En los últimos meses se ha publicado mucha información sobre la inteligencia artificial (IA) y sus aplicaciones en diversos campos como la salud. Se pronostica que el mercado global de IA en salud podría ascender hasta los USD 222 billones para el 2031. ¿Cuán factible es su implementación para mejorar los servicios de salud en el Perú?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inteligencia artificial (IA) se refiere a la capacidad de algoritmos codificados en medios tecnológicos de aprender sobre los datos para realizar tareas automatizadas sin necesidad de que una persona programe de manera explícita cada paso del proceso.
En el sector salud, la IA es parte de la salud digital, definida por la OMS como el campo del conocimiento y la práctica relacionada con el desarrollo y uso de tecnologías digitales para mejorar la salud. Asimismo, amplía el concepto de cibersalud para incluir a los consumidores digitales con una gama más amplia de dispositivos inteligentes y equipos conectados. También abarca otros usos de las tecnologías digitales en el ámbito de la salud, como el internet de las cosas, la IA, los macrodatos y la robótica.
En este contexto, la IA cobra cada vez mayor relevancia en salud con sus diversas aplicaciones potenciales. Según la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la Fundación Rockefeller, puede emplearse en campos como:
Salud individual. Triaje, apoyo diagnóstico, apoyo a la decisión clínica y gestión de cuidados crónicos.
Salud poblacional. Monitoreo, predicción y gestión de riesgo poblacional.
Sistemas de salud. Detección de fraude, control de calidad, codificación y facturación.
Tecnología médica. Descubrimiento de medicamentos, apoyo en ensayos clínicos y farmacovigilancia.
Erick Iriarte, abogado especializado en derecho digital, señala que la posibilidad de tener bots que produzcan contenido en base a información recabada no es ninguna novedad, pero existen dos limitaciones básicas a tomar en cuenta. La primera es la fuente de donde se nutren, entendida como el alcance de la información sobre la cual se construyen. Una base más amplia permitirá tener más elementos para generar un promedio y, con ello, brindar un contenido.
Iriarte sostiene que esta primera limitación debe medirse en función de la segunda: los sesgos de construcción de la herramienta (la IA). Resulta paradójico que apreciemos solo el instrumento tecnológico y olvidemos que este fue construido por otros seres humanos. Si estas personas colocan sesgos (con o sin intención) para el análisis de la información, la construcción de las bases de datos o el tipo de información que toma la IA, la neutralidad no está presente, por lo que la tecnología nunca lo es.
Por ello, tal como señala un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), primero es fundamental tener una infraestructura de datos digitales. Para una creación y un uso realmente eficientes del software con IA, los datos deben estar estructurados y estandarizados, incluidas sus definiciones, y ser accesibles para los innovadores. Otro requisito importante es tener claros los detalles respecto a las leyes y regulaciones aplicables. Las autoridades deberán clarificar cómo abordar el tema del riesgo cuando un producto usa algoritmos de caja negra.
Por último, la educación sobre IA en general y, en particular, sobre cómo evaluar software de salud con IA y sus recomendaciones, será esencial para desplegar esta tecnología de manera segura y usarla para aumentar la inteligencia humana. Además, es necesario desarrollar mejores prácticas y luego trabajar con ellas de forma sistemática.
Las ventajas globales que se han descrito sobre la aplicación de la IA en la salud son muy relevantes para el Perú, donde solo cuatro de cada diez personas que se sienten enfermas se atienden en algún servicio de salud, público o privado, y la mitad de ellos prefiere acudir a boticas o farmacias. Además de la inadecuada gestión de los servicios de salud en los tres niveles de atención y las limitaciones de la oferta tanto en infraestructura como en recursos humanos especializados, son parte de las causas subyacentes.
Para afrontar esta situación, la IA en salud promete ampliar de forma masiva y eficiente la cobertura de atención, tanto en salud individual como colectiva a nivel de promoción, prevención y recuperación de la salud. Sin embargo, dadas las características del sector, su aplicación no está exenta de riesgos, aun cuando su avance es incipiente y podrían tomarse atajos en base a las lecciones aprendidas de otros países.
