La iniciativa ha demandado un largo trecho de definiciones y coordinaciones, que involucraron la promulgación de una legislación ad hoc (Ley N° 29985), la adopción de un esquema propio de creación y manejo del dinero electrónico (denominado Modelo Perú), y el compromiso de diversas instituciones financieras (serían nueve al inicio) y de tres operadores telefónicos.
El concepto de inclusión financiera se orienta a extender servicios financieros a una mayor cantidad de personas, particularmente aquellas sin acceso a los mismos. Diversos estudios sugieren que tal acceso mejorará sus niveles de bienestar económico. Las experiencias han enseñado que los servicios financieros iniciales que serán brindados a esos segmentos se deben asociar a servicios más básicos, como la realización de pagos o transferencias (antes que los créditos u otros).
El lanzamiento de la billetera móvil ha procurado privilegiar la simplicidad para atraer a nuevos usuarios. Así, recoge las características típicas de una tarjeta recargable, como la que usamos con los celulares. Entre las principales características destacan:
- Se podrá transferir o recibir dinero con simples comandos a través del celular, el mismo que puede ser de baja gama.
- No se requiere tener cuenta en un banco, pero sí es menester abonar o transferir el dinero que se usará a través de cajeros, agentes de pago o ventanillas de banco.
- Se cobrará una comisión por cada transacción que se haga (entre S/ 0.50 y S/ 2.00); no pudiendo exceder ninguna transacción el importe de S/ 999.00, ni el acumulado de S/ 4,000 en un mes.
El objetivo es incorporar unas cinco millones de personas bajo este nuevo esquema en los próximos años. Siendo el celular el instrumento a usar, el proyecto se ve alentado por la proliferación del número de estos (más de 30 millones en el país). Asimismo, si bien es cierto que los indicadores de bancarización en el Perú oscilan en alrededor de 30% (relacionado con el PBI), lo cual evidencia que hay importante brecha por cubrir, también refleja que, a pesar del crecimiento económico y de la clara expansión del sistema financiero, todavía buena parte de la actividad económica se mantiene al margen del sistema. La principal razón de esta realidad estriba, a nuestro juicio, es la extendida informalidad que aún mantiene nuestra economía. En ese contexto, muchas personas se resisten racionalmente a usar el sistema financiero para evitar ser "detectados" y eventualmente ser sujetos de fiscalización o de pagos de impuestos.
También influirá en los logros de la iniciativa la credibilidad que genere, pues así el número de usuarios se incrementaría. Ello a su vez resultará del efecto de diversos factores como la conveniencia de uso, o incluso la empatía del mismo con los usos y costumbres del usuario, todo lo cual es complejo de administrar.
En el aspecto de conveniencia igualmente convergen varios elementos. Uno de ellos puede ser el costo de uso del monedero, el que podría ser oneroso si por ejemplo el usuario hace múltiples transacciones pequeñas y en cada una de ellas paga comisiones similares. Otro puede relacionarse al alcance de las redes telefónicas especialmente en zonas muy alejadas, lo cual podría dificultar la transmisión de mensajes, etc.
En síntesis, como bien lo reconoce Asbanc, con la billetera virtual se prevé un proceso gradual que requerirá de una vigilancia cercana para mejorar su eficacia. La inclusión financiera no es un reto menor y exige de soluciones variadas como la que ahora se propugna.
Pregunta para los lectores: ¿Qué otras variables identifica para el éxito o fracaso del BIM?
El Sistema Privado de Pensiones (SPP) ha sido puesto nuevamente en jaque con la nueva ley promulgada que permite el retiro del 95.5% de los recursos acumulados en la cuenta individual de capitalización (CIC) al momento de jubilarse*. Desde la lógica financiera, ¿cómo impactará ello al afiliado?