Siendo el Perú un país donde aún existen muchas carencias en parte importante de la población, las inversiones deberían ser bien recibidas y tratadas no sólo por las autoridades del gobierno central, sino, sobre todo, por aquellas poblaciones pobres que están dentro de los ámbitos de influencia donde se asientan generalmente dichos proyectos.
Sin embargo, observamos que sucede todo lo contrario en dichas zonas. Es decir, hay una actitud reacia y confrontacional contra ese tipo de inversiones, que en teoría, vendrían a significar una gran oportunidad de empleo y de demanda de recursos y servicios para dichas poblaciones, ayudándolas a progresar y salir de la pobreza.
¿Cómo explicar esta situación?
a.- Un primer aspecto a considerar es que la historia de las actividades extractoras de recursos naturales, sobre todo minería y petróleo, tanto a nivel nacional como internacional, tienen muchas experiencias negativas en cuanto a los impactos sobre la salud de las personas, la fauna, los recursos naturales y el medio ambiente
Esto significa que existe una experiencia colectiva no deseada, incluyendo a países desarrollados y no desarrollados. Las reacciones de la población, en ambos casos, tienden a ser muy parecidas a los hechos que vemos al interior de nuestro país. Se trata de actividades que por sus propias características generan riesgo, temor, oposición y conflicto.
b.- El Perú es un país con gran preocupación sobre el cambio climático, y toma postura a favor de dar las medidas necesarias para que el desarrollo sea sostenible. Por esta razón, todas las inversiones que se hagan deben pasar por realizar estudios de Evaluación de Impacto Socio Ambiental; respetar la opinión y cultura de las poblaciones oriundas de los ámbitos territoriales donde se invertirá; y sobre todo demostrar que no se van a producir daños irreversibles contra los recursos naturales, el medio ambiente y las costumbres ancestrales de las poblaciones.
El compromiso que deben cumplir el gobierno y las empresas inversoras es todo un desafío: lograr que las poblaciones los vean como amigos de sus intereses y que confluyan en el objetivo de lograr el desarrollo sostenible.
¿Qué pasaría si por una mala gestión de las empresas mineras, petroleras o de energía se dañan drásticamente los recursos y estos dejan de ser renovables? Ese es el temor y el riesgo que el Estado y los inversionistas deben sosegar, ya que mientras eso persista, y exista desconfianza, la que puede ser aprovechada por grupos beligerantes, seguiremos teniendo conflictos como los que están ocurriendo en estos días, donde las inversiones y oportunidades tendrán que seguir esperando.
¿Cree usted que el gobierno y las inversiones privadas vienen trabajando por un desarrollo sostenible?