Todas las previsiones indican que, a pesar de los riesgos externos, nuestro país seguirá creciendo en el 2013 a niveles del 6%. Lamentablemente, esta cifra podría verse comprometida si el Estado no toma en cuenta una serie de problemas internos que amenazan con frenar nuestro crecimiento.
Para continuar creciendo sostenidamente se nos plantean como principales dificultades el bajo nivel de gasto en proyectos de infraestructura, la falta de un adecuado nombramiento de los funcionarios públicos y la evidente ausencia de un planeamiento estratégico a mediano y largo plazo.
Si sumado a estas variables, se vuelven a suceder hechos como los de Conga y La Parada, corremos el peligro de experimentar una contracción en nuestro crecimiento, el cual podría ubicarse por debajo del 5%.
El problema en ese sentido es que parece que el gobierno está actuando en una especie de piloto automático. Así pues, existe la sensación de que la acción del Estado está en su mayoría dirigida a ejecutar obras planeadas y presupuestadas por gobiernos anteriores. Y si bien no todo es negativo, pues se observan buenas iniciativas como los planes de estímulo para Pymes y Mypes, es sumamente notorio que no existe un centro de planificación estratégica y por lo tanto no hay una ruta a seguir.
En este punto debería tenerse más cuidado ya que estamos basando nuestra expansión económica en el alto precio de los metales en el mercado internacional, situación que no depende de nosotros y que corremos el peligro de que cambie en cualquier momento. Es así que desde el gobierno se debe sumar esfuerzos para tomar por las astas no solamente la tan postergada reforma del Estado, sino también los retos pendientes en sectores tan estratégicos como educación y salud.
No debemos dejarnos distraer por el auge de nuestro ciclo primario exportador, sino tratar de fomentar el crecimiento y desarrollo de la infraestructura y las industrias de valor agregado como la tecnología, condiciones sine qua non para poder sentar sobre cimientos firmes las bases de nuestro crecimiento.
Por otro lado, a pesar de que se prevé que la inflación se mantenga entre 1% y 3%, el encarecimiento de los alimentos debería plantearse como prioridad para el BCR, ya que se ha manifestado tanto en los mercados minoristas y mayoristas como en los supermercados, y está mellando fuertemente la economía de los estratos más bajos.
Si bien esta situación está alentada por el alto precio de los commodities internacionales, hay que aclarar que el problema está generado sobre todo por la existencia de grandes cuellos de botella en el abastecimiento y la oferta, además de una estructura de mercado imperfecta.
Esta situación está dada principalmente por la existencia de un fuerte oligopolio de intermediarios en el transporte, los cuales encarecen los fletes de acuerdo a sus intereses, llegándose a producir una diferencia entre el precio del campo y el de la ciudad de hasta 8 veces. Frente a esta situación se espera que la reubicación del mercado mayorista en Santa Anita ayude a aliviar estos problemas, y que en los primeros meses de este año las medidas adoptadas rindan los frutos esperados.
Finalmente, el desmedido aumento de los precios de los inmuebles no necesariamente se va a ver traducido en la formación de una burbuja inmobiliaria. Recordemos que el encarecimiento de los inmuebles se ha dado sobre todo en los niveles socioeconómicos A y B, donde en los últimos años se ha observado un vertiginoso crecimiento en los precios de aproximadamente 200%.
El hecho es que en estos sectores la probabilidad de incumplimiento es muy baja, lo cual ha impedido que se generen grandes problemas. Por el contrario, en los estratos donde este probable incumplimiento aumenta, no ha habido un crecimiento exagerado del precio por m2, lo cual elimina la posibilidad de una burbuja inmobiliaria, por lo menos por ahora.
De todos modos hay que señalar que estamos llegando a un tope, ya que con el nivel de infraestructura que tenemos, no vamos a poder mantener precios tan altos como los más de US$ 3,000 por m2 que se pagan actualmente en zonas como San Isidro.
En su opinión, ¿qué medidas específicas debe tomar el gobierno para enfrentar los problemas señalados? ¿Diría usted que, aparte de las mencionadas por el autor, hay otras dificultades que podrían detener nuestro crecimiento?
Ph. D. en Economía, West Virginia University. Maestría en Economía por la Universidad de Alicante. Licenciado en Economía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor Visitante en Jean Moulin, Lyon- Francia. Ex miembro del comité de la Presidencia de Consejo de Ministros para selección de Jefe del INEI.
Las reservas internacionales netas (RIN) del Perú hasta abril de este año ya alcanzaron un nivel muy superior al 2022. Este monto asegura que el país podrá responder ante retiros inesperados de capitales del sistema financiero.
El Perú y el resto de países latinoamericanos deben tomar medidas para afrontar problemas internacionales, como la guerra entre Rusia y Ucrania, el colapso del Silicon Valley Bank y la inestabilidad política de la región.
La economía peruana cierra el año con un crecimiento muy débil y se prevé que podría no crecer durante el 2023. Sectores como servicios y comercio aportaron mucho durante el 2022, pero es necesario reactivar otros igual de importantes como construcción.