El coaching es conocido por ser una disciplina que emplea múltiples herramientas y puede complementarse con diversas metodologías. Es por ello que hoy posee tantas ramas y especialidades. Como su nombre lo indica, se basa en un proceso de entrenamiento con un objetivo claro y siempre acompañado por un coach(entrenador).
En el plano laboral, encontrar trabajo no es fácil. Se necesita tiempo, planificación y gestión emocional. Es aquí donde hablamos del coaching para el empleo (job coaching), una rama que busca acompañar al coachee (cliente) en todo este proceso para que consiga un trabajo en el cual se sienta realizado y satisfecho. Es decir, el trabajo se alinea con sus habilidades, su propósito y sus objetivos profesionales.
El job coaching se divide en dos etapas, que es conveniente diferenciarlas para que no haya confusión. La primera se denominaría "soft", y determina el trabajo que quiero de acuerdo a la persona que soy; y la segunda se denominaría "hard" que establece el cómo llegar a ese trabajo.
Sin realizar la primera etapa "soft" será difícil que encuentre un trabajo que realmente le satisfaga. Consiste en determinar, primero, su visión de un futuro profesional, su objetivo laboral y el establecimiento de un trabajo soñado. Se trata de un reto bastante grande porque, a veces, estos sueños se reducen por las propias creencias, limitantes o emociones del profesional.
Hoy observamos que muchas personas han sido despedidas y están largo tiempo sin trabajar. Ellas ven sus sueños como imposibles y están llenas de pesimismo o resignación. En ese estado resulta difícil tener sueños retadores e inspiradores. Es aquí donde siempre señalo a mis coachees que marquen su primer objetivo establecido con revisión cero, y que se pongan en marcha con esto, luego, conforme sus sueños crezcan surgirán nuevas revisiones del objetivo.
El principal error que se comete en torno al coaching es creer que se trata de una fórmula mágica para mantenerse empleable, cuando en realidad implica mucha acción del profesional.
También es clave que el coachee defina quién es. Muchas personas se identifican a sí mismas por sus puestos de trabajo ("soy gerente de...", "soy jefe de...", etc.) y cuando los pierden, se quedan con un vacío de identidad muy grande. Cada una debe definir quién es, cuáles son sus habilidades, sus valores, sus propósitos. Según ello, podrán alinear mejor sus objetivos y saber si necesitan desarrollar habilidades adicionales.
Posteriormente, el coach acompañará a cada persona para determinar la mejor manera de llegar a sus objetivos; es aquí donde entramos a la segunda etapa "hard", que consiste en orientar al coachee en la elaboración de su hoja de vida, redacción de cartas o correos de presentación (ahora también video), establecer o ampliar su red de contactos y posicionarse en las redes sociales.
En paralelo, el coachee también es orientado para gestionar sus expectativas e inquietudes durante el tiempo que le demore encontrar trabajo. Considerando que esta recolocación suele ser algo lenta para el coachee, es vital que mantenga su ánimo, optimismo y confianza.
En el caso de los profesionales que se encuentran trabajando, se aplica el coachingejecutivo o de desarrollo profesional. Con el tiempo, el término "mantenerse en un trabajo" ha derivado en "ser empleable" y eso implica que el profesional debe adaptarse constantemente a un entorno cada vez más cambiante, y quienes acuden a este tipo de coaching buscan mantenerse empleables, crecer o reorientar su carrera profesional.
Todos tenemos la capacidad de aprender y adaptarnos. De acuerdo a las investigaciones en neurociencia, mantenemos la plasticidad cerebral hasta edades avanzadas. Es decir, todos tenemos la capacidad de reinventarnos y cambiar. Solo es cuestión de conocimientos, habilidades y actitud.
El principal error que se comete en torno al coaching es creer que se trata de una fórmula mágica para mantenerse empleable, cuando en realidad implica mucha acción del profesional. El resultado final dependerá de su compromiso y responsabilidad con el proceso. Es uno de los problemas más habituales, ya que siempre habrá tareas o reflexiones que implicarán una mayor participación del propio coachee.
Otro problema es que la palabra coaching se ha desgastado y hoy todos lo realizan. Por lo tanto, cuando se pretende iniciar este proceso, lo mejor es determinar si el coach pertenece a una asociación certificada para ello, como la ICF o la ICC. Son ellas las que garantizan la formación del coach y su alineamiento a un código de ética.
Ello va unido a la creencia errónea de que el coaching soluciona todo, cuando no es así. Este proceso solo se basa en la responsabilidad y capacidad de "ser consciente" del coachee. Existen problemas que no se solucionan con un coach, como la depresión crónica o algunos trastornos de ansiedad, entre otros.
El coaching es un proceso de aprendizaje y, como tal, inicia con una toma de conciencia de que algo no está funcionando o no nos da los resultados deseados. En función a ello, debemos cambiar o mejorar. Si aún no somos conscientes de lo que falla, un taller de coaching podría despertarnos esa conciencia o darnos pautas generales para empezar un proceso de aprendizaje; digo proceso porque para que se dé un cambio sostenible, es necesaria la repetición e ir aprendiendo en base a cada práctica.
En esta etapa de la "práctica", dado que a veces el proceso es desconcertante porque no es lineal, el acompañamiento del coach cobra mayor importancia para lograr la sostenibilidad del cambio, en caso la persona tenga un gran dominio de sí misma y automanagment, esta parte podría hacerla sola.
Cuando se es consciente de lo que se debe cambiar o mejorar, recomiendo determinar si, para dar ese cambio, solo se requiere más conocimiento y nuevas habilidades o si ello implica un cambio creencias y valores. De ser el segundo caso, lo mejor es un proceso de coaching individual. Así ampliarás tu mirada hacia oportunidades de mejora y conocerás herramientas para fortalecer tu desempeño. ¿Has llevado un taller de coaching? Cuéntanos tu experiencia.
El principal error que se comete en torno al coaching es creer que se trata de una fórmula mágica para mantenerse empleable, cuando en realidad implica mucha acción del profesional.
Coach Ejecutiva y de Equipos, Consultora Organizacional, Agile Coach, Scrum Master Professional y Product Owner Professional, miembro de la International Coach Federation (ICF), Facilitadora certificada en la metodología Lego® Serious Play®, certificada en Belbin® Team Roles, Instructora de Mindfulness acreditada por la International Mindfulness Teachers Association (IMTA).
Magister en Administración (MBA) por la Universidad ESAN, con doble especialización en Gestión del Potencial Humano y Comunicación Interna. Egresada del PAD de Competencias Directivas de la Universidad de Piura, Diplomada en Desarrollo Nacional por el Centro de Altos Estudios Nacionales- CAEN, y Abogada por la Universidad de Lima.
Con más de 15 años de experiencia en puestos ejecutivos, se ha desempeñado como consultora en diversas entidades públicas y privadas, ha liderado áreas de administración y gestión humana, en empresas del sector construcción y servicios.
Un agile coach permite a las empresas contar con equipos de trabajo mejor integrados entre sí para lograr mayor nivel de agilidad en su desempeño. Ello aumentará el valor de los productos y servicios ofrecidos a los clientes.
A nivel interno, se espera que los profesionales sepan gestionarse a sí mismos, a sus emociones y aprendan a adaptarse a los cambios de su entorno. A nivel externo, deben mantener un buen nivel de comunicación y ser capaces de resolver cualquier conflicto.