Como la IA es parte de la salud digital y esta es transversal a la gestión y prestación de servicios de salud, primero necesitamos que la salud digital sea parte de la formación de pregrado de las carreras en salud y figure de manera transversal en los diferentes cursos de la malla curricular. Se han logrado avances en el área de posgrado y la oferta de programas está creciendo, pero aún existen limitaciones, en comparación con otros países del continente.
Sobre la implementación de soluciones de IA en salud en el país, existen esfuerzos aislados de los sectores público y privado. Sin embargo, si se pretende un mayor escalamiento de salud digital e IA, el liderazgo y la rectoría del Ministerio de Salud (Minsa) son indispensables. Además, debe mejorarse la conectividad hacia y desde los ciudadanos, así como la infraestructura tecnológica de las instituciones prestadoras de servicios de salud (Ipress) bajo la responsabilidad de cada subsector público, sea propia, tercerizada o gestionada como asociación público privada (APP), por ejemplo.
En paralelo, deben generarse bases de datos interoperables con datos propios de la población peruana. Lo más importante es implementar la historia clínica electrónica (HCE) de cada ciudadano y garantizar la seguridad y confidencialidad de sus datos. A la fecha, el subsector privado, a través de las grandes clínicas, ha avanzado de manera significativa. En el subsector público, Essalud, con su Servicio de Salud Inteligente (ESSI), ha dado un paso importante para integrar la información de salud de los 11 millones de asegurados (un tercio de la población del país), además de los casos emblemáticos de sus hospitales Alberto Leonardo Barton Thompson y Guillermo Kaelin de la Fuente, bajo modalidad APP.
No obstante, la implementación en las cerca de 8700 Ipress en todo el país, bajo la tutela del Minsa y los Gobiernos regionales, es incipiente. Los esfuerzos realizados, incluidos los S/30 millones dispuestos por Minsa en el 2022, aún no muestran los resultados mínimamente esperados y la responsabilidad es solamente institucional.
Las ventajas de la IA son muy relevantes para el sector salud del Perú, donde solo cuatro de cada diez personas que se sienten enfermas se atienden en algún servicio de salud, público o privado, y la mitad de ellos prefiere acudir a boticas o farmacias.
MBA por ESAN con mención en Finanzas y médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Con 32 años de experiencia profesional en salud, a niveles público y privado, incluyendo la gestión integral de proyectos de salud y desarrollo social; 22 de ellos en el diseño, implementación, gestión y evaluación de innovaciones con Salud Digital en Perú, Panamá, Colombia, Paraguay y Ecuador, incluyendo la docencia en gestión de salud digital. Participó activamente en la implementación y expansión nacional e internacional de ALERTA, la primera Red de Salud Digital para Vigilancia de Enfermedades de alcance nacional y de mayor vigencia.
Docente de posgrado en salud desde el 2001. Actualmente es docente en gestión de salud digital en la Universidad ESAN y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
La creación del nuevo ministerio constituye una propuesta del Gobierno actual para cerrar la brecha de infraestructura que afronta el Perú en las últimas décadas. Sin embargo, cabe cuestionarse si esta medida tendrá el impacto deseado.
En los últimos 15 años, las políticas de gobierno han planteado de manera reiterada la participación del sector privado en el desarrollo social del país, incluido el sector salud, cuya situación aún es crítica. Casi el 100 % de los 9000 puestos, centros de salud y hospitales públicos presentan una inadecuada capacidad instalada y principalmente han sido manejados bajo gestión pública. Urge la mejora de su gestión, siendo una alternativa la mayor participación del sector privado, vía las asociaciones público-privadas (APP).
En el 2022, de los S/5 800 millones disponibles para inversión pública en salud, se dejó de ejecutar S/1 800 millones, especialmente por parte de los Gobiernos regionales y locales. A ese ritmo, ¿qué le espera al sector en este 2023?