La segmentación de clientes es una práctica consolidada en la gestión de las empresas, ya que facilita el desarrollo de una propuesta de valor personalizada y decanta en una promesa de marca al mercado. Esta funge de guía de orientación del diseño de la experiencia del cliente. En este contexto, los gestores de la experiencia del cliente diseñan las experiencias en los puntos de contacto (organizan procesos, personas, sistemas, etc.). Usualmente utilizan customer journey y/o service blueprint, y entienden el viaje del cliente o del usuario desde sus expectativas más críticas, emociones y conveniencias (perspectiva del cliente).
No obstante, la construcción de los procesos que son parte relevante de la base de cualquier interacción con los clientes no suele depender de los gestores de la experiencia. Muchas veces recae de manera fragmentada en diversas áreas de las empresas. Esto genera el riesgo de que los procesos de negocio no sintonicen con la perspectiva de los clientes y, mucho menos, con la promesa de marca al mercado.
¿Qué acontece en el marco del diseño de experiencias o después de diseñadas para que los procesos de negocio no capten las perspectivas de los clientes? Veamos tres casos:
Lo más recomendable al diseñar la experiencia es que los procesos de negocio se alineen a la perspectiva de los clientes en coherencia con la propuesta de valor y promesa de marca comunicada según el segmento. En la práctica, con mayor frecuencia, tendrá que apelarse a momentos de rediseño de la experiencia.
Este contexto de rediseño de la experiencia estaría marcado por una buena práctica sugerida: establecer como parte de la cultura de trabajo una revisión periódica de los principales procesos de negocio con los clientes (compra, facturación, créditos, entrega, servicios, soporte y reclamos de garantías, entre otros), con impacto en las principales experiencias que brinda la empresa, y realizar un ejercicio de repensarlos con base en contrastar las siguientes preguntas:
Esta práctica de análisis favorece un ejercicio de empatía, que sugiere la especificación, con cierta periodicidad, de iniciativas de adecuación de los procesos a la perspectiva del cliente, a fin de realinear su experiencia. ¿Has aplicado este análisis en tu compañía? Cuéntanos tu experiencia.
* Manuel Ramos Soldevilla (MBA) es profesor en los programas del Sector B2B de ESAN.
Al diseñar una experiencia, es recomendable que los procesos de negocio se alineen a la perspectiva de los clientes según la propuesta de valor y la promesa de marca.
Es consultor en Gestión de la Experiencia del Cliente, experiencia del colaborador y Customer Success. Más de 20 años de experiencia en empresas privadas, del estado y servicios de consultorías en diversas industrias. Ha sido Subgerente de gestión de experiencia del cliente para Ferreycorp S.A.A., y Jefe de Experiencia del cliente de Ferreyros S.A. Economista por la Universidad de Lima. Magíster en Administración por la Universidad ESAN y Certificado por Strativity Group en Customer Experience Management
En situaciones complicadas, los clientes esperan de la empresa una respuesta acorde a sus expectativas. Las estrategias DEVA ayudan a las empresas a cumplir este objetivo, a la vez que orientan mejor el comportamiento de sus colaboradores.
El alineamiento de la experiencia del empleado y del cliente, junto con el éxito del cliente, facilitan el desarrollo de relaciones saludables entre todos los actores que intervienen en la gestión de un negocio.
La gestión de las experiencias del cliente debe alinearse a los objetivos, retos, dolores y oportunidades del negocio. El ciclo de vida del cliente permite lograr este objetivo.