Cuando viajamos por el Perú muchas veces nos encontramos con situaciones sorprendentes en nuestras tradicionales ciudades. La gran mayoría mantienen la misma estructura urbanística de hace décadas, pero con una considerable mayor población y cantidad de vehículos, todos ellos queriendo entrar en las mismas calles de siempre, donde las personas solamente caminaban o pasaba un vehículo cada cierto tiempo.
Pero esto no es todo. Algunas ciudades han ido en franco deterioro en su calidad de vida y en lugar de progresar se han retrasado dramáticamente. Un ejemplo lamentable y cercano a Lima es la ciudad de Chincha y no es a causa del terremoto del 2007.
¿Qué hacer?
La organización actual de nuestras ciudades no contribuye a que se perciba el progreso en ellas, o en el mejor de los casos las mejoras se perciben muy lentamente, el actual modelo es ineficiente.
¿Somos conscientes los ciudadanos de quiénes son los que dirigen los destinos de nuestras ciudades y cómo influyen en nuestras vidas sus malas decisiones o cuando no toman ninguna decisión?
¿Con qué indicadores de productividad medimos su trabajo? ¿La experiencia profesional de los funcionarios en puestos claves es suficiente para una buena gestión o necesitan mayor conocimiento? ¿Qué hacer?
Planificación, luego acción y más acción
Nuestro país desarrolla ingeniería de altísimo nivel, arquitectura de gran talento, con profesionales que frecuentemente demuestran la evolución y madurez de sus conocimientos en diferentes partes del mundo. Sin embargo, tiene ciudades que involucionan.
Si hablamos de otras áreas relacionadas también con el desarrollo de las ciudades como la salud, la educación, la vivienda, el saneamiento y el transporte; podemos afirmar lo mismo: hay gente muy valiosa en esas áreas que puede ayudar a sacar del retraso a esas poblaciones, bajo un esquema de apoyo dinámico sin trabas burocráticas que las hagan lentas y a partir de tener experiencias exitosas, generar un efecto multiplicador a nivel de todo el país.
En la gerencia de proyectos, una vez aprobado el inicio del proyecto específico, el grupo de procesos que tiene mayor cantidad de actividades involucradas es el de la planificación. Esto es un claro mensaje de los estudiosos de los proyectos para ser muy cuidadosos en esta etapa antes de pasar a las siguientes: ejecución, control y monitoreo, y cierre. Sin embargo, los hechos nos demuestran que en el Perú el desarrollo ordenado de las ciudades basado en una adecuada planificación y todos los beneficios que ello nos trae, ha sido mayoritariamente ignorado o no existe.
Uno de los intentos fallidos fue el Instituto de Planeamiento de Lima (1961 - 1983) que aparece como nuestro Primer Centro de Planeamiento Urbano y Regional, con el auspicio del BID, la OEA y el Estado peruano, incluso con alguna influencia en Latinoamérica. Un resultado a la vista: la Lima que todos conocemos. El IPL no fue una institución influyente en las grandes decisiones de la ciudad.
¿Esto ocurrió así por la falta de visión y ejecución de los profesionales que la integraron? ¿Qué falló? ¿Tuvo que ver la injerencia política con su intrascendencia en el tiempo? o quizá las propuestas del IPL no pasaron más allá del ámbito teórico y los incontables estudios formulados no guardaron una articulación entre sí. ¿Dónde están los resultados de todo ese esfuerzo de más de veinte años?
Si eso ocurrió en Lima, podemos imaginar cómo anduvo el tratamiento de esta problemática en el resto del país, salvo aisladas iniciativas. Esta experiencia de trabajo desperdiciado no debe repetirse.
Necesitamos ir a otra velocidad y con eficiencia
El primer problema a resolver es que nuestras autoridades dispongan de un buen plan, empezando por una visión de ordenamiento y desarrollo territorial. Si bien ellos no necesariamente deben ser especialistas en la materia, como por ejemplo en el tema de planificación urbano económico de las ciudades, (sin ser excluyentes en las áreas de acción), sí deben contar con un equipo especialista que desarrolle un plan maestro y luego lo lleve a cabo en sus diversas etapas.
¿Todas las principales ciudades del país pueden tener este equipo? La respuesta es sí, pues profesionales capacitados tenemos, aunque no distribuidos necesariamente de manera uniforme en todo el país. Una forma de solución a este inconveniente en una primera instancia, y por cierto no la única, puede ser a través de instituciones como los Colegios Profesionales de arquitectos, ingenieros, economistas, y otros gremios profesionales que sean involucrados para que contribuyan en su rol social a favor del desarrollo del país, a través de cuadros técnicos itinerantes de apoyo a las diversas ciudades o regiones que lo requieran.
