Cuando se menciona que recién con la "recuperación" del Lote 88 se abre la posibilidad de su desarrollo al sur, se dice una media verdad. La exportación de LNG no ha necesitado hasta ahora de las reservas del Lote 88 y esto sólo sucederá en el hipotético caso que no se encuentre más gas en el Lote 56, cuya probabilidad de ocurrencia es casi nula dada la tasa de éxito en la exploración que se viene haciendo en la zona.
Prueba de ello es que el proyecto Kuntur (hoy bajo el control de Odebrecht) no se basa en la utilización de reservas del Lote 88 sino principalmente de los lotes 57 y 58. Por lo demás, existe un Decreto Supremo que prohíbe la utilización de gas del Lote 88 para la exportación por cinco años que vence recién en el 2014. Sin embargo, debemos aceptar que existía un problema de carácter político generado por el pobre comportamiento del Consorcio Camisea en sus relaciones con el gobierno y en su estrategia comunicacional de un proyecto de envergadura nacional.
Algunos entusiastas han adelantado que no solamente habrá gas disponible para todo aquel que lo demande sino que además será vendido a un precio menor. Esto podría ser cierto, pero no ocurrirá a corto plazo. La primera etapa del proyecto se concluirá recién a fines de 2014 y eso si los procesos de consulta, autorizaciones y construcción avanzan sin problemas.
La segunda etapa, en el mejor de los escenarios, se terminará en el 2016, fecha a partir de la cual se podrán sentir los efectos del proyecto. El supuesto faltante de gas se da respecto del Gas del Lote 88 (precio regulado por contrato) y no del resto de lotes de la vecindad (57 y 58) que ya cuentan con reservas y trabajos exploratorios en proceso.
Por otro lado, tal como lo he mencionado en otros artículos, un mercado no puede funcionar adecuadamente si el mismo producto se vende a precios diferentes. Como es lógico, todos los demandantes se pondrán en la cola del más barato y sólo aquellos que tienen un margen muy elevado aceptarán negociar con el del precio más alto.
La ceremonia llevada a cabo en Camisea no resuelve el problema sino lo posterga al responder al problema político (gas para el mercado interno).
Pero tampoco queremos ser aguafiestas y dejar de reconocer que la decisión de llevar el gas al sur, mediante la construcción de un sistema de transporte que llegará inicialmente a Quillabamba y luego al lugar donde se decida ubicar el polo petroquímico (probablemente Ilo), es adecuada.
Al concretarse la obra, el potencial de desarrollo del sur mejorará significativamente. Sin embargo, tampoco hay que dejarse llevar por el entusiasmo y afirmar que en poco tiempo la "historia del sur cambiará".
Para que eso suceda se requiere inversión, mucha inversión, y para eso resulta indispensable mantener las reglas de juego sectoriales (Ley Orgánica de Hidrocarburos y respeto a los contratos suscritos por el Estado). Debemos pues celebrar que el gobierno no haya caído en la tentación de patear el tablero y más bien haya buscado una fórmula negociada con el contratista.
Se critica la participación de Petroperú como accionista y en eso debo discrepar. La participación del Estado en este tipo de proyectos de infraestructura resulta fundamental. El socio privado aportará gran parte del financiamiento, la tecnología y la experiencia de obras anteriores.
Al representante del Estado en la inversión le corresponderá acelerar el cumplimiento de los trámites (que no es poca cosa en término de costos) y en particular el relacionamiento con los gobiernos regionales y locales y con las comunidades.
Como se hizo en Camisea, sería recomendable contar con la participación de un organismo financiero multilateral que certifique la calidad de los estudios ambientales y amortigüe los contactos con ONG nacionales y extranjeras que, sin duda alguna, querrán monitorear el desarrollo de los proyectos.
La tercera recomendación es la creación de una autoridad que se encargue del desarrollo de la petroquímica y coordine el otorgamiento de permisos y autorizaciones que corresponde a diferentes sectores y niveles de gobierno. Además porque el desarrollo de un polo petroquímico implica decisiones que no le corresponden exclusivamente al contratista. Localización, infraestructura, incentivos, capacitación, etc.
Hechas las sumas y las restas el resultado es positivo. El único peligro es que nos quedemos en la retórica y pensemos que como "se recuperó" el gas, el resto se hará solo. Por el contrario, ahora que se ha optado por participar como socios en algunos de los proyectos, la capacidad de gestión de las empresas públicas que nos representarán deberá ser optimizada para que puedan cumplir el importante rol que se les ha asignado.
¿Está usted de acuerdo con la "recuperación" del Lote 88 por el gobierno y en general con su política respecto al gas?