Tras la llegada del COVID-19, aún no se avizora una salida en el corto plazo para proteger la vida y la salud de los ciudadanos. Los países han aplicado medidas de aislamiento, distanciamiento social y cierres generalizados de negocios o lugares de presencia masiva de personas, con la excepción de aquellos que ofrecen servicios esenciales. Sin embargo, aunque justificadas, dichas medidas repercuten de manera severa en toda actividad económica, incluido el sector agropecuario pese a que este aborda productos de primera necesidad.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía global decrecerá en -3% en este 2020, lo que representa un retroceso mayor que el generado por la crisis financiera del 2008-2009. Para el caso del Perú, el Banco Mundial estima un retroceso de -4.7%, lo que sería el peor registro de los últimos 20 años.
Volviendo al sector agropecuario, se han presentado estimaciones diversas. Algunos sustentan que también decrecerá, otros señalan que se crecerá apenas por encima del 0 %, pero la coincidencia es total al señalar que será mucho menos que en años anteriores. Esto, sin duda, impactará a toda la cadena agroalimentaria.
El Ejecutivo, a través del Ministerio de Agricultura y Riego, anunció varias medidas durante el periodo de cuarentena con la finalidad de continuar con las operaciones de gran parte del sector agropecuario y garantizar el abastecimiento de alimentos en los mercados. Algunas de ellas fueron:
i) Protocolo de ordenamiento de mercados y protocolos de sanidad para el sector.
ii) Mercados itinerantes que acerquen los alimentos a la ciudadanía, financiando el flete y el acondicionamiento de los mercados.
iii) Reprogramación de créditos del fondo Agroperú.
iv) Apoyo con la desinfección en zonas de riesgo en ciudades críticas. Esto se da gracias al trabajo colaborativo entre el Senasa y el sector privado.
v) Bono Rural de S/ 760.00 para un 1 millón de hogares rurales.
vi) Fondo de 200 millones para que los gobiernos locales hagan compras de canastas de víveres y las entreguen a los sectores más vulnerables de su localidad.
vii) Coordinaciones con FF.AA, PNP, autoridades locales y ronderos para el tránsito de los insumos y la producción agropecuaria.
viii) Información constante sobre el abastecimiento de los mercados y la evolución de precios para evitar la especulación.
ix) Que el Senasa continúe con sus labores de vigilancia, control de plagas y enfermedades para proteger la producción agropecuaria.
x) Que para la agroexportación se continúe emitiendo los certificados fitosanitarios y para la importación se siga con la emisión de informes de inspección y verificación.
Asimismo, se han anunciado algunas medidas para la etapa de reactivación:
xi) Agroperú contaría con un fondo para créditos por 600 millones de soles.
xii) Se implementarían núcleos ejecutores por 150 millones de soles para la limpieza de canales, drenes y bocatomas, esperando generar 30 mil empleos temporales diarios.
xiii) Se reiniciarían actividades de construcción de qochas, zanjas de infiltración, actividades de reforestación y protección de praderas, también para generar empleos temporales.
Estas medidas para la reactivación buscan dar ingresos complementarios a los productores para que puedan financiar la siguiente campaña agrícola. Sin embargo, aún queda margen para seguir actuando, pero profundizaremos más sobre el funcionamiento del sector.
El Plan Nacional de Cultivos es un instrumento orientador para la toma de decisiones del productor a nivel nacional. Éste se utiliza para obtener la información en la Encuesta Nacional de Intenciones de Siembra, para la Campaña Agrícola 2019-2020. Las intenciones de siembra de 24 cultivos transitorios son de 2 132 894 hectáreas, superiores en 4.3 % a la campaña anterior.
Si tomamos el promedio de las últimas 5 campañas, se encuentra que la campaña de siembra de los cultivos transitorios se da mayoritariamente en los primeros 5 meses de la campaña agrícola, es decir, entre agosto y diciembre (60 %). La declaratoria de emergencia y las medidas de cuarentena en el Perú se implementaron a partir del 16 de marzo de 2020, con más del 80% de la campaña de cultivos transitorios instalada. No obstante, entre abril y julio se siembra el 20% restante, por lo que una medida recomendable sería la de atender las instalaciones de siembra de los meses de mayo a julio mediante créditos de campaña, dado que abril ha sido un mes con muchas restricciones.