Este conjunto de especialistas conformados en varios grupos deberían tener la flexibilidad de interactuar en línea directa con los más altos funcionarios (en lenguaje de Gerencia de Proyectos, la Alta Dirección) para explicar y lograr consensos en los planteamientos en beneficio de las ciudades. Una de las debilidades más profundas que enfrentan los alcaldes en la mayoría de casos es la inexistencia o la mala formulación de proyectos que tengan un impacto positivo en sus comunas.
Una ventaja de este sistema sería el que a través de un mecanismo de información centralizado, puede ser a través de un portal de transparencia, se haga el seguimiento del aporte de estas comisiones en cada una de las ciudades o regiones que soliciten su apoyo. Las autoridades públicas estarían expuestas al control de sus ciudadanos en el cumplimiento de sus metas y no tendríamos proyectos de duración eterna ni de costos desproporcionados.
Esta propuesta que parte de una idea general, obligaría a las autoridades ediles a orientarse en una dirección de progreso, bajo la presión de sus electores quienes tendrían a la vista el plan de desarrollo con metas claras y plazos establecidos, Sin duda serían los mejores controladores de su avance.
El gobierno central, en el marco de la descentralización administrativa ha transferido la totalidad de las funciones que tienen que ver directamente con la gestión a las regiones y municipalidades. En la mayoría de los casos, estos organismos públicos están sin capacidad de ejecutar proyectos que generen valor y aumenten la calidad de vida de sus habitantes y se encuentran absolutamente desconcertados sin saber qué hacer.
Es aquí donde vendría el apoyo de estos grupos profesionales de trabajo, en una operación de rescate para impedir que la involución sea la característica de esas ciudades, pues ha quedado demostrado a través de décadas que requieren inevitablemente de un apoyo técnico urgente para plantear su expansión futura, utilizar sus recursos de forma sustentable, y brindar servicios esenciales.
Estrategia
Este programa que evite que nuestras ciudades involucionen y las saquen del coma profundo en que se encuentran, se iniciaría con planes pilotos que muestren sus bondades en un primer grupo que desee participar y las cuales deben ser influenciadas por los mismos Colegios Profesionales, quienes como reitero pueden y deben tener un rol más protagónico en nuestra sociedad.
El plan de acción debe ser previamente estructurado al interior de estas instituciones en un trabajo multidisciplinario, con la finalidad de capacitar a los especialistas en las metas del programa, pues la intención final es que las ciudades y regiones tengan sus propios cuadros profesionales. El impulso de los Colegios Profesionales es el inicial aunque puede caber la posibilidad de que perdure en el tiempo de acuerdo a la evolución del plan. No se trata de formar los cuadros directores con los profesionales que se tenga a la mano. Se trata de iniciarlo con los mejores y a partir de ahí se derivarán equipos complementarios que en su momento asumirán el protagonismo.
La estructuración de una metodología permitirá disminuir los riesgos en su implementación. Determinará la necesidad de recursos, de los plazos, de los alcances de este proyecto y sobre todo al llevarlo con éxito generará un efecto de réplica tan dinámico, del cual todos saldremos beneficiados.
Quizá, las ciudades y regiones entiendan por fin la manera cómo deben trabajar y empiecen a desarrollar su futuro mejorando el modelo inicial y con sus propios recursos humanos, haciendo partícipes progresivamente a sus propias instituciones como las universidades e institutos tecnológicos locales.
De todo esto se beneficiará el país en sus diferentes actividades. Por ejemplo, nos volveríamos más previsibles en el crecimiento de las ciudades en cuanto a sus necesidades y controlaríamos mejor (ojalá las eliminaríamos por completo) las invasiones y la especulación de terrenos que encarecen el desarrollo.
Conclusiones
La pasividad, lamentable característica de nosotros los peruanos, llega a extremos agobiantes cuando contemplamos el caos y no hacemos nada por resolverlo. Sin dejar de trabajar en lo que hacemos cotidianamente y que nos permite sacar adelante a nuestras familias, los peruanos estamos obligados a construir nuestro país, a ser actores y no espectadores.
No podemos permitir que continúe la involución de las ciudades en el Perú, pues ello implica en el fondo la involución de nuestro país. Los buenos planes, si no tienen un equipo responsable de su ejecución, suelen quedar en algún lugar perdido de una oficina o de la memoria del computador. ¿De qué sirven los conocimientos si no se aplican?
¿Cómo califica usted las ciudades del Perú? ¿Qué acciones tomaría para impedir dicha involución?
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El presente artículo fue publicado en la Revista Constructivo (Junio - Julio 2011)
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