Las competencias de manejo personal están asociadas con el conocimiento de uno mismo. A su vez, pueden ser clasificadas en: pensamiento crítico, pensamiento creativo, autoeficacia y capacidad para aprender.
La preocupación evidente recaerá, entonces, en conocer cómo podemos gestionar estas competencias de manera eficaz y eficiente para el sector público. De modo que los resultados obtenidos reflejen el máximo desarrollo posible de dichas competencias en los profesionales del estado. Un paso previo será comenzar por establecer una definición clara de cada competencia, lo cual permitirá diseñar estrategias organizacionales sostenidas por un capital humano de alto desempeño en el ámbito personal.
La primera competencia por examinar es el pensamiento crítico. Proceso mediante el cual se usa el conocimiento y la inteligencia para llegar, de forma efectiva, a la posición más razonable y justificada sobre un tema, y en la cual se procura identificar y superar las numerosas barreras u obstáculos que los prejuicios o sesgos introducen.
El pensamiento crítico demanda claridad, exactitud, reflexión, autocontrol y equidad, requisitos para el cumplimiento exitoso de los oficios diarios de los funcionario públicos, quienes se ven forzados a tomar decisiones en un entorno altamente burocrático, el cual no necesariamente representa una solución efectiva dada la alta estandarización de procesos y jerarquía estricta que envuelve cada eslabón de la cadena laboral. Es aquí donde el ejercicio de casuísticas hipotéticas sería clave para reforzar los procesos de toma de decisiones y solución de problemas, ejemplificando como se debe reaccionar frente a la presencia de factores negativos, como el estrés o el ego, que podrían sesgar nuestra postura frente a un problema.
Las competencias de manejo personal están asociadas con el conocimiento de uno mismo. A su vez, pueden ser clasificadas en: pensamiento crítico, pensamiento creativo, autoeficacia y capacidad para aprender.
En segundo lugar se encuentra el pensamiento creativo, resaltando la palabra creatividad dentro de su definición, puesto que hace referencia a la capacidad que poseen todos los seres humanos de producir ideas nuevas y valiosas. Y son precisamente estas alternativas innovadoras las que pueden significar una ventaja competitiva para las organizaciones que impulsan el desarrollo de esta capacidad dentro de sus colaboradores con mayor potencial. Invirtiendo sus recursos en establecer los lineamientos necesarios que puedan pulir estos perfiles creativos y sus aportes, de modo que resulten en una verdadera ganancia para la organización.
Desafortunadamente las estructuras de las entidades públicas actuales (en su mayoría) aún limitan considerablemente la contribución de nuevas ideas por hacer prevalecer "lo que dice el manual". No obstante, el entorno globalizado ejerce mucha presión sobre éstas para modernizarse hacia estructuras más flexibles.
Como tercer punto encontramos a la autoeficacia, es decir, la sensación de competencia personal amplia y estable ante el manejo de una variedad de situaciones estresantes. También puede entenderse como aquella confianza del individuo en sus propias capacidades que le permite desarrollarse como anhela.
Es indiscutible la cantidad de beneficios que representa para las organizaciones contar con trabajadores que desarrollen la autoeficacia dentro de sus competencias personales. ¿La razón? No sólo los prepara para saber manejar los diversos estresores que puedan encontrar en el camino, haciéndolos inmunes a eventos que puedan generarles angustia o ansiedad; sino que también permite preparar a la siguiente generación de líderes, fomentando la imagen del reto profesional, en lugar de una visión intimidadora por las responsabilidades que pueda traer consigo una promoción de puesto. Esto permite romper paradigmas clásicos acerca de la carga laboral que implica una jefatura o dirección dentro de funcionarios jóvenes.
Por último es necesario fomentar el desarrollo de la capacidad de aprender dentro de los individuos, ya que, es a través de dicho proceso que la persona obtiene las habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores nuevos que le permitirán desarrollarse con éxito a través de su carrera profesional, armado de las herramientas necesarias.
Las competencias de manejo personal están asociadas con el conocimiento de uno mismo. A su vez, pueden ser clasificadas en: pensamiento crítico, pensamiento creativo, autoeficacia y capacidad para aprender.
Doctora en Ciencias Económicas (Ph.D. in Economics) - WHU - Otto Beisheim Graduate School of Management, Koblenz, Alemania. Magíster en Administración - ESAN, Lima, Perú. Ingeniera Industrial - Universidad de Lima, Lima, Perú. Profesora de Liderazgo y Comportamiento Organizacional (MBA y Maestrías Funcionales). Profesora de Gerencia Estratégica (MBA y Maestrías Funcionales). Miembro del Área Académica de Administración. Actualmente es decana de ESAN Graduate School of Business.
A pesar de que las universidades registran más mujeres matriculadas que hombres, la presencia femenina en el mercado laboral aún es menor, debido a muchos factores socioeconómicos que debemos analizar.
Si una empresa desea tener éxito, debe desarrollar un comportamiento organizacional que le permita lograr un buen funcionamiento en todos los niveles de su escala jerárquica. ¿Por dónde empezar este proceso?
La dirección estratégica facilita el logro de metas y los procesos de cambio en las organizaciones. Para ello, es importante analizar a fondo las propias fortalezas y debilidades, pero también diversos factores del entorno.