Podría normarse, por ejemplo, que todas las empresas que logran altos márgenes de beneficios estén obligadas (y ya no sólo sería moralmente) de beneficiar a las comunidades circundantes o a la región donde realizan sus actividades.
Algunas empresas mineras han tomado iniciativas interesantes en el mantenimiento del medio ambiente, el acceso a servicios básicos, así como a la educación, con la construcción o mejoramiento de colegios en las localidades alejadas y/o poco favorecidas. Del mismo modo, la continua capacitación de los recursos humanos al interior de la empresa no puede ser dejada de lado.
Hay muchos esfuerzos dispersos y poco coordinados. Para generar una mayor coordinación en las acciones a desarrollar, la RSE debería incorporarse en la agenda del Acuerdo Nacional. Así, todos los sectores involucrados serán escuchados y se concretará un plan de acción sin mayores problemas, habiendo tomado en cuenta las diferentes opiniones de los líderes políticos.
Las trabas burocráticas desalientan a los empresarios y deberían ser solucionadas con la creación de procedimientos más simples de constitución de empresas así como para la obtención de los demás permisos necesarios.
El Estado debe participar mediante el financiamiento indirecto a favor de las diferentes organizaciones de carácter privado, renunciando parcialmente a sus expectativas de recaudación, con efecto redistributivo. En el caso del Impuesto a la Renta, cierta proporción de las donaciones y/o aportes que realicen las empresas contribuyentes podría ser deducida como crédito, rebaja o gasto -según la legislación correspondiente- contra el impuesto original a pagar.
Los mecanismos tributarios que promueve la RSE dependen de los objetivos y herramientas de la política económica particular de cada Estado, pero podemos identificar ciertos elementos esenciales que deben tenerse en cuenta en el ámbito de los incentivos tributarios:
La evidencia empírica nos enseña que los beneficios tributarios no deben ser otorgados indiscriminadamente, porque podrían ser mal empleados, desvirtuándose el fin para el que fueron creados.
Resumiendo: las reglas de juego vigentes para los inversionistas nacionales y extranjeros que quieren hacer empresa en el Perú conforman un gran obstáculo para el desarrollo. El Estado no es capaz de estimular negocios formales rentables, en el sentido que existe un marco normativo que cambia constantemente. Las empresas luchan por establecerse y crecer, buscando el beneficio propio, pero debieran también buscar el beneficio de la comunidad.
Doctora en Ciencias Económicas (Ph.D. in Economics) - WHU - Otto Beisheim Graduate School of Management, Koblenz, Alemania. Magíster en Administración - ESAN, Lima, Perú. Ingeniera Industrial - Universidad de Lima, Lima, Perú. Profesora de Liderazgo y Comportamiento Organizacional (MBA y Maestrías Funcionales). Profesora de Gerencia Estratégica (MBA y Maestrías Funcionales). Miembro del Área Académica de Administración. Actualmente es decana de ESAN Graduate School of Business.
A pesar de que las universidades registran más mujeres matriculadas que hombres, la presencia femenina en el mercado laboral aún es menor, debido a muchos factores socioeconómicos que debemos analizar.
Si una empresa desea tener éxito, debe desarrollar un comportamiento organizacional que le permita lograr un buen funcionamiento en todos los niveles de su escala jerárquica. ¿Por dónde empezar este proceso?
La dirección estratégica facilita el logro de metas y los procesos de cambio en las organizaciones. Para ello, es importante analizar a fondo las propias fortalezas y debilidades, pero también diversos factores del entorno.