Los resultados de la conferencia, que congregó a 193 gobernantes del mundo o sus representantes, no han satisfecho a la mayoría de países. Sobre todo porque la posición de los países más industrializados y más contaminantes del planeta, mediatizados por la crisis financiera, ha sido de poco compromiso respecto a las medidas urgentes que se deben tomar para reducir los niveles de emisión de los gases de efecto invernadero, contribuyentes principales al calentamiento global.
Asimismo, no se logró un consenso sobre la definición de economía verde y la forma de avanzar hacia su concreción. Sin embargo, paralelo a las discusiones oficiales de los representantes de los gobiernos, se desarrolló un sinnúmero de eventos y conferencias por parte de organizaciones de la sociedad civil, especialmente empresas, organismos no gubernamentales y activistas de gobiernos locales.
En estos eventos sí se tomaron acuerdos más precisos para ejecutar acciones de corto plazo que disminuyan los efectos del calentamiento global. Por ejemplo, impulsar la implementación de energías limpias en las actividades industriales y desarrollar prácticas de Ecoeficiencia como parte de la estrategia de Responsabilidad Social Empresarial.
Aquí queremos destacar la importancia de esa estrategia para actuar contra el calentamiento global, la cual se sustenta en los siguientes principios:
Si las empresas de los diferentes países del mundo -grandes, medianas o pequeñas- así como las inversiones públicas, se identifican con el enfoque de Ecoeficiencia y aplican desde ahora por iniciativa propia de responsabilidad social esos principios, sin necesidad de esperar las directivas o normas que emanen desde la administración central de los países, se podría avanzar con resultados importantes a corto plazo, en la lucha por disminuir el grave riesgo que implica el calentamiento global.
¿Qué comentario le merecen los acuerdos a los que llegaron las empresas en las reuniones paralelas a la Cumbre Río+20?