En mi artículo anterior afirmé que para masificar el consumo de gas natural y contando con un nivel adecuado de reservas, una forma de generar un mercado del tamaño requerido para justificar la inversión para el desarrollo de la infraestructura podía ser la exportación a otros mercados.
Hay quienes sostienen que la condición previa para autorizar la exportación debe ser satisfacer adecuadamente la demanda del mercado interno (¿todo el país?). Este planteamiento no toma en cuenta que al prohibir la exportación o condicionarla a metas imposibles de cumplir en el corto plazo se elimina el incentivo para explorar y desarrollar más reservas. También dificulta y encarece el objetivo de la masificación del consumo.
Bolivia tiene importantes reservas de gas natural y dicho recurso es su principal producto de exportación. A inicios de la década del 2000, mientras se construía el Proyecto Camisea, en el Perú se evaluaba la factibilidad de instalar una planta para exportar LNG a México y Estados Unidos. Bolivia también tenía un proyecto de exportación con similar nivel de avance y dos ventajas adicionales respecto al nuestro: mejor nivel de reservas y la experiencia de la exportación de gas natural a Brasil que incentivó el desarrollo de nuevas reservas.
Una década después, el Perú cuenta con una planta en operación desde 2010 y en Bolivia, debido primero a una larga discusión sobre dónde localizar la planta (Chile o Perú) y luego debido una importante modificación en las reglas de juego del sector hidrocarburos, el proyecto abortó y el nivel de reservas se redujo significativamente.
La noticia que comento indica que el gobierno de Bolivia ha decidido relanzar su proyecto de exportación y evaluar su localización en Ilo (Boliviamar) con el propósito de aprovechar los altos precios del gas natural en el Japón como consecuencia del reciente terremoto. ¿Qué pasó? ¿Se volvió loco Evo Morales?
Todo lo contrario. Un poco tarde, pero reconoció que los países pequeños como Bolivia (y ciertamente el Perú) no tienen mercados del tamaño requerido para justificar las inversiones necesarias para el desarrollo de la infraestructura de transporte y distribución y poder masificar el consumo.
En otras palabras, se ha reconocido que en nuestro actual nivel de desarrollo no contamos con la "masa crítica" necesaria para hacer factible este tipo de proyectos y la exportación (agregación de mercados) puede ayudar a llegar a esa escala de operación. Se ha optado por aprovechar una nueva oportunidad que ofrece el mercado internacional.
El Perú tomó la decisión antes y ha incrementado el nivel de sus reservas y desde el 2011 tiene una balanza de hidrocarburos balanceada, además de haber avanzado en el cambio de la matriz energética, tal vez no al nivel que hubiera sido deseable.
Finalmente, me animo a pronosticar que hecha la evaluación del proyecto boliviano se demostrará que su mejor opción económica será utilizar la infraestructura de exportación del Perú en lugar de construir una nueva planta. La lección es muy simple: las oportunidades que no se aprovechan en su momento rara vez se vuelven a presentar. El tiempo demostrará el espíritu visionario de los promotores del proyecto y que los críticos del mismo simplemente no la vieron.
¿Cuál es el mejor camino que puede tomar el Perú para desarrollar el sector hidrocarburos?