En los Estados Unidos existe una institucionalidad mucho más sólida. No existe un control del Congreso por el partido ganador de las elecciones o incluso por el presidente que resulte electo. Cada congresista es independiente y se debe más a sus electores que a su bancada o al primer mandatario. Los congresistas norteamericanos realmente asumen un papel de representantes de sus jurisdicciones.
Esto es importante decirlo porque no se debe pensar que por haber logrado una mayoría parlamentaria el nuevo Ejecutivo estadounidense hará lo que quiera en materia política, económica o en el ámbito de las relaciones internacionales. Por el contrario, tendrá siempre en el congreso un espacio de debate y reflexión de las acciones antes de ser tomadas.
Por ejemplo, el señor Trump expresó su desacuerdo con la política comercial, con el TPP y la liberación arancelaria en diversos acuerdos. Pero la institucionalidad norteamericana le hace recordar que esos tratados fueron ratificados por el Congreso y tienen fuerza de ley. Y no podrá revertirlos. De modo que debemos estar tranquilos con la plena vigencia de nuestro tratado de libre comercio con los EE.UU. Creo que en el Perú vamos a ver una continuidad en las relaciones con los Estados Unidos.
Ciertamente Donald Trump ha sido como una bala perdida en la campaña electoral e incluso al interior del Partido Republicano, donde generó algunas reacciones negativas. Pero luego de ganar las elecciones dejó inmediatamente de ser candidato y emitió un discurso mucho más ponderado y conciliador que el de la campaña. Esto ocurre a diferencia de otros países, incluyendo el nuestro, donde terminan las elecciones y los candidatos no dejan de serlo.
En un reciente viaje a los Estados Unidos, conversando con diversas personas, la queja más común que escuché fue que las grandes obras en Estados Unidos se hicieron en las décadas de 1940 y 1950 y que era evidente una carencia de obras públicas de envergadura.
El plan económico expuesto por Donald Trump incluye mayores inversiones en infraestructura, lo cual ha sido visto con buenos ojos por los electores, así como una reducción de impuestos. Mayor gasto y menores impuestos no es una buena fórmula económica pues el resultado es el incremento del déficit fiscal.
No obstante, debo volver al tema de la fortaleza institucional en los Estados Unidos para recordar que las medidas económicas mencionadas deberán pasar al debate en el Congreso y que será en ese ámbito donde las propuestas serán revisadas con mayor rigor técnico.
Tal vez con medidas más moderadas Donald Trump intente el despegue de la economía, que es un clamor de la opinión pública norteamericana.
Trump expresó su desacuerdo con la política comercial, con el TPP y la liberación arancelaria en diversos acuerdos. Pero la institucionalidad norteamericana le hace recordar que esos tratados fueron ratificados por el Congreso y tienen fuerza de ley. Y no podrá revertirlos.
Ciertamente esta es una buena noticia para nuestras exportaciones. Pero las empresas peruanas exportadoras no deben estar ni esperanzadas ni pendientes de situaciones como esa para mejorar sus negocios. El esfuerzo central a desarrollar debe estar en ganar más en eficiencia, en reducir costos, avanzar en la competitividad, etc.
Desde el sector minero podríamos decir que nos hemos visto beneficiados por la volatilidad generada por la incertidumbre política en los Estados Unidos, dado que el precio del oro se disparó en tanto el dorado metal constituye un activo de refugio para los inversionistas.
Podría decir también que una mayor inversión en infraestructura en los EE.UU. beneficiará a la minería en tanto aumentaría la demanda por cobre, zinc y otros metales básicos. Pero tomemos en cuenta que Estados Unidos, sin restarle la importancia que tiene, no es nuestro único mercado. Y lo que mejor podemos hacer es, repito: desarrollar más eficiencia, tener costos más bajos, ganar en competitividad. Nunca perdamos ese horizonte.
¿Cree usted que Donald Trump aplicará íntegramente sus propuestas electorales? ¿O las moderará?
Trump expresó su desacuerdo con la política comercial, con el TPP y la liberación arancelaria en diversos acuerdos. Pero la institucionalidad norteamericana le hace recordar que esos tratados fueron ratificados por el Congreso y tienen fuerza de ley. Y no podrá revertirlos.