Hace poco estuve en Toronto en la PDAC, la feria minera más grande del mundo, con la asistencia de 31,000 personas. Lamentablemente no pudo llegar el viceministro de Economía y me pidieron que hiciera la presentación en representación del funcionario. Yo la leí y me sentí absolutamente identificado con ella. Y la presenté.
Esta anécdota nos revela un caso emblemático. En Perú hemos logrado una interesante coherencia entre lo que dicen los sectores público y privado, más allá de las naturales diferencias que pudiéramos tener. Este es un aspecto que muchas veces lo damos por descontado, pero que deberíamos destacar.
Al día siguiente viajé a Nueva York y me reuní con representantes de fondos de inversión. Conversando con un alto ejecutivo le comenté lo sucedido, y me dijo que ese tipo de cosas no se observa, por ejemplo, en Brasil, donde los sectores público y privado tienen discursos distintos. Y por supuesto tampoco sucede en Argentina, Ecuador, Bolivia ni Venezuela.
Es muy importante que una buena parte del sector público peruano esté en línea con el sector privado. Entendemos que éste último debe liderar los avances en materia de competitividad y de crecimiento de la producción, pero es vital que lo haga en sintonía con el sector público.
Un caso curioso, por ejemplo, es que el sector privado haya salido a defender al sector público cuando se aumentaron los sueldos los ministros. Y está bien que sea así, porque entendemos que necesitamos mejores funcionarios públicos bien remunerados.
Como ya lo señalé en un artículo anterior, uno de los errores que se cometió en el gobierno pasado fue reducir las remuneraciones a los funcionarios públicos porque así se ahuyenta a los mejores cuadros del aparato estatal. No digo que el sueldo lo sea todo, pero un buen funcionario debe ser remunerado como para que pueda darle una vida digna para su familia y así darse íntegro al servicio a la comunidad.
En Inglaterra hay una carrera pública. Lo mismo debería suceder en Perú. Debería haber un CEO en cada ministerio, un verdadero gerente. Y que solo se cambien a los ministros mientras en cada ministerio hay funcionarios que llevan una carrera, desarrollándose la meritocracia.
Hay casos que debemos rescatar como el de la Cancillería, donde los funcionarios siguen una carrera al pasar por la Academia Diplomática; y en el Banco Central de Reserva, donde son evaluados constantemente.
Precisamente, se trata de dos áreas del gobierno que han sido muy eficientes: la Cancillería ha tenido logros muy importantes promoviendo la imagen del país en el exterior, participando en las negociaciones de los acuerdos comerciales, etc; y el BCR ha sido clave en el control de la inflación y en el crecimiento sostenido de nuestra economía.
¿En qué aspectos haría falta una mayor sintonía entre los sectores público y privado?