En los últimos meses, la ausencia de lluvias y las olas de calor implacables están secando ríos en Estados Unidos, Europa, Asia, Medio Oriente y Argentina, según algunos científicos y expertos. Muchos ríos están reduciendo su largo y ancho, y algunos están tan secos que se han vuelto prácticamente transitables. En esta nota, abordamos algunas posibles razones sobre esta situación.
Desde hace más de 5000 años, los ríos han sido cunas de diversas civilizaciones fluviales que crecieron y se desarrollaron a su alrededor, como la mesopotámica, la egipcia, la china y el valle de Indo, en la India. Hoy, existen alrededor de 165 ríos en el mundo que son lo suficientemente largos y anchos para ser clasificados como ríos principales, con grandes volúmenes de agua que fluyen cada día a través de ellos. Tienen afluentes y proporcionan agua dulce a miles de millones de personas. Los principales ríos del mundo son el Amazonas, el Nilo y el Yangtze. El Amazonas es el río más grande por volumen de agua y tiene una longitud de 6516 km. El Nilo, con 6695 km de largo, es el río más largo del mundo. El Yangtze es el tercer río más largo del mundo, con una longitud de 6300 km.
El Ganges, considerado un río sagrado por el hinduismo y el tercero más grande por descarga, también está catalogado como uno de los diez ríos cargados con más contaminantes plásticos del planeta. Muchos hindúes beben sus aguas como si fuera un elixir, pese a saber que no son saludables. Desafortunadamente, las personas arrojan sus desechos al Ganges y quienes no pueden pagar la cremación tiran los cadáveres al río. A todo ello, se suma la reducción de sus caudales por diversos factores como la sequía.
Las sequías son la disminución o ausencia de precipitaciones pluviales respecto al índice anual y, contrario a lo que se supone, se presentan de forma cíclica en todas las zonas climáticas del mundo, aunque con mayor intensidad y recurrencia en regiones áridas y semiáridas. La sequía se clasifica principalmente en tres tipos: meteorológica, agrícola e hidrológica. Las distintas tipologías indican el principio, el final y el grado de gravedad. Una sequía puede durar, en promedio, de uno a tres años, y concluye cuando las lluvias regresan y se logra reponer el índice normal de precipitación, con consecuente restablecimiento del funcionamiento de los cuerpos de agua.
No solo disminuye el volumen de los ríos, sino también el de los embalses que los reponen. Como resultado, se registra una escasez física de agua en muchas partes del mundo. Asimismo, cuando las temperaturas atmosféricas aumentan, los patrones climáticos influyen en dónde, cuándo y cuánta lluvia caerá. En este sentido, el agua dulce constituye una pequeña fracción de toda el agua del planeta y gran parte está concentrada en forma de hielo. Según el Banco Mundial, el uso del agua para fines agrícolas es un tema central en cualquier debate sobre recursos hídricos y seguridad alimentaria.
En promedio, la agricultura emplea el 70 % del agua extraída en el mundo. Es imperativo comprender que estas actividades representan una proporción aún mayor del uso consuntivo del agua, debido a la evapotranspiración de los cultivos. Existen más de 330 millones de hectáreas en el planeta que cuentan con instalaciones de riego. Así, la agricultura de regadío representa el 20 % del total de superficie cultivada y aporta el 40 % de la producción total de alimentos en el mundo.
En Estados Unidos, se estima que casi el 60 % de las llanuras del oeste, sur y centro experimentan una sequía severa o superior este 2022. En esa línea, el 57 % de agricultores y ganaderos estadounidenses sufren restricciones en el uso del agua (en el 2021 fue el 50 %). Con anterioridad y durante algunos años, ellos transportaron agua en camiones para ayudarse, pero la alta inflación y, en especial, el precio de los combustibles volvió inviable este sistema. Como resultado, los ganaderos de Texas se vieron obligados a vender sus cabezas de ganado con premura, debido a la extrema sequía. Según refieren, la razón principal es que las fuentes de agua se secan y la hierba, también seca, es más propensa a la combustión espontánea, gatillada por los rayos del sol. En resumen, los ganaderos tejanos han recortado su rebaño un 50 %, seguidos de los de Nuevo México y Oregón, con un 43 % y un 41 %, respectivamente.
En el caso del río Colorado, está dejando ver sus orillas y muestra signos de reducción del caudal o estrechamiento. Este río es mantenido de manera crucial por dos de las reservas más grandes del país. Para salvaguardar su cuenca, el Gobierno estadounidense ha implementado cortes de agua obligatorios y pedido a los estados llevar a cabo planes de acción adicionales. Las consecuencias de la crisis del río Colorado son enormes, ya que alrededor de 40 millones de personas en siete estados de Estados Unidos y México dependen de sus aguas para la agricultura, la electricidad y el consumo.
En Asia, las orillas del río Yangtze se están secando y su lecho está asomándose en algunas áreas. Sin embargo, son los afluentes del Yangtze los que ya están intensamente secos. Como respuesta, el Gobierno de China ha anunciado una alerta nacional de sequía por primera vez en nueve años, acompañada de una ola de calor catalogada como la más larga en seis décadas.
Una situación similar al río Yangtze se registra en el Po, que atraviesa la parte superior de Italia y fluye al este, hacia el mar Adriático. Las aguas del Po, que se alimentan de la nieve del invierno en los Alpes y de las fuertes lluvias de la primavera, manifiestan una fuerte caída que genera un flujo rápido. El río se encuentra tan seco que, recientemente, se encontró en medio de sus aguas una bomba que data de la Segunda Guerra Mundial. Alrededor del 30 % de los alimentos de Italia se producen a lo largo del Po y algunas de las exportaciones más famosas del país, como el queso parmesano, se elaboran gracias a sus aguas.
