El sector agrícola, manufacturero o construcción no son iguales. Todo lo contrario, la igualdad de las actividades económicas solo forma parte de la teoría económica neoclásica. Hay actividades que generan valor y otras que no mucho. Entonces, no pueden situarse en un mismo nivel. Pese a ello, la frase "sector estratégico" se eliminó e incluso se acusaba de comunistas a los que pedían que el Estado promueva los sectores estratégicos.
Cuando uno va a Estados Unidos se da cuenta que ese país tiene sectores estratégicos que ni siquiera explotan, pues se inclinan por adquirirlos de otros países para que sean ellos los que vayan perdiendo sus recursos. Esta decisión pasa porque los estadounidenses prefieren conservar la fuente de sus bienes para futuras generaciones. En este sentido, negar los sectores estratégicos es parte del modelo económico predominante que hemos tenido en los últimos años.
El modelo también señala que los problemas los resuelve el mercado solo. En décadas pasadas se decía que el Perú tenía mucho Estado. Mario Vargas Llosa, durante su candidatura presidencial, decía que había que reducir el Estado porque había poco sector privado. Eso parece un dogma.
El tamaño del Estado se puede medir en cuánto gasta en proporción a lo que el Perú produce. Las estadísticas de los años noventa del Banco Mundial señalaban que el Perú era el penúltimo en el mundo, con un gasto público de 8% del PBI. Hoy estamos en 16% del PBI.
Pero hay un agravante. Esa cifra se gasta mal, lo que impide que el Estado cumpla su función social y tecnológica, por ejemplo. También es ineficiente por la corrupción y el mal manejo de los recursos de todos. Por eso se dice que hay que evitar que el Estado crezca más, que no haya sectores estratégicos y que el mercado resuelva todo solo.
¿Por qué se importa entonces miles de toneladas de maíz si el Perú podría producirlos? No se hace porque no funciona el mercado. Los que producen maíz son pequeños agricultores que están desarticulados. Las empresas prefieren comprar del extranjero de un solo pedido. Esto es una falla de coordinación de mercado que debería resolver el Estado interviniendo, juntando agricultores, estandarizando la producción, involucrando a la universidad y a las empresas compradoras. Así, cuando todo camine por sí solo, el Estado se retira.
Lamentablemente se insiste en que el mercado es sacrosanto. Así pasan 50 años y no se puede producir maíz en el Perú. Ejemplos de este tipo hay miles. El modelo económico que hay que promover debe buscar una mejor relación entre Estado y mercado. Para esto hay que tener los ojos abiertos en vez de la mente cerrada, y ver qué condiciones hay detrás de la economía.
¿En qué otras fallas del mercado podría intervenir el Estado?
Profesor Principal y Director del Centro de Propiedad Intelectual, Competencia, Consumidor y Comercio (CEPIC) de la Universidad ESAN. Ha sido Consultor en UNCTAD, Ginebra, Presidente de Directorio de INDECOPI, Vocal de la Sala de Defensa de la Competencia, entre otros. Ph. D. por Cornell University.
El Perú es un país muy rico en biodiversidad que, lamentablemente, no está aprovechando totalmente tal condición. Dadas estas características es preocupante que exista -a nivel global- una corriente que pretende imponer un modelo de desarrollo agroindustrial basado en los transgénicos, que apunta hacia la commoditización de las plantas y productos agrícolas, y que puede dañar la biodiversidad con peligrosos efectos en la salud.