Los términos "innovación", "disruptivo" y otros sinónimos con referencia inventiva aparecen en muchos medios de negocio como una tendencia que busca el desarrollo tecnológico en actividades comerciales. Frente a esto, cabe recordar la batalla legal entre dos de los principales inventores del siglo XIX y los aparentes fines detrás de sus decisiones.
La Guerra de la Corriente ocurrió entre 1888 y 1896. Se basó en la disputa sobre la titularidad de la creación de la bombilla eléctrica incandescente, solicitada y patentada por Thomas Edison, empresario inventor abocado a crear una industria dedicada a la invención. En esta batalla participaron también George Westinghouse, empresario técnico que deseaba perfeccionar nuevas tecnologías, y Nikola Tesla, inventor avanzado a su época y creador de teorías que sirvieron como base para mucha de la tecnología actual.
Estos personajes se enfrascaron en una batalla legal por el registro de patentes que les permitieran cobrar y/o evitar pagar regalías por el uso de sus invenciones. Debido a ciertas limitaciones de la bombilla patentada por Edison, Westinghouse había logrado desarrollar la suya con mejor capacidad de iluminación y menor consumo de energía. No obstante, fue con la teoría de Tesla que ambos desarrollaron la expansión eléctrica a largas distancias, hecho sin precedente en los Estados Unidos.
La discusión central era si la patente de Edison determinaba solo un tipo de bombilla o si cualquier otro tipo de bombilla creada a futuro debía pagar regalías por su uso, sin perjuicio de que su calidad y capacidad fuese distinta e incluso se basara en otro tipo de corriente. Al igual que ahora, las patentes otorgaban un título de propiedad reconocido por la autoridad para explotar de forma exclusiva un invento por un plazo determinado, en un territorio en particular, y permitía cobrar regalías por su uso.
Con el registro de patentes, algunos científicos buscaban reconocimiento comercial y prestigio; otros, beneficio comercial y el resto, la simple resolución de problemas.
Sin embargo, los fines aparentes que buscaban estos inventores eran distintos. Algunos tenían objetivos de reconocimiento comercial y prestigio; otros, de beneficio comercial mediante la mejora técnica de tecnología y el resto, la simple resolución de problemas, sin gozar de beneficios inmediatos. En ese sentido, la búsqueda de nuevos inventos puede pasar por ayudar a crear nuevas soluciones a un mercado específico o simplemente solucionar problemas cotidianos o logísticos, sean empresariales o, incluso, domésticos.
Según el profesor Boris Herrera, el proceso de creación no es solo para gente inspirada o genios creativos, sino para cualquier persona que conozca procedimientos y tenga suficientes conocimientos, prácticos o teóricos, que le permitan proponer ideas para desarrollar una invención y aplicar a una patente. A la fecha, Indecopi desarrolla programas para impulsar las solicitudes de patentes mediante la suscripción de acuerdos internacionales. En la región, el Perú se encuentra debajo del promedio del número de solicitudes.
La discusión sobre la importancia de la innovación debe ir atada a su promoción y ejercicio práctico y no solo en la tendencia teórica. Se tienen que difundir los requisitos del sistema de patentes en las empresas e intentar registros, sin perjuicio de fallar. Mediante el ejercicio de ensayo y error, los futuros inventores podrán familiarizarse con el proceso de patentes, a fin de generar batallas positivas por la creación de nuevas tecnologías nacionales. ¿Qué más propones para incentivar la búsqueda de innovación en Perú?
Con el registro de patentes, algunos científicos buscaban reconocimiento comercial y prestigio; otros, beneficio comercial y el resto, la simple resolución de problemas.
Abogado por la PUCP y Máster en Derecho Comercial e Internacional por la Universidad de Buckingham. Actualmente, es Consejero Comercial de New Zealand Trade & Enterprise y Director Ejecutivo de su propio estudio. Con experiencia en PwC Perú, y en Londres, se especializa en derecho societario y comercial. Profesor en ESAN y autor de un libro sobre inversión extranjera y derecho empresarial. Ha sido distinguido como Caballero de la Orden del Camino de Santiago.
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