniciativas de cambio, mejora y diversificación deben identificar mercado desde la concepción del proyecto. Sin ello no se garantiza el desarrollo ni la rentabilidad. También deben considerarse otros factores para acceder a los beneficios de la reconversión productiva: tener saneado el predio, contar con condiciones técnicas previas, como agua, accesos (vías carreteras) y con el aporte de capital propio para la inversión. No basta con buscar una fuente de financiamiento, sino también un enfoque territorial para complementar intervenciones, como la formalización de los predios rurales.
Por último, para desarrollar una propuesta de reconversión en el subsector pecuario, es clave que se reglamente la Ley n.o 31331, que introduce modificaciones a la norma 29736 sobre reconversión productiva agropecuaria, sobre todo si uno de los ejes de la segunda reforma agraria es el repoblamiento ganadero.
Fuente: Midagri (a noviembre del 2021)
Elaboración propia
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* Jorge Sandoval es docente del PEE en Agronegocios de ESAN.
La reconversión permite a los pequeños productores diversificar su oferta con cultivos frutales (permanentes) y demandados en el mercado internacional.
Magister en Gestión Pública por la Universidad San Martín de Porres. Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad de Piura. Asesor Principal de la Comisión Agraria del Congreso de la República. Ex Director Ejecutivo del Programa de Compensaciones para la Competitividad – AGROIDEAS, del MIDAGRI. Experiencia en planificación y proyectos de inversión pública y privada. Generación y ejecución de planes de negocios y proyectos de reconversión productiva a nivel nacional. Con especialización en enfoques transversales para el desarrollo local y gerencia de clúster. Experiencia docente en la Maestría de Agronegocios de la Universidad ESAN, Liderazgo y Gestión Agropecuaria en la Universidad UTEC. Formulación y Evaluación de Proyectos y Planes de Negocios con la Universidad Nacional de San Martín. Gestión de Agronegocios en la Escuela Latinoamericana de Desarrollo de la Agricultura. Actual director de Proyectos de Blue Consulting.
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