Gráfico Nº 1: Intenciones de siembra de cultivos transitorios
También debemos prepararnos para la siguiente campaña agrícola 2020-2021 que inicia el 1 de agosto. En ese sentido, se recomienda proveer recursos financieros para atender la siembra, así como acercar los insumos (semillas, fertilizantes y abonos) a los productores. Aquí podemos sugerir la replicación de los mercados itinerantes de productos agropecuarios, pero con proveedores de insumos en los principales valles.
Una medida recomendable sería la de atender las instalaciones de siembra de los meses de mayo a julio mediante créditos de campaña, dado que abril ha sido un mes con muchas restricciones.
En cuanto a las cosechas, según el promedio de los años 2014-2018, estas se dan mayoritariamente en los meses de marzo a julio, explicadas por los cultivos de papa (abril-junio), arroz (mayo-junio) y maíz amarillo duro (junio-julio). Asimismo, tenemos cultivos que en promedio mantienen volúmenes constantes de cosecha durante el año, como la yuca, el maíz chala, entre otros.
Gráfico Nº 2: Cosecha promedio 2014-2018 (TN)
En este contexto, otra recomendación sería la de realizar campañas de promoción del consumo para la papa, arroz, legumbres, entre otros cultivos, durante estos meses, así como suscribir compromisos con los restaurantes que van a tener autorización para operar desde las siguientes semanas.
Respecto a los procesos de comercialización de productos agropecuarios, tenemos que estos se realizan en las siguientes modalidades: i) circuitos cortos; ii) encadenamientos productivos y iii) encadenamientos comerciales.
Los circuitos cortos se dan por la proximidad entre productor y consumidor final, y por la poca participación de intermediarios. Como ejemplos están las ferias de productores, la venta directa a hoteles y restaurantes, y el turismo. Los encadenamientos productivos se basan en un acuerdo entre la organización de productores y una empresa, caracterizándose por asegurar volúmenes grandes. Esto se da con alianzas productivas, negocios inclusivos y compras públicas de alimentos. Por su parte, los encadenamientos comerciales son acuerdos especializados y se orientan a nichos de mercado, con productos diferenciados, sensibles a determinados atributos de calidad. Como ejemplos están los acuerdos comerciales de cafés especiales y la fibra de vicuñas.
Aunque son diversos los retos que este periodo de cuarentena ha puesto para el sector agropecuario, resaltan dos importantes:
Ambos efectos generan una disminución de la cantidad transada en el mercado y probablemente una menor generación de ingresos para los productores.
En este escenario descrito, planteamos las siguientes medidas de corto y mediano plazo:
1. Campaña de consumo en televisión, radio y redes sociales para elevar el consumo de papa, arroz, legumbres, entre otros cultivos de estación. Los restaurantes que sean autorizados a funcionar deberían comprometerse a preparar platos en base a papa para absorber la oferta estacional de este tubérculo.
2. Fomentar la creación de mercados de productos frescos por delivery, que cuenten con certificación de inocuidad y salubridad.
3. Acceso al crédito para finalizar la campaña actual y para siguiente campaña 20-21.
4. Mercados itinerantes de abonos y fertilizantes para acercar dichos insumos a los productores, es decir, organizar ferias/mercados para venta de insumos en los principales valles del país para que el producto acceda a un precio justo de los insumos y pueda instalar su campaña.
1. Fortalecimiento de las Juntas de Usuarios y Organizaciones de Productores para ordenar la siembra de los principales cultivos del país: la papa, el arroz y el maíz.
2. Crear un sistema nacional de desarrollo de cultivos para pequeños productores, que elaboren esquemas de producción sostenibles con el objetivo mejorar sus ingresos, es decir, llevar una combinación de insumos realistas y disponibles junto a semillas certificadas. Este nuevo programa deberá trabajar en aquellos lugares en donde el pequeño productor haya recibido un reservorio, canal y/o minipresa que asegure la disponibilidad de agua que garantice el cambio buscado.
3. Creación de Mercados de Productores en cada región del país, para acercar al productor al mercado y combatir la especulación de los intermediarios.
4. Implementación de un padrón de productores agropecuarios para mejorar la eficiencia de las intervenciones públicas.
Como vemos, diversas acciones pueden reforzar al sector en este momento tan complicado. Esperemos que el Estado, junto a todos los que lo conforman, puedan tomar ese rumbo que resultará beneficioso para todos los peruanos.
Una medida recomendable sería la de atender las instalaciones de siembra de los meses de mayo a julio mediante créditos de campaña, dado que abril ha sido un mes con muchas restricciones.
MBA de CENTRUM y Magister en Finanzas por ESAN. Director de Educación Ejecutiva del sector Agro. Director de ESAN School of Government.
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