Carlo Ponzi fue un empresario muy conocido por haber diseñado un esquema de engaño en inversiones que fue bien recibido en Estados Unidos, durante la década de 1920. Ofrecía diversos beneficios a sus inversionistas y les aseguraba hasta un 50 % de las ganancias en plazos cortos. Es una modalidad de estafa que se encuentra vigente hasta la actualidad.
La idea de negocio surgió en base al uso de sellos postales. En aquel entonces, Ponzi notó que muchas revistas incluían formatos de suscripción al final de sus publicaciones. A su vez, estos formatos adjuntaban sellos de respuesta internacional para ser enviados a Estados Unidos desde cualquier parte del mundo.
Estos sellos eran reconocidos por el servicio postal de Estados Unidos, que les asignaba un valor en dólares. Así, al adquirir las revistas en otras partes del mundo, el valor de los sellos podía ser menor, lo que generaba una potencial ganancia en la adquisición inicial de sellos fuera del país y su posterior venta en el interior.
El esquema Ponzi se mantiene vigente y se reinventa por medio de nuevos mecanismos. Uno de ellos es la tecnología: son los casos de monedas digitales y venta de bienes raíces en línea, entre otros.
Ante la posibilidad de iniciar un negocio rentable y legal, Ponzi creó la empresa Security Exchange Company. Mediante ella comenzó a recaudar inversiones de terceros, a quienes ofrecía altos intereses en plazos reducidos, en base a la ejecución del negocio de postales. Como la empresa no era capaz de solventar por sí misma estos intereses a los inversionistas antiguos, lo hacía con el dinero de los nuevos.
Así funcionaba el esquema Ponzi. Meses antes que sus operaciones fueran descubiertas, se estimó que, para cumplir con solo parte de sus deudas, la empresa tendría que haber comprado todos los sellos de respuesta internacional del mundo para venderlos en los Estados Unidos. Ello, sin contar con el costo logístico que estas transacciones involucraban en esa época.
Aunque el esquema es conocido e, incluso, hemos tenido versiones nacionales en el pasado, la modalidad no ha caído en desuso. Por el contrario, se mantiene vigente y se reinventa por medio de nuevos mecanismos. Uno de ellos es la tecnología, como son los casos de monedas digitales y venta de bienes raíces en línea, entre otros.
Un esquema similar en el que se ofrecen productos y rentabilidad lo encontramos en algunas páginas o aplicaciones digitales especializadas en recaudación pública de dinero sin regulación específica en diversas jurisdicciones. Los creadores de productos innovadores ofrecen la masificación y entrega de sus prototipos o participaciones a los que financien el proyecto inicial.
Si bien esta propuesta puede ser tentadora, en muchos casos el paso a producción de gran escala no logra realizarse o simplemente no se ejecuta. De este modo, las personas que financiaron los proyectos terminan sin producto ni inversión y muchas de estas empresas innovadoras se liquidan luego de la recaudación de dinero.
Por ello, sin perjuicio de la modernidad de la plataforma que ofrezcan, siempre es aconsejable revisar la viabilidad y razonabilidad de los proyectos. Es importante informarse y conocer si cualquiera de ellos es una inversión segura o riesgosa, con la implicancia que esto trae. ¿Has recibido propuestas de invertir en este tipo de proyectos? ¿Cómo te fue? Cuéntanos tu experiencia.
El esquema Ponzi se mantiene vigente y se reinventa por medio de nuevos mecanismos. Uno de ellos es la tecnología: son los casos de monedas digitales y venta de bienes raíces en línea, entre otros.
Abogado por la PUCP y Máster en Derecho Comercial e Internacional por la Universidad de Buckingham. Actualmente, es Consejero Comercial de New Zealand Trade & Enterprise y Director Ejecutivo de su propio estudio. Con experiencia en PwC Perú, y en Londres, se especializa en derecho societario y comercial. Profesor en ESAN y autor de un libro sobre inversión extranjera y derecho empresarial. Ha sido distinguido como Caballero de la Orden del Camino de Santiago.
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El incumplimiento de las obligaciones establecidas por la normativa que en nuestro país regula la atribución de responsabilidades administrativas de las personas jurídicas puede conllevar a la disolución de la empresa. El impacto de esta sanción puede afectar incluso a proveedores y terceros ajenos a las actividades empresariales.
Ser una sociedad irregular trae consecuencias vinculantes para los individuos que actúan como representantes, a pesar de que muchas de las causales de disolución de sociedades establecidas en la norma, no tienen relación directa y en muchos casos no son conocidas por los apoderados.