Como consecuencia de las medidas tomadas durante la pandemia de la COVID-19, muchos empresarios decidieron operar sus negocios al margen de la ley y sus trabajadores incrementaron la informalidad en el país. Sin embargo, no todos los actores a los que denominamos informales tienen las mismas características ni motivos. Algunos buscan formalizarse, pese a que la realidad de sus negocios lo impide.
Hay un grupo de empresarios que se encuentran en situación de informalidad de manera temporal y que intentan retomar la formalidad, ya sea mediante acuerdos privados con sus trabajadores o con el respaldo de la autoridad tributaria, si extiende el plazo de pago de deudas. Ellos también esperan que las actividades a las que antes se dedicaban sean permitidas de nuevo para reactivar sus negocios de manera formal.
El plazo de retorno de muchos de los nuevos trabajadores informales dependerá de cuánto tiempo más laboren bajo este mecanismo y de las penalidades que les impongan las autoridades. Por ejemplo, la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) realiza acciones permanentes en provincias, donde revisa las solicitudes de suspensión perfecta presentadas por empresas en crisis. Si encuentra algún inconveniente, la sanción repercute en un mayor perjuicio para el nuevo trabajador informal.
Existe otro grupo de actores con actividades económicas definidas que han reconocido que no cumplen con licencias ni regulaciones específicas. No obstante, como ya las han ejecutado por buen tiempo y sin muchas limitaciones por la autoridad, ahora solo esperan que, en algún momento, sus actividades sean permitidas y así pasar a la formalidad.
Con un plan de prioridades y clasificación de trabajadores informales, la autoridad podría establecer mecanismos para el incremento y fortalecimiento de la formalidad.
Un ejemplo de este tipo de actores son los colectiveros que operan en las principales avenidas de la ciudad, a la vista de todos. En este negocio, no se contempla ningún tipo de análisis relacionado con el número de pasajeros, medidas de higiene y seguridad, requisitos del vehículo y conductor, horarios permitidos, etc., ya que la norma establece de antemano que esa actividad está prohibida.
Existe otro grupo que ayuda a los empresarios formales a competir con la informalidad en igualdad de condiciones. Un ejemplo son los vendedores ambulantes de Gamarra, quienes aseguran que sus productos son abastecidos por tiendas de las galerías. Al estar los ambulantes en la calle, sin pagar gastos de renta, evitan que los clientes acudan a las galerías formales.
También figura el informal senior. Este personaje no tiene ninguna intención de acercarse a la formalidad. Por el contrario, ha logrado desarrollar su actividad probablemente sobre la base de actividades delictivas, en la mayoría de casos, y ha perfeccionado su negocio, incluso valiéndose de otros trabajadores informales.
Frente a este grupo, la tolerancia y la exigencia deben ser mayores y frontales. Por lo general, los informales senior no actúan por necesidad, sino por los privilegios que les trae la cultura informal y la falta de prioridad de los fiscalizadores. Si al gremio de informales junior no se les ve, mucho menos a los senior.
Con un plan de prioridades y clasificación de trabajadores informales, la autoridad podría establecer mecanismos para el incremento de la formalidad, con incentivos y reglas mínimas objetivas que se adapten a la realidad peruana. Así se crearía un nuevo gremio en proceso de formalización para cada industria crítica, que les otorgaría beneficios, plazos y supervisión de cumplimiento en sus actividades. ¿Qué otras acciones son necesarias? Déjanos tu opinión.
Con un plan de prioridades y clasificación de trabajadores informales, la autoridad podría establecer mecanismos para el incremento y fortalecimiento de la formalidad.
Abogado por la PUCP y Máster en Derecho Comercial e Internacional por la Universidad de Buckingham. Actualmente, es Consejero Comercial de New Zealand Trade & Enterprise y Director Ejecutivo de su propio estudio. Con experiencia en PwC Perú, y en Londres, se especializa en derecho societario y comercial. Profesor en ESAN y autor de un libro sobre inversión extranjera y derecho empresarial. Ha sido distinguido como Caballero de la Orden del Camino de Santiago.
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