La seguridad hídrica tiene un impacto importante en los sistemas económico, social y ambiental de nuestro país. Asimismo, es clave para impulsar la seguridad alimentaria. ¿Qué acciones deberían tomarse para lograr un uso más eficiente de este recurso?
La gestión de los recursos hídricos en el Perú ha experimentado un retroceso en el posicionamiento nacional e internacional durante los últimos cinco años, pese a ser clave para el desarrollo del país. Entre las causas principales destacan la pérdida de visión a largo plazo, el debilitamiento de las capacidades técnicas y la falta de un liderazgo que comprometa una mayor inversión pública y privada. ¿Qué acciones puede tomar el Gobierno para revertir esta situación?
El gran desafío de nuestro país radica en responder a los efectos del cambio climático y el fenómeno El Niño sobre los recursos hídricos. En ese sentido, se requieren medidas de adaptación y mitigación, basadas en enfoques integrales que articulen los sectores público y privado con la sociedad civil. Asimismo, deben priorizarse los siguientes aspectos:
Coordinación con las autoridades regionales y locales sobre las acciones para proteger las cuencas y prevenir impactos por inundaciones, como consecuencia del fenómeno El Niño.
Aseguramiento de la provisión de bienes y servicios en la cadena de valor productivo.
Establecimiento de medidas para reducir las pérdidas y riesgos de los sistemas de producción, sobre todo en el caso del sector agricultura.
Aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos, sobre todo de aquellos en áreas o zonas con alta inseguridad hídrica. Ello implica construir reservorios y ejecutar actividades de siembra y cosecha de agua, además de incrementar las eficiencias en el uso del agua, sobre todo para la agricultura.
Implementación de proyectos de regulación hídrica en las cuencas hidrográficas para asegurar el abastecimiento de agua a la población y el desarrollo de actividades en épocas secas.
Conservación y restauración de las partes altas de las cuencas hidrográficas para incrementar el poder regulatorio, es decir, el tiempo de retención del agua en el suelo y regular los niveles de escorrentía para evitar las crecientes y aumentar los flujos de retorno. A su vez, ello ampliará los caudales durante los periodos de estiaje.
La disponibilidad hídrica y el acceso al agua es un factor clave para el desarrollo del Perú, pero ello implica esforzarse por lograr una gestión integrada de los recursos hídricos en todos los niveles (nacional, regional y local) y que tome en cuenta las particularidades de cada cuenca hidrográfica. También requiere ejecutar proyectos y acciones para conservar las fuentes naturales de agua, impulsar una mayor eficiencia hídrica, sobre todo respecto al uso del agua en la agricultura, y establecer políticas claras para el tratamiento adecuado de las aguas residuales domésticas e industriales que se vierten a los cuerpos hídricos.
La gestión de los recursos hídricos es clave en el crecimiento y aumento de la productividad en el sector agrario. En ese sentido, es importante mejorar la eficiencia en el uso de los recursos hídricos y adaptarse a los otros tipos de recursos existentes para impulsar el crecimiento agrícola sostenible. También hay que establecer estrategias de protección a los productores agropecuarios frente a la variabilidad climática y a fenómenos extremos como inundaciones, sequias y heladas.
En el Perú, la actividad agrícola demanda hasta el 69.4 % del agua disponible y es el sector que más empleo genera, pero ocupa un lugar más rezagado en lo que respecta a la productividad, ya que solo aporta con el 6 % del producto bruto interno (PBI). Por consiguiente, para ser eficaz, cualquier estrategia de reducción de la pobreza deberá tomar en cuenta la producción de alimentos y la gestión del agua. La reducción de las presiones a las que se encuentran sometidos los sistemas de abastecimiento de agua exigirá ajustar los cultivos a la capacidad de los recursos hídricos sobre una base de sostenibilidad.
La gestión de los recursos hídricos bajo el enfoque de cuenca es clave para lograr más orden en su uso, sobre todo en los actuales escenarios climáticos que azotan a nuestro país y ponen en riesgo las perspectivas de crecimiento. Un sector seriamente afectado son los pequeños productores agropecuarios que gestionan de manera inadecuada estos recursos. El acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento en zonas de pobreza y extrema pobreza también constituiría un gran paso para mejorar sus condiciones actuales, reducir su vulnerabilidad y fomentar el crecimiento equitativo a largo plazo.
El impulso de las inversiones para cerrar las brechas en el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento constituye otra prioridad para promover el crecimiento económico equitativo, condición previa para disminuir la pobreza. En la actualidad, a pesar de la política y la estrategia nacional de recursos hídricos, las intervenciones en esta materia aún son limitadas y muchas estrategias de desarrollo pasan por alto el agua y su papel fundamental en el desarrollo del país.
Respecto a las políticas públicas y las estrategias de gestión de recursos hídricos, aún no se han incorporado mecanismos para enfrentar inundaciones, sequías, heladas y otras consecuencias del cambio climático que se presentarán en diversas regiones del país. Estos efectos impactarán de forma directa a las personas en condiones de pobreza y extrema pobreza.
En consecuencia, reconocemos que los beneficios y costos de las distintas intervenciones pueden variar de manera considerable, en función del tipo de tecnología elegida. Un proceso de toma de decisiones informadas y racionales requiere una evaluación económica sólida de las distintas opciones disponibles en cada caso. Más allá de la modalidad elegida, suelen adoptarse compromisos políticos difíciles de mantener, por los diversos intereses económicos, sociales y ambientales que conllevan.