Otro caso es el del río Danubio, considerado el río más largo de Europa occidental y un canal de navegación crucial que atraviesa diez países. En Rumania, Serbia y Bulgaria, los trabajadores están dragando el río solo para asegurarse de que los barcos aún puedan navegarlo.
En España, las restricciones de agua llegan a la población de Cataluña, tras un año extremadamente seco y sin perspectivas de lluvias copiosas a la vista. Esta falta de precipitaciones ha llevado a que la Generalitat de Cataluña extienda la declaración de alerta por sequía a Barcelona y toda su área metropolitana, debido a la escasez de agua en el sistema que la abastece. Esta red está compuesta por los ríos Ter y Llobregat, cuyos embalses se encuentran al 33 % de capacidad. Lamentablemente, las lluvias otoñales no han sido suficientes, por lo que la ciudad y toda su área metropolitana vuelven a esta situación de alerta por primera vez desde la gran sequía de 2008.
El Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (Sissa), entidad encargada de monitorear los eventos climáticos, afirma que más de la mitad de Argentina hoy se encuentra bajo una condición de déficit hídrico. Ello significa que el panorama de sequía está en el rango de extrema y excepcional, hasta llegar a estados anormalmente secos. El informe de Sissa sostiene que cerca del 60 % de la superficie de Argentina, es decir, unos 1 499 780 km2, evidencia los estragos de la sequía. De igual modo, los últimos datos confirman que el fenómeno de La Niña pronosticado para este año mantendrá una fuerte influencia. En síntesis, se convertiría en el primer episodio triple del siglo, al presentarse por tercera vez consecutiva en la temporada de primavera/verano del hemisferio sur. Se trata de un hecho excepcional que, hasta el momento, solo había ocurrido en dos ocasiones, desde 1950. Otras áreas como Chile, Brasil, Perú y Ecuador también vienen registrando una disminución en la red fluvial, lo cual tiene un impacto inminente en la agricultura y ganadería de estas naciones.
La Niña produce un enfriamiento a gran escala de las aguas superficiales de las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial. Este comportamiento incide de manera directa en la circulación atmosférica tropical de los vientos, así como en la presión y en las precipitaciones. Todo ello repercute en el clima y abarca vastas regiones del planeta, a diferencia de El Niño, que acarrea lluvias principalmente.
Las sequías son cada vez más frecuentes y duraderas a medida de que el cambio climático aumenta las temperaturas globales y genera que la disponibilidad de agua sea más impredecible. Este cambio climático tiene, sin embargo, dos perspectivas. Por un lado, existe un gran número de científicos que atribuyen estos efectos a la acumulación de CO2 y al efecto invernadero derivado. No obstante, otro gran número de científicos no niegan el impacto antropogénico, pero consideran que el CO2 es una de tantas variables dentro del complejo ajedrez climático, que incluyen el comportamiento de las nubes, las corrientes multidecadales de los océanos, la actividad volcánica, los Maunder mínimum/máximum del sol y los campos magnéticos gravitacionales. No puede atribuirse la sequía de manera exclusiva al CO2 por cuanto la Tierra viene experimentados cambios climáticos constantes. Tomemos en cuenta que los egipcios ya registraban el volumen de agua del Nilo, el cual mostraba oscilaciones muy potentes entre abundancia de lluvias y sequías prolongadas.
De manera independiente al origen o las causales, es innegable que las sequías han aumentado casi un 30 % desde el 2000, tanto en número como en duración, en comparación con lo registrado veinte años antes, según el informe Drought in numbers de 2022, publicado por la Organización de Naciones Unidas (ONU). En conclusión, parece que los periodos de sequía serán parte integral de nuestro clima en el futuro. Los patrones climáticos erráticos e impredecibles serán un nuevo desafío que deberán enfrentar la comunidad científica, los ingenieros, los ecólogos, los agricultores, los ganaderos y los Gobiernos. ¿Qué acciones consideras necesarias para adaptarnos a este escenario? Déjanos tu opinión.
*Sandor Lukacs de Pereny es docente de los Programas en Sostenibilidad de ESAN
Las sequías son cada vez más frecuentes y duraderas a medida de que el cambio climático aumenta las temperaturas globales y genera que la disponibilidad de agua sea más impredecible.
Ph.D. en Organization and Management por la University of New South Wales (UNSW), Australia (becario UNSW). Master in International Development (Sustainability Major) por la University of Pittsburgh, EEUU (becario Fulbright). Posee más de 20 años de experiencia laboral. Fue Jefe de Desarrollo Sostenible en Alicorp donde se enfocó en temas medioambientales como la gestión del agua y energía, abastecimiento sostenible y optimización del tratamiento de residuos sólidos y reciclaje. También, ha sido Jefe de Operaciones para Sodexo Perú y Sodexo Argentina, destacando entre sus labores la gestión logística en sitios remotos y el desarrollo de cadenas productivas sostenibles. Adicionalmente, se desempeñó como consultor senior para el Mincetur como parte del plan de mejoras de gestión operativa de empresas turísticas de Arequipa y Lambayeque. Ha sido docente en programas de pregrado, posgrado y educación ejecutiva en USIL, UPC, ESAN y UNSW.
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