Debo coincidir con Carlos Malamud, analista de INFOLATAM, quien menciona en su última columna que la escena más importante de la celebración del bicentenario de Chile está recogida en una foto donde el presidente Piñera y cuatro ex presidentes: Lagos, Frei, Bachelet y Aylwin celebraban juntos y en armonía tan importante acontecimiento. Como menciona Malamud: "dos demócratacristianos, dos socialistas y uno de centro derecha representan la continuidad de políticas y objetivos de largo plazo. Más allá de las circunstancias de los distintos festejos de los bicentenarios celebrados en el último año y medio a lo largo y ancho de América Latina, más allá del mayor o menor fervor popular depositado en los actos, hay un detalle que merece la pena ser destacado en el caso chileno y que lo diferencia de buena parte de los demás: la posibilidades de que unos y otros sean partícipes de los mismos valores y de una manera similar de comprender la democracia, donde el que está enfrente sea sólo un adversario político y no un enemigo a aniquilar en una batalla de vida o muerte, en una batalla donde se juega el destino de ellos o el de nosotros."
El Perú celebrará el bicentenario de su independencia en el 2021 y se ha planteado la posibilidad de celebrarlo saliendo del ámbito del mundo en desarrollo y pasando al llamado primer mundo. Si definimos la meta en términos estrictamente económicos de ingreso per cápita, coeficiente de infraestructura, cobertura y calidad en educación y salud, concentración del ingreso, etc. y otros indicadores usualmente empleados para distinguir entre países desarrollados y en desarrollo, llegaríamos rápidamente a la conclusión de que en el período que nos queda por delante hasta nuestra celebración no será posible alcanzar dichos índices, incluso pensando en una tasa de crecimiento de nivel "oriental". Sin embargo, también cometeríamos un grave error si pensamos que es sólo cuestión de tiempo y que en una década más lo lograremos.
Resultaría mezquino no reconocer los logros impresionantes que ha tenido nuestro país en materia económica a lo largo de la última década, muchos de ellos fruto de reformas iniciadas una década antes. No solamente ha crecido el producto interno bruto como consecuencia de una estrategia basada en la apertura económica y el fomento del comercio exterior y la inversión. También en las tareas principalmente reservadas al Estado se pueden mostrar avances importantes. En el período 2003-2009, tres millones de personas han salido de la pobreza a pesar de la crisis internacional que acaba de ser oficialmente declarada como finalizada. En el presente año y el próximo continuará dicha tendencia. Si ese es el caso, ¿por qué no es cuestión de tiempo, y un poco de paciencia, lo que necesitamos para llegar al mundo desarrollado? En esencia porque el desarrollo no es la suma de un conjunto de indicadores de carácter económico. Efectivamente se requiere un sistema político y económico que permita que los actores desarrollen sus capacidades y eso se da, por lo general, dentro de un esquema de democracia.
Nuestro país puede mostrar algunos pergaminos en materia de democracia ya que a pesar las imperfecciones de su sistema de gobierno, se logró transitar y salir de situaciones sumamente difíciles a fines de la década del 2000. Hoy, luego de tres administraciones, cada una con su propio estilo y metas, se observa, como rara vez ha ocurrido en nuestra historia moderna, una cierta continuidad en las políticas y cierto reconocimiento de los resultados de su aplicación.
No es el propósito de esta breve nota sugerir qué tipo de indicadores no económicos deberíamos utilizar para evaluar si un país es parte del primer mundo, tarea para la que además no me considero calificado. Mi intención es proponerle modestamente al lector de este Blog que se imagine nuestra celebración del 2021 con una foto en la que, abrazados o no pero con sincero respeto personal, Toledo, García y quienes resulten ganadores en las elecciones del 2011 y 2016, hagan votos por la grandeza de nuestro país y al mismo tiempo reconozcan públicamente que cada uno contribuyó con su cuota durante su gestión. En realidad, lo que hemos construido todos los peruanos, incluidos los excluidos. Si nos podemos imaginar esa escena quiere decir que es cuestión de tiempo ya que es posible llegar al primer mundo. Caso contrario, a pesar de nuestro eventual crecimiento a tasas por encima del resto de los países de la región, nos tomará mucho más tiempo cumplir esa meta.