El primer año del presidente Pedro Pablo Kuczynski estuvo influido negativamente por un entorno externo complicado (problemas climáticos como el fenómeno El Niño costero) y los destapes de corrupción que ocurrieron en periodos presidenciales anteriores. Estos problemas frenaron la inversión pública, redujeron las expectativas empresariales de inversión privada y disminuyeron el consumo privado.
Debemos recordar que, desde el período de Ollanta Humala, los términos de intercambio no nos favorecen y han afectado las exportaciones de manera negativa. En un entorno externo desfavorable es difícil mantener un adecuado despegue de la demanda y sectores productivos. Asimismo, el anterior ministro de Economía y Finanzas redujo los gastos por temor a un alto déficit fiscal, lo que no permitió reactivar la economía para este año.
Los planes de formalización con reducción de impuestos como el IGV tampoco han traído un efecto significativo en la economía. Es decir, las medidas internas para evitar la desaceleración, en lugar de permitir su objetivo, fueron contraproducentes. Quizás las medidas hubieran funcionado en un entorno de auge más que de desaceleración, ya que en este período hay mucho más evasión.
Con el nuevo cambio de gabinete y el acercamiento del Ejecutivo al Legislativo se espera que el segundo semestre del presente año sea mucho mejor que el primero. Ciertamente también hay un efecto rebote que nos puede ayudar ya que el segundo semestre se mide contra un período de desaceleración del 2016.
A pesar del bajo crecimiento anualizado de 2.2 %, estamos por encima de Chile que depende mucho de materias primas como el cobre. En el caso peruano, si bien la construcción cayó, la pesca ha sido un buen motor de crecimiento que encadena mano de obra a diferencia de un crecimiento basado en la minería que encadena servicios y construcción.
Nuestro motor de crecimiento por el lado de la oferta es la pesca que encadena manufactura y comercio, junto a un mayor empleo de mano de obra, lo que no puede hacer un sector como la minería que es un sector intensivo en capital más que intensivo en mano de obra.
Esperemos que los acercamientos entre los podres Ejecutivo y Legislativo mejoren las expectativas empresariales en el sector privado y que los proyectos de inversión pública ayuden a reactivar la construcción y con ello se pueda mantener un crecimiento superior a 3 % para el presente año y el 2018.
Ya no vamos a tener ambientes externos desfavorables pero por otro lado se espera que el gobierno adopte las mejoras reformas de política fiscal con la mayor celeridad posible.
¿Es usted optimista, neutro o pesimista respecto a la evolución económica peruana en el corto y mediano plazo?
Esperemos que los acercamientos entre los podres Ejecutivo y Legislativo mejoren las expectativas empresariales en el sector privado y que los proyectos de inversión pública ayuden a reactivar la construcción y con ello se pueda mantener un crecimiento superior a 3 % para el presente año y el 2018.
Ph. D. en Economía, West Virginia University. Maestría en Economía por la Universidad de Alicante. Licenciado en Economía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor Visitante en Jean Moulin, Lyon- Francia. Ex miembro del comité de la Presidencia de Consejo de Ministros para selección de Jefe del INEI.
Las reservas internacionales netas (RIN) del Perú hasta abril de este año ya alcanzaron un nivel muy superior al 2022. Este monto asegura que el país podrá responder ante retiros inesperados de capitales del sistema financiero.
El Perú y el resto de países latinoamericanos deben tomar medidas para afrontar problemas internacionales, como la guerra entre Rusia y Ucrania, el colapso del Silicon Valley Bank y la inestabilidad política de la región.
La economía peruana cierra el año con un crecimiento muy débil y se prevé que podría no crecer durante el 2023. Sectores como servicios y comercio aportaron mucho durante el 2022, pero es necesario reactivar otros igual de importantes como construcción.