Los problemas de comunicación pueden originarse al confundir una declaración con una afirmación y, por tanto, considerarla una verdad, cuando en realidad es un juicio personal de los acontecimientos. Quien no esté de acuerdo con nuestro pensamiento, se equivoca y, como muchos, podemos tolerarlo mientras se da cuenta. Sin embargo, no lo respetamos como una persona distinta a nosotros.
Un caso habitual en muchas familias ocurre cuando los padres llegan a una edad en que necesitan ser asistidos por sus hijos. Cada uno cuenta con diferentes recursos (tiempo, dinero, salud, conocimientos, aprendizajes, valores, creencias, etc.) y responsabilidades (trabajo, pareja, hijos, comunidad, etc.).
Imagina que uno de los hijos juzga que alguno de sus padres sería mejor cuidado en una casa de reposo, a la que todos los miembros de la familia y los amigos pudieran acceder. Para otro hijo, al contrario, enviar a sus progenitores a una casa de reposo significa abandonarlos y demostrar que no los aman.
En caso de que ambos hijos confundan sus juicios con afirmaciones y cada uno piense que lo que dice es la verdad, ¿qué posibilidades crees que existan de que lleguen a un acuerdo? O, en todo caso, imaginemos que solo uno de ellos confunde su juicio con una afirmación, ¿cómo crees que impactaría ello en la comunicación?
Si el que afirma que los hijos que envían a sus padres a una casa de reposo no sienten amor por ellos considera este juicio como una afirmación, un hecho o una verdad, su compromiso social adquirido consistiría en aportar una prueba o testigo. Su foco de atención se centraría en hallar aliados o hechos que corroboren su verdad.
A este escenario le sumaremos el conjunto de emociones como la tristeza, el miedo y el enojo, que dificultarán aún más la posibilidad de desarrollar y mantener una comunicación asertiva entre miembros de la familia. Ello podría generar un conflicto en el que predominen la desconfianza, la evasión y la culpa.
Revisemos un último escenario, donde ambos hijos reconocen que, al emitir un juicio, este les pertenece, tienen la autoridad para emitirlo y adquieren el compromiso de fundamentarlo, según sus estándares, experiencias y los hechos que los sustentan. Algunas posibilidades son las siguientes:
Las tres opciones serían más optimistas, pero podrían generarse otros resultados menos alentadores.
Como coach, he observado que las personas que confunden su juicio con afirmaciones tienden a ser más rígidas con sus posturas y creencias, mantienen conversaciones internas que refuercen su posición y se sienten frustradas, enojadas o tristes por no obtener la respuesta deseada. Pueden recurrir a la evasión y la culpa como una forma de respuesta ante la situación conflictiva que viven, que la intensificará.
Hemos usado un ejemplo relacionado con la familia para mostrar lo que sucede cuando confundimos una declaración con una afirmación. Sin embargo, este tipo de inconvenientes ocurren en todo nivel de conversaciones y espacios: en el trabajo, con los amigos, con la pareja, etc.
Desde mi posición de observador y con el camino que he transitado, es tan solo mi mirada la que comparto. Podrá aportarles o no en su forma de mirar y transitar la vida, en la medida que reflexionen sobre ella, la practiquen o discrepen con ella y hagan todo lo contrario. Espero que se tomen el tiempo de leer, discernir, elegir y que ello les permita mejorar su comunicación y relaciones en cada espacio de sus vidas. ¿Has vivido una situación similar? Cuéntanos tu experiencia.
Carmen Cecilia Alvitez Velasco
Consultora asociada de la Escuela de Coaching de CMG consultores, Chile. Experiencia en empresas del sector minero, eléctrico y servicios. Ha trabajado en diversos contextos sociales, emprendedores y artísticos que le permite generar nuevos aprendizajes en el ser humano a partir de la reflexión y reinterpretación de las experiencias del mismo como protagonista y responsable de su vida. MBA por ESAN, con estudios en Gestión Internacional de Recursos Humanos en la Universidad ESADE, España. Coach Ontológico certificada por Cocrear, Argentina.
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