Este 7 de febrero, el Perú se convirtió en el sexto país latinoamericano en iniciar su carrera contra el tiempo en el proceso de vacunación, en busca de la deseada inmunidad de rebaño. Por ahora, 150 000 compatriotas comenzarán a ver la luz al final de ese túnel oscuro que significó la COVID-19 en el 2020. Con el avance hasta el 28 de julio, el próximo Gobierno deberá completar la tarea de vacunar a 24.5 millones de compatriotas mayores de 18 años antes de finalizar el año del bicentenario.
Durante el primer trimestre del año, además del primer millón de dosis, se recibirá más de dos millones de la vacuna de Sinopharm, junto con otros lotes procedentes de la iniciativa COVAX Facility y del reciente acuerdo con Pfizer. Durante los siguientes trimestres se agregarán paquetes suplementarios de esas mismas fuentes, así como los provenientes de AstraZeneca.
Con acuerdos suscritos por un total de 85.2 millones de dosis, el éxito solo depende de efectuar los pagos, completar la tramitología previa a los posteriores embarques, el transporte, la llegada y el desaduanaje, así como su almacenamiento y distribución nacional (cadena de frío incluida). Así se logrará la ansiada aplicación de la vacuna en el hombro de cada peruano y peruana, en todas las regiones del país.
Para el primer millón de dosis, repartido en dos entregas (de 300 000 y 700 000 vacunas), el sector privado ha brindado el apoyo necesario en la logística, desde China hasta su llegada al Perú, y la entrega al Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud (Cenares) del Ministerio de Salud (Minsa), en el Callao. Desde allí, el reparto a puntos principales en las regiones se maneja mediante gestión pública.
Si durante este año no se logra la meta de protección de 24.5 millones de personas, según el plan del Minsa, la probabilidad de una tercera ola seguirá latente.
Si tomamos en cuenta la experiencia previa del sistema de salud peruano en campañas masivas de vacunación, podemos confiar en que este primer proceso se ejecute de forma rápida y eficaz. Si bien no se descartan errores, deben minimizarse las "pérdidas" de cualquier índole, para lo cual debe contarse con un sistema de trazabilidad electrónica en tiempo real, tanto logística como de monitoreo individualizado de posibles reacciones adversas, posteriores a la vacunación.
Ello constituirá una nueva evaluación de la capacidad del sector público y, obviamente, se obtendrán valiosas lecciones aprendidas, con miras a los siguientes lotes de vacunas que se recibirán hasta antes del cambio de Gobierno.
Lima tiene una particularidad por la coexistencia de dos modalidades de gestión de almacenamiento y distribución de medicamentos e insumos. Uno es eminentemente público, a través de Cenares, con las redes del Minsa. Otro es del tipo asociación público-privada, en la red de la seguridad social (EsSalud). Será importante observar el desempeño en cada caso.
El concepto de "inmunidad de rebaño" se refiere a la forma en que una población (la peruana), en un territorio (el Perú), y así en cada región del país, puede lograr el control de la epidemia en una fecha determinada. Es decir que, en determinado momento, el 70 % de esa población, como mínimo, se debe encontrar protegida (inmunizada), con defensas suficientes contra el virus.
Así, además de cortar la trasmisión del virus hacia los demás, se evita una enfermedad severa y, eventualmente, morir. Este principio se aplica con las vacunas existentes hasta el 2020 en el país, y que la gran mayoría de la población recibió en la infancia: contra la poliomielitis, el sarampión, la difteria y tantas otras enfermedades ahora prevenibles por las vacunas.
Las variantes del virus, incontables hasta ahora, son consecuencia de su necesidad de evolucionar para sobrevivir. A más personas infectadas en el tiempo, más alargará su supervivencia, lo cual permitirá su evolución y la aparición de variantes. Caso contrario, si no encuentra personas a quien infectar (vacunadas o que siguen los protocolos de bioseguridad), sobrevivirá cada vez menos hasta desaparecer y no tendrá tiempo para que sus variantes se desarrollen e infecten a más personas.
Las variantes generan que:
¿Es posible una tercera ola de la COVID-19 en el Perú? Por supuesto. Si durante este año no se logra la meta de protección de 24.5 millones de personas, según el plan del Minsa, la probabilidad de una tercera ola seguirá latente, pues el virus seguirá disponiendo de una parte importante de la población, susceptible de ser infectada por sus variantes vigentes y por las nuevas.
Por ahora, solo nos queda seguir protegiéndonos, a nosotros y a los demás, con el combo mascarilla, distanciamiento, lavado de manos y ventilación. Asimismo, hay que evitar la desinformación y el ambiente de ansiedad extrema que, de forma insistente, las redes sociales y el mismo periodismo (incluido el "serio") contribuyen a crear, mantener y exacerbar, sin verificar la información provista y en un afán de posicionarse en la mente de las personas a cualquier precio. ¿Qué otras acciones son necesarias para prevenir los contagios mientras llegan más vacunas? Déjanos tu opinión.
Si durante este año no se logra la meta de protección de 24.5 millones de personas, según el plan del Minsa, la probabilidad de una tercera ola seguirá latente.
MBA por ESAN con mención en Finanzas y médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Con 32 años de experiencia profesional en salud, a niveles público y privado, incluyendo la gestión integral de proyectos de salud y desarrollo social; 22 de ellos en el diseño, implementación, gestión y evaluación de innovaciones con Salud Digital en Perú, Panamá, Colombia, Paraguay y Ecuador, incluyendo la docencia en gestión de salud digital. Participó activamente en la implementación y expansión nacional e internacional de ALERTA, la primera Red de Salud Digital para Vigilancia de Enfermedades de alcance nacional y de mayor vigencia.
Docente de posgrado en salud desde el 2001. Actualmente es docente en gestión de salud digital en la Universidad ESAN y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
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