Entre los principales reparos a los transgénicos encontramos uno que se refiere a la posibilidad de que sean dañinos para la salud humana. Es más, los detractores de los transgénicos nunca se atrevieron a afirmar que sean dañinos, sino que pusieron en tela de juicio la inocuidad de los productos genéticamente modificados.
Sin embargo, luego de aproximadamente 15 años de puesta en práctica la mejora de productos del campo a través de su modificación genética, no existe el menor indicio de que su consumo cause algún mal a las personas. Ni siquiera se menciona que produzcan alergias y mucho menos enfermedades o trastornos de otra índole. En síntesis, no son dañinos para la salud humana.
Otro cuestionamiento a los transgénicos es que el uso masivo de las semillas genéticamente modificadas representa un peligro para un país megadiverso como el Perú. Felizmente, nuestro país cuenta con muchas extensiones de tierras, especialmente en la Costa, donde se puede desarrollar una agricultura extensiva e intensiva que genere elevados rendimientos.
Semillas resistentes a plagas, que requieren menos agua y que garantizan un buen rendimiento constituyen una solución interesante tanto en términos de productividad como de rentabilidad para los agricultores.
Se dice también que si se masifica el uso de semillas transgénicas, el agro podría caer en manos de las transnacionales. Ese argumento es tan absurdo como decir que no debiera haber telefonía celular en el país porque los aparatos son fabricados en el exterior y dependemos de ellos. Como vemos, las dudas, preocupaciones y temores con relación a los transgénicos no tienen sustento.
Retomando el tema de la rentabilidad de los agricultores, algo que es preciso señalar es que este es un elemento que no se toma en cuenta en el debate. Gastón Acurio defiende los productos orgánicos, y sé que lo hace con muy buenas intenciones, pero hasta ahora no hemos escuchado o leído una comparación de las rentabilidades que generan los cultivos orgánicos y los cultivos en los que se emplean semillas transgénicas.
Por esta razón, considero que la siguiente etapa del debate debe desarrollarse sobre la base de indicadores más precisos, de manera que se deje a un lado los apasionamientos y subjetividades. Una mirada más objetiva, basada en los beneficios económicos y en la eficiencia del manejo de los recursos escasos, como es la tierra, hará de esta discusión algo más productivo.
Finalmente, el hecho que haya una reglamentación como la que se ha publicado y que esté vigente, hace que los transgénicos no sean un riesgo para la megadiversidad. La ausencia de un reglamento haría que los transgénicos ingresen sin control alguno.
¿Cree usted que en el debate en torno a los transgénicos ya todo está dicho o aún hay mucho por discutir y aclarar?
Estudios doctorales en Massachussets Institute of Technology – MIT. Profesor principal en Economía, Director del Instituto de Desarrollo Económico. Ha sido Director de Proyectos del BID y del Banco Mundial, jefe de gabinete de la alta dirección del Ministerio de Agricultura y asesor del Ministro de Economía y Finanzas Consultor de empresas del sector agropecuario, forestal, textil, construcción y comercio internacional.
Si bien el sector agrícola tuvo un buen desempeño durante el 2018, es necesario innovar en la producción y buscar nuevos mercados en la región. Asimismo, se deben contemplar nuevas fuentes de financiamiento para las pequeñas y medianas empresas.
Los agronegocios en el Perú han logrado un avance destacable en los últimos años pese a que aún se encuentran lejos de un crecimiento óptimo como sector. Si se quiere ganar mayor competitividad es necesario que la actividad agrícola no se limite a ser únicamente extractiva.