El desarrollo del país necesita una fuerte inyección de inversiones en todos los sectores. Sin embargo, agricultura y recursos hídricos requieren una mirada especial, ya que los efectos actuales del cambio climático podrían afectar la seguridad de sus operaciones y, por ende, comprometer la seguridad alimentaria.
Los sistemas de producción y las políticas e instituciones que sustentan la seguridad alimentaria tienen que ser cada vez más coherentes entre sí. También es fundamental que el sector agricultura inicie la estrategia “Sembrando agua, cosechando vida”. Esta iniciativa podría incrementar en un 40 % los proyectos de siembra y cosecha de agua en las partes altas de las cuencas del país y beneficiar sobre todo a los pequeños agricultores, los productores agropecuarios y las poblaciones rurales, además de impulsar la conservación de los agroecosistemas.
En línea con lo expresado en el párrafo anterior, es crucial impulsar el enfoque de agricultura sostenible para garantizar la seguridad alimentaria, promover ecosistemas saludables y apoyar la gestión sostenible del suelo y de los recursos hídricos y naturales. También se necesita que el sector agrario impulse mecanismos o planes para alcanzar una producción sostenible con enfoque de desarrollo rural, orientado a fomentar una agricultura orgánica y sistemas agroforestales, y transferir capacidades humanas y tecnológicas en zonas rurales a pequeños agricultores y productores agropecuarios.
El uso eficiente del agua es clave para promover acciones que conduzcan a la conservación de los recursos hídricos. Estas deben enmarcarse en la estrategia “Sembrando agua, cosechando vida” para garantizar una gestión adecuada del agua en la actividad agrícola y la mitigación de riesgos agroclimáticos. Ello también implica pensar en reservorios para regular la cuenca y asegurar el agua con fines poblacionales y productivos. Además, tienen que impulsarse proyectos de desalación de agua de mar, en especial en zonas urbanas o rurales donde la demanda supera la oferta de recursos hídricos renovables, lo que permitirá cubrir déficits coyunturales en periodos de sequía.
En cuanto a las cuencas hidrográficas, es necesario migrar hacia un plan nacional y ambiental que se enfoque en la recuperación de los ecosistemas hídricos y agroecológicos, el manejo de humedales y bofedales y la gestión de los sistemas de regulación hídrica. Otro aspecto a tener en cuenta es avanzar en los diseños de la metodología de análisis de vulnerabilidad hídrica y los criterios técnicos para definir la intangibilidad en las cabeceras de cuencas. En ese contexto, es necesario modificar la actual Política y Estrategia Nacional de Recursos Hídricos para fomentar el desarrollo de políticas en seguridad hídrica.
Es importante que el Gobierno impulse un cambio de mentalidad en la población sobre el cuidado de los recursos hídricos y la valoración de las fuentes de donde proviene el agua que utiliza a diario. En ese sentido, se requiere promover mecanismos participativos como “Yo cuido mi río”, enfocados en depurar las aguas residuales, domésticas e industriales para alcanzar, a mediano plazo, la depuración o el tratamiento adecuado del 90 % de las aguas residuales urbanas e industriales.
Otro reto clave es el establecimiento de sistemas de tratamiento de aguas con un bajo costo de mantenimiento, dirigidos a las municipalidades rurales, que pueden incluir el uso de lagunaje, filtros verdes, humedales artificiales y filtros de turba como mecanismos de control de la contaminación a cuerpos de agua. Si bien la implementación de estos sistemas mejoraría la calidad hídrica, también implicará la articulación y el compromiso entre varios sectores liderados por la Autoridad Nacional del Agua (ANA).
La creación y el impulso del Programa Nacional de Reúso de Aguas Residuales también incrementaría la oferta hídrica para el desarrollo de actividades productivas. A largo plazo, estas acciones se traducirán en beneficios para el aprovisionamiento del agua necesaria para la agricultura, la acuicultura y otras actividades, y permitirán la preservación de los ecosistemas en el territorio nacional. ¿Qué otras acciones consideras necesarias? Déjanos tu opinión.
Es importante que el Gobierno impulse un cambio de mentalidad en la población sobre el cuidado de los recursos hídricos y la valoración de las fuentes de donde proviene el agua que utiliza a diario.
Master en Ciencias e Ingeniería con mención en Gestión Ambiental, con especialidades en
gestión de recursos hídricos, cuencas hidrográficas, gestión y evaluación ambiental y
gestión pública. 20 años de trayectoria profesional, 14 de los cuales como directivo público
en INRENA, OEFA, Autoridad Nacional del Agua (ANA), Ministerio de Vivienda,
Construcción y Saneamiento y MIDAGRI, así como asociado en recursos hídricos del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el proyecto GIRH-TDPS.
Consultor senior en gestión ambiental hídrica para Deutsche Gesellschaft für Internationale
Zusammenarbeit (GIZ).
Actualmente es Jefe de la Autoridad Nacional del Agua. Docente de posgrado en la
Universidad ESAN, Científica del Sur y Universidad Continental. Miembro de la Conferencia
de directores de agua de Iberoamérica y conferencista internacional en gestión de recursos
hídricos en países como Brasil, Colombia, Uruguay y Bolivia. Miembro del Programa del
Hombre y la Biosfera (MAB), como experto internacional en Ecosistemas de Montaña.
El buen desempeño del sector agrario en el Perú podría estancarse si no se cumplen las exigencias ambientales para los proyectos en desarrollo. Un enfoque de gestión ambiental puede ayudarnos a cumplir los estándares necesarios.