El dilema de las autoridades económicas chinas es complicado. Por un lado, el yuan se cotiza respecto al dólar, y la depreciación del euro frente al dólar plantean un problema de competitividad de las exportaciones chinas frente a Europa. Por otro lado, como resultado de la política monetaria expansiva y de los paquetes de estímulo fiscal, las autoridades chinas están preocupadas por el boom inmobiliario y en menor medida por la bolsa, que se ha desacelerado. La prudencia llama a reducir el estímulo fiscal y monetario; la política induce a China a tener un mayor rol estratégico y mantener los altos niveles de crecimiento, insostenibles, quizá, en el largo plazo.