Una mañana, durante el embarque del vuelo de Lima a Arequipa, donde me asignaron el asiento 1A, pude observar el comportamiento de los pasajeros que volaron a mi lado. Sus actitudes me hicieron reflexionar sobre el rol que cumplimos los clientes en la experiencia del servicio y cómo nuestra participación puede impactar en el buen o mal resultado de la misma.
Analicemos dos casos:
Las actitudes de estos pasajeros, analizados como casos, nos hacen reflexionar sobre el rol que cumplimos los clientes en la experiencia del servicio. Si todos conociéramos el funcionamiento de cada uno de los procesos por ser clientes recurrentes -en este caso pasajeros frecuentes- sería más fácil. Incluso, de no serlo, si tan solo siguiéramos las instrucciones que nos dan, la experiencia de servicio sería más beneficiosa para todos y, sobre todo, contribuiríamos al mejor el desempeño de las funciones de los trabajadores de las empresas proveedoras de servicio.
En el ejemplo puntual de este post, si ambos pasajeros hubieran tenido experiencia previa viajando en primera fila su accionar habría sido diferente. De esta forma, sabrían que en primera fila, así como en salidas de emergencia, no está permitido llevar algún bulto consigo, ya sean carteras, mochilas, maletines u otros. También sabrían que durante el embarque se siguen procesos que están debidamente mapeados y medidos; y que sus actitudes podrían generar demoras o descuidos de otros procesos.
Si tan solo siguiéramos las instrucciones que nos dan, la experiencia de servicio sería más beneficiosa para todos.
Si no hubieran tenido experiencia previa viajando en esos espacios -como parecía ser el caso- bastaba con seguir las instrucciones para no generar ninguna demora en el despegue, por ejemplo.
A manera de conclusión, podemos decir que cada uno de los que participamos en la experiencia del servicio cumplimos un rol. Por un lado, los proveedores de servicio deben cumplir sus funciones y seguir los procesos establecidos en los cuales fueron capacitados. Por otro lado, los clientes debemos seguir las instrucciones que nos dan para colaborar proactivamente en el desarrollo de la experiencia del servicio. Por ejemplo, si nos dicen que nos amarremos el cinturón porque estamos entrando a una zona de turbulencia, que debemos permanecer sentados hasta que el avión llegue a su punto final o que nos preparemos para el aterrizaje, debemos hacerlo y no esperar que nos lo repitan una y otra vez como lamentablemente siempre sucede.
Finalmente, si damos por descontado que los trabajadores proveedores de servicio están debidamente capacitados, consideramos que el reto que las empresas tienen es capacitar también a sus clientes para que juntos vivan una experiencia de servicio satisfactoria, o mejor aún para lograr el autoservicio.
¿Considera que los clientes conocen su rol en el servicio? ¿Considera que las empresas se preocupan por capacitar a sus clientes? ¿Qué recomendaciones le daría a las empresas para que lo hagan o mejoren esa capacitación si ya lo hacen?
Si tan solo siguiéramos las instrucciones que nos dan, la experiencia de servicio sería más beneficiosa para todos.
Doctor en Ciencias de gestión por el IAE de la Université Côte d’Azur, Niza. Master en Marketing cuantitativo por el IAE de la Université Pierre Mendes France, Grenoble. MBA de ESAN Graduate School of Business. Licenciado en Administración por la Universidad de Lima. Experiencia internacional como consultor de empresas en marketing y estrategia. Especializado en Marketing de servicios y experiencia del cliente. Ha sido director comercial de ESAN GSB. Actualmente, es Profesor Principal en ESAN GSB y profesor visitante en el Y Schools y en el IAE de Nice, Francia.
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