El Perú es un país muy rico en biodiversidad que, lamentablemente, no está aprovechando totalmente tal condición. Dadas estas características es preocupante que exista -a nivel global- una corriente que pretende imponer un modelo de desarrollo agroindustrial basado en los transgénicos, que apunta hacia la commoditización de las plantas y productos agrícolas, y que puede dañar la biodiversidad con peligrosos efectos en la salud.
La biodiversidad está integrada por una variedad de recursos, servicios, materia, información y conocimientos ancestrales referidos a organismos vivos, sistemas terrestres, marinos, acuáticos -y los complejos ecológicos del cual son parte-, incluyendo la variedad dentro de la especie y entre especies, así como los ecosistemas mismos.
La variedad de la biodiversidad es tan amplia que se utiliza de múltiples maneras y sus componentes cumplen miles de funciones. Los países que poseen biodiversidad tienen la oportunidad de promover el desarrollo de miles de industrias y formas de generar valor de esos recursos, y no solamente de aquellos que se derivan de la ingeniería genética y la biotecnología. Y estos productos son generalmente saludables y beneficiosos para los consumidores.
Existen, por ejemplo, numerosas plantas que tienen gran potencial para desarrollar su producción y abastecer tanto al mercado nacional como al exterior. Una de ellas, el camu camu, sirve para hacer un refresco tan delicioso como saludable, con elevado nivel de antioxidantes. Ciertamente, su producción y consumo local ha aumentado, pero se ha limitado a abastecer un relativamente reducido número de restaurantes especializados en comida de la selva en diferentes ciudades del país. No se ha desarrollado todavía una masiva producción agroindustrial, que sirva también para la exportación. Ni qué decir de aplicaciones a la industria de alimentos nutraceúticos, medicina y medicamentos tradicionales, cosméticos naturales, tintes, herbolarios, etc.
Los modelos basados en transgénicos por lo general tienen un problema de bioseguridad, y pueden contaminar generando efectos negativos contra la agricultura tradicional. Apostar, por ejemplo, por la importación de semillas transgénicas, puede no solo generar problemas de contaminación, sino también perpetuar el monopolio de las patentes y el despojo de los derechos tradicionales de los agricultores a elaborar y utilizar sus propias semillas. Por esta razón, se hace necesario aplicar las medidas señaladas en el Protocolo de Cartagena y el Protocolo de Nagoya, que resguardan y previenen algunos de estos peligros.
Por otro lado, se encuentra el problema de la falta de información, de la negativa de las empresas que producen transgénicos de informar transparentemente al público acerca del contenido de sus productos, de forma que el ciudadano común y corriente pueda tomar decisiones de consumo de manera apropiada.
Aún en el Perú, en donde luego de mucho batallar se ha dado la moratoria de la entrada de transgénicos y se ha aprobado la obligatoriedad de la provisión de información acerca de los transgénicos en el etiquetado de los productos, todavía no se ha podido reglamentar estas disposiciones, deviniendo la legislación en la práctica, como inejecutable.
Sin dejar de atacar estos problemas, el Perú debe aprovechar su biodiversidad para promover una variedad de industrias que añadan valor a los recursos naturales, teniendo siempre en consideración los derechos y el respeto a las cosmovisiones de los pueblos en donde se encuentran estos recursos.
¿Qué medidas considera usted que se deben tomar para aprovechar mejor la biodiversidad del Perú?
Profesor Principal y Director del Centro de Propiedad Intelectual, Competencia, Consumidor y Comercio (CEPIC) de la Universidad ESAN. Ha sido Consultor en UNCTAD, Ginebra, Presidente de Directorio de INDECOPI, Vocal de la Sala de Defensa de la Competencia, entre otros. Ph. D. por Cornell University.