La crisis económica y social que vivimos, producto de la pandemia generada por la COVID-19, nos lleva a reflexionar de forma inevitable sobre el mercado laboral peruano. Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que, por la coyuntura en el Perú, se calcula que la pérdida interanual de horas de trabajo superó el 50 % entre abril y junio.
Claramente, nuestro sistema no soporta situaciones de emergencia, crisis económicas o empresariales. Entonces, ¿por qué no aprovechamos lo que viene ocurriendo para repensar en un sistema flexible, pero con seguridad, que promueva la contratación y, a su vez, otorgue prestaciones sociales adecuadas al trabajador?
Pensemos en un sistema flexiseguro, que, de acuerdo al modelo europeo, no es más que la unión del componente de flexibilidad, para contratar y extinguir las relaciones laborales y de seguridad. Esto se da con el fin de contrarrestar los efectos de la pérdida de trabajo, a partir de políticas claras de protección social, formación y capacitación en época de desempleo, para obtener la reinserción laboral lo más pronto posible.
Las únicas medidas que hoy pueden usarse en situaciones de crisis son suspensión perfecta, vencimiento de contratos, reducción de remuneraciones con acuerdo y ceses colectivos por causas objetivas. Aunque cumplen un fin en situaciones complejas, su aplicación se dificulta por lo engorroso y por un resguardo de la estabilidad del trabajador, al no existir sistemas de protección ante situaciones extremas.
No solo es necesario flexibilizar las formas de contratación y extinción de las relaciones laborales, sino también crear un sistema adecuado que sirva como contrapeso.
Es necesaria, más que nunca, una reforma en el mercado de trabajo que disminuya el impacto social y económico, y que encuentre un equilibrio. En el Perú no existe una tendencia que implique modificar el mercado de trabajo, pero las medidas con parámetros de flexibilidad responsables y con mecanismos de protección, ante situaciones de desempleo, podrían generar un mercado laboral más predecible, seguro y estable.
También es importante lograr mecanismos que eviten un incremento del desempleo por el aumento de las tecnologías o los cambios en la producción de las empresas. De lo contrario, ello podría impedir que los trabajadores logren incorporarse a un mercado de trabajo dinámico y competitivo.
No solo es necesario flexibilizar las formas de contratación y extinción de las relaciones laborales, sino también crear un sistema adecuado que sirva como contrapeso: herramientas necesarias para permitir la colocación o el regreso de los trabajadores al sector económico productivo, en un mundo más competitivo.
Para la Comisión de las Comunidades Europeas estos son los cuatro ejes de actuación indispensables para la aplicación de la flexiseguridad:
Flexibilidad construida con base en pactos contractuales adaptables y fiables, es decir, una legislación acorde con las políticas a implementar, contratos de trabajo y convenios colectivos flexibles.
Estrategias globales de aprendizajes permanentes, es decir, fases de capacitación y formación para que las personas desempleadas puedan emplearse de nuevo.
Políticas activas de mercado laboral, es decir, políticas estatales que generen una rápida reinserción laboral.
Sistemas de seguridad modernos que impliquen acceso a prestaciones de desempleo, pensiones y acceso a la salud, a fin de conciliar el trabajo con las necesidades familiares.
Se necesitan mecanismos que privilegien las contrataciones a tiempo parcial, la contratación de trabajadores independientes, su desplazamiento y la producción del despido con menos barreras o mediante la existencia de nuevas causas justificantes. También se requiere un contrapeso con medidas para la formación de los trabajadores y las prestaciones sociales automáticas en periodos de desempleo.
Es clave tener políticas activas sólidas, con participación del Estado, para asegurar la formación y capacitación de los trabajadores. Ello sobre la premisa de la competitividad y los cambios en la productividad de las empresas y el mercado de trabajo, con una protección social que amortigüe por un tiempo las necesidades familiares ante un escenario de desempleo, producto de una crisis o cambios estructurales de la empresa. ¿Qué otras medidas son necesarias? Déjanos tu opinión.
*Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Aperhu - Asociación Peruana de Recursos Humanos.
No solo es necesario flexibilizar las formas de contratación y extinción de las relaciones laborales, sino también crear un sistema adecuado que sirva como contrapeso.
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Especialización en Evaluación, Desarrollo y Dirección de Capital Humano, CENTRUM - Escuela de Negocios de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Máster en Empleo, Relaciones Laborales y Diálogo Social en Europa por la Universidad Castilla-La Mancha de España (2013). Especialista en Derecho del Trabajo y Procesal Laboral. Actualmente se desempeña como Asociado Senior del Área Laboral del Estudio Miranda y Amado Abogados Lima.
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