La crisis económica generada por la COVID-19, entre otros factores, generó que sectores económicos muy específicos atraviesen una situación grave, con pérdidas de puestos de trabajo, concursos y/o quiebras de empresas. El sector turismo fue uno de los más perjudicados. Por ello, el Gobierno declaró de interés su reactivación para este año y, a la fecha, aún siguen en evaluación las disposiciones para lograr este objetivo.
Por ello, se busca proponer ideas no evaluadas antes, que intenten aminorar los perjuicios en esta industria. Se trata de propuestas creativas, de corte temporal o no, que permitirían reducir los riesgos de contagio e incentivar que un mayor número de personas planeen y gocen de sus vacaciones en cualquier provincia del país durante este año.
Con una demanda mejor distribuida durante el año, los precios de los servicios turísticos también disminuirían y habría más competencia.
La propuesta considera cambiar la forma en que practicamos los días feriados no laborables. En la actualidad, estas fechas se establecen por una norma legal expresa y específica, que libera al personal por mandato legal de la obligación de concurrir a laborar. No obstante, el trabajador mantiene el derecho a percibir la remuneración de ese día feriado no laborable, sin la obligación de realizar la contraprestación efectiva de servicios.
En la práctica, la ejecución o goce se realiza en la fecha del feriado no laborable, lo que ocasiona que muchas personas, a la vez, dispongan de las mismas fechas para programar sus viajes o vacaciones, lo que aumenta demasiado la cantidad de consumidores en temporadas específicas. Esta práctica trae las siguientes consecuencias al sector:
Se establecen temporadas altas donde el sector recibe una gran demanda de servicios y debe invertir para lograr cubrirla. Muchas veces no es capaz de atender a todos con la misma calidad, lo que ocasiona la pérdida de clientes.
Esta misma tendencia ocasiona que muchas personas no puedan gozar de sus vacaciones en determinados lugares, debido a que se cubre la oferta de turismo.
También se generan temporadas bajas, donde el sector debe mantenerse, a pesar de que el número de clientes es menor, con espacios ociosos y costos fijos que mantener. Este escenario ha empeorado tras las restricciones de la primera etapa del programa de lucha contra la COVID-19.
La concurrencia simultánea de muchos usuarios a las zonas turísticas aumenta el riesgo de contagio, debido a la proximidad y afluencia, lo que genera potenciales focos de infección y desincentiva al público a programar estos viajes.
¿Qué pasaría si cada trabajador pudiera usar los feriados no laborables en cualquier momento del año? Elegiría con más libertad en qué fechas viajar para evitar la aglomeración de personas y reducir de forma significativa el riesgo de contagio. Con una demanda mejor distribuida durante el año, los precios de los servicios turísticos también disminuirían, habría más competencia y se beneficiaría tanto la industria hotelera como los usuarios.
Los turistas también podrían apoyar a la industria hotelera durante todo el año y de forma continua, al no estar supeditados a las fechas específicas de los feriados no laborales. Cada familia podría ordenar y personalizar sus viajes con base a sus necesidades y presupuesto. Las personas que deseen gozar de los feriados no laborales en las fechas específicas lo podrán hacer, porque son libres de tomar la decisión en el momento que les parezca.
Si bien esta propuesta nace como consecuencia del contexto actual, podría ser puesta a prueba a futuro para confirmar si, en efecto, los hábitos y fechas recurrentes en el sector turismo se modificarían una vez superada la pandemia. Hay que considerar que muchos destinos no siempre se sujetan a cambios climáticos drásticos durante el año, aunque siempre tendremos fechas de festividades de por medio.
Respecto a los colegios, tomando en cuenta el contexto actual, el número corto de días de viaje y la potencial conectividad a clases, parecería no ser un gran problema. En la misma línea de Andy Willis, consideramos que deben intentarse ideas diferentes frente a un evento que ha modificado nuestros hábitos regulares, a fin de ensayar soluciones que busquen proteger industrias que apoyamos y desarrollamos desde hace muchos años. ¿Qué otras ideas propondrías? Déjanos tu opinión.
Con una demanda mejor distribuida durante el año, los precios de los servicios turísticos también disminuirían y habría más competencia.
Abogado por la PUCP y Máster en Derecho Comercial e Internacional por la Universidad de Buckingham. Actualmente, es Consejero Comercial de New Zealand Trade & Enterprise y Director Ejecutivo de su propio estudio. Con experiencia en PwC Perú, y en Londres, se especializa en derecho societario y comercial. Profesor en ESAN y autor de un libro sobre inversión extranjera y derecho empresarial. Ha sido distinguido como Caballero de la Orden del Camino de Santiago.
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