Hasta hace muy poco, las organizaciones exitosas del mundo actual habían consolidado su liderazgo con base en la aplicación de las características masculinas para competir con éxito. Las organizaciones consideraban que su actuación y buen desempeño se desarrollaban en el campo de batalla, visualizando un escenario de guerra.

No obstante, las condiciones han cambiado. Nuestro planeta y la viabilidad de los que habitamos en él está en riesgo. Necesitamos establecer y asegurar alianzas estratégicas de colaboración. La pregunta es si, en este escenario, ¿las cualidades masculinas seguirán siendo útiles para lograr este objetivo?

Una visión diferente del liderazgo

El liderazgo está asociado a la consecución efectiva de objetivos. Las organizaciones que prevalecen son las que los alcanzan, pero el precio que hemos pagado por ello es que olvidamos tomar en cuenta los efectos indeseados de nuestros logros. Ahora enfrentamos un dilema distinto: la sanación y reparación de todos esos efectos indeseados.

Aquí surge la necesidad de un tipo diferente de liderazgo: el liderazgo femenino, que no es, como puede pensarse, un tema binario de género referido a quién consigue las cosas (un hombre o una mujer), sino a cómo se consiguen. Es una visión distinta de la efectividad que toma en cuenta el respeto a las normas y los valores, además de aceptar la resistencia a la consecución de los objetivos. Diversos estudiosos de las teorías de liderazgo encuentran compatible este concepto con el denominado liderazgo femenino.

Las organizaciones que adoptan este enfoque en la construcción de liderazgo aceptan que no es un aspecto personal, sino una cualidad de la organización en su conjunto. En ese sentido, incorpora atributos femeninos y activa la sensibilidad del equipo de trabajo frente a los problemas, además de fomentar que los miembros escuchen al resto y actúen con respeto.

Cuando hablamos de conflictos, nos referimos a que estos ocurren en los acuerdos formales o tácitos que la organización y también las personas hemos establecido para el logro efectivo de los objetivos propuestos. Estos acuerdos, en algún momento, afectarán los intereses de la otra parte (o partes). Ello es absolutamente normal porque las personas y las organizaciones cambiamos con el tiempo y, para lograr nuestros objetivos, necesitamos disolver antiguos convenios, modificarlos o establecer nuevas alianzas.

El correcto abordaje de los conflictos requiere de un liderazgo que escuche y actúe con respeto ante las necesidades de los otros. El líder debe activar su sensibilidad ante los problemas para anticiparse a ellos y trabajar de manera colaborativa con todos sus aliados, es decir, aprender a prevenir conflictos.

Resolución eficiente de conflictos

Un conflicto suele ser resultado de acuerdos que requieren revisarse y se resuelve cuando existe un buen conocimiento de las partes interesadas y sus necesidades. Para lograr esta solución, se requiere una comunicación efectiva, un intercambio mutuo de información veraz y mucha voluntad de respeto. En resumen, el primer paso en la solución de conflictos es la comunicación efectiva.

Es increíble que, en plena era de la información, las organizaciones y las personas tengamos tantas dificultades para obtenerla y ofrecerla. Necesitamos reconocer que tenemos un problema y tomar acciones antes que este escale a un nivel mayor. Requerimos la comunicación entre las partes para que el intercambio de información sea posible y no lleguemos a situaciones de juicio o arbitraje, donde dejamos que otra persona, a su buen entender, resuelva nuestro problema. Los medios para solucionar conflictos cuando la comunicación se rompe son la mediación, la conciliación, el juicio y el arbitraje.

Sentemos la premisa de que las personas deseamos ser felices y que los acuerdos que establecemos tienen ese propósito. Las organizaciones trabajan con personas y, si quieren mantenerlas como clientes o trabajadores, deben respetar ese propósito. Asimismo, recordemos que el liderazgo femenino no tiene que ver con tener cuerpo de hombre o de mujer, sino que depende de una actuación sensible a las necesidades de los demás, con aceptación de resistencia y preparada para evolucionar con el tiempo, lo que se logra mediante una negociación responsable.

El liderazgo femenino en la historia

Marie Curie, ganadora dos veces del Premio Nobel, decía que no podemos esperar un mundo mejor sino trabajamos para mejorar a las personas, y actuó en consecuencia, poniendo su ciencia al servicio de los demás. A su vez, Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz y conocido como el banquero de los pobres por crear el banco de los aldeanos (microcrédito), consideró que la pobreza no la crea la gente pobre, sino nuestros modelos sociales.

Liliana Mayo es fundadora del Centro Ann Sullivan del Perú (CASP), dedicado a potenciar la formación y reconocimiento de los niños con habilidades especiales. Ella instauró un modelo educativo que ahora se adopta en otros países del mundo. Siempre estuvo dispuesta a cuestionar y actuar para lograr cambios que hagan del mundo un lugar mejor para todos.

Por último, Alberto Benavides de la Quintana, filántropo y fundador de la Compañía Minera Buenaventura, transformó la práctica de la minería en el Perú y se convirtió en un promotor de la actividad extractiva con respeto y aprecio hacia las comunidades campesinas. En estos cuatro casos, sin importar que se trate de hombres o mujeres, el liderazgo femenino se evidencia en la preocupación, la sensibilidad y el respeto hacia el bienestar de los demás.

Si las relaciones que establecemos son guiadas por este tipo de liderazgo, se reducirían de manera considerable los conflictos en el interior de las organizaciones y entre las personas. ¿Cómo gestionas la resolución de conflictos en tu empresa? Cuéntanos tu experiencia